Pista libre para los Juegos de Tarragona'2018

El actual ritmo de las obras en el anillo mediterráneo de Campclar y la financiación del Estado, ahora sí, garantizan el evento 

29 junio 2017 22:41 | Actualizado a 29 junio 2017 22:57
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Definitivamente los Juegos Mediterráneos que Tarragona acogerá en 2018 ya no tienen marcha atrás. El actual ritmo de las obras de construcción del anillo mediterráneo de Campclar, que será el centro neurálgico de la competición, disipa ahora mismo cualquier duda sobre si la ciudad  lo tendrá todo preparado a tiempo o no, tras el aplazamiento de un año sobre la fecha prevista. El otro gran caballo de batalla de la organización, la financiación del Estado, se da ya también por solventado una vez confirmada una partida en los presupuestos generales de este año y otra para el siguiente.

Hay que visitar sobre el propio terreno el anillo, con una extensión de 28 hectáreas, para descubrir como están evolucionando las obras y la magnitud real del enorme legado que quedará para la ciudad. 

La gran joya es sin duda el Palau d’Esports, con capacidad para 5.000 espectadores y una pista –albergará el balonmano- que tras los Juegos permitirá habilitar hasta tres canchas de forma simultánea. Se trata de una instalación incomparable que va a suponer un antes y un después.

Un notorio salto de calidad representa igualmente el nuevo estadio de atletismo, que gana una recta cubierta indoor bajo la nueva grada; una zona de calentamiento (también para lanzadores) y una moderna y sostenible zona de vestuarios que le van a permitir acoger competiciones de primera fila; también mejora en avances tecnológicos (caso de los tiempos parciales de los deportistas). 

La piscina de 50 metros (es visible ya donde se ubicará el casco), la primera de dimensiones olímpicas en la ciudad, será la guinda del pastel dentro de un renovado complejo acuático que incrementará las prestaciones que tenía hasta ahora Campclar.

Las instalaciones construidas expresamente para los Juegos en el anillo mediterráneo no son la única herencia que recibirá Tarragona. El complejo se complementará con la reforma del velódromo para la práctica del ciclismo en pista; un campo de rugby para los Voltors que de esta manera regresarán a Campclar tras varios años de exilio en el Complexe Educatiu; la futura ciudad deportiva del Nàstic (en los terrenos dedicados a zona de párking durante los Juegos); un pequeño lago con embarcaciones de recreo y un extenso parque a su alrededor que se destinará al ocio, con un área dedicada al pícnic además de un circuito para running y bicis; y una reserva de terrenos para futuras instalaciones si llegaran a ser necesarias (pistas de tenis o pádel, por ejemplo).

No sólo será la segunda área deportiva más grande de toda Catalunya –por dimensiones únicamente la superará el Parc Olímpic de Montjüic que Barcelona heredó de los Juegos Olímpicos de 1992- sino también el gran pulmón verde de la ciudad (hay 3.500 árboles plantados).

Un bache en el camino

La espectacularidad del anillo, a pesar de todo, no esconde el fiasco que supuso el aplazamiento de un año. Una decisión que salvó los Juegos, sí, pero que puso en entredicho el cuestionado futuro de esta competición y al mismo tiempo dejó muy mal parada la imagen internacional de Tarragona.

A día de hoy sigue sin entenderse cómo unos Juegos que le fueron adjudicados a la ciudad en 2011 tuvieran que aplazarse en 2016 por la falta de acuerdo y escaso diálogo con el Estado, por muy fría que fuera la guerra entre el exsecretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, y el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, que también acabó salpicando al alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros.

Son muchos quienes, eso sí, piensan también que detrás de ese bloqueo se encontraba la circunstancia que en Catalunya se hubiera desencadenado el actual proceso soberanista.

La seguridad, clave

Superados esos obstáculos parecen menores otros aspectos que afronta el comité organizador, aunque no por ello menos complejos, como la coordinación de los deportes que se realizarán en las distintas sedes, el alojamiento de los participantes y el transporte. O la seguridad, a la que deberán dedicarse enormes esfuerzos ante el actual momento que se vive en Europa (los Juegos incluyen también la participación de países islámicos).   

Uno de los grandes interrogantes es el nivel que tendrá la competición. Sobre todo porque el aplazamiento de los Juegos de 2017 a 2018 ha provocado que la cita de Tarragona se solape o se aproxime en fechas a otros campeonatos de mayor nivel en varios deportes. Sin olvidar que el formato de algunas especialidades, caso del baloncesto que se disputará sólo en la versión 3x3 o el fútbol, destinado a la categoría sub-19, carecerá de figuras internacionales.

De las Federaciones Españolas dependerá también buena parte del éxito de los Juegos a la hora de elegir a sus deportistas para Tarragona’2018. Entre los seleccionados deberían figurar además participantes tarraconenses para atraer al público local. 

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