Punto frustrante

El Reus no pasa del empate ante el Albacete en un partido que debe ganar por juego y ocasiones. Lekic iguala en el segundo tiempo el gol inicial de Zozulya

18 noviembre 2017 22:27 | Actualizado a 21 noviembre 2017 19:42
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El cartelón de la agonía había dictaminado tres minutos de añadido. El Reus se desató con balones frontales para que sus torres gemelas, Edgar y Lekic, convirtieran sus flequillos en escobas hacia el gol. Querol se había escondido en el segundo poste en el último pateo del Reus. Pareció adivinar ese balón imposible. David remató sin avisar, de primeras, liberado. Entonces, Tomeu Nadal le respondió con una parada antológica. A pleno vuelo, con una exhibición de reflejos. El choque de los dos actores resultó tan brutal como su esfuerzo. Se llevó a Querol en camilla y dejó consternado a Tomeu, que secuestró un punto de diamantes para el Albacete. El Reus se quedó en medias tintas.

Existen empates celebrados en la Segunda División. El infierno de igualdad que se vive cada fin de semana en la cartelera de plata provoca que sumar, aunque sea uno, valga en muchísimas ocasiones. Al Alba le sirvió el de Reus, por ejemplo. En cambio, en la otra orilla, conllevó frustración. Por servicios, méritos y propuesta, el Reus debió ganar el partido. También por situaciones. 

La aparición de Zozulya
Zozulya escogió un remate en el fango para ofrecer ventaja al Albacete. Fue tan feo el gol como el primer tiempo. Pero esas definiciones en las tinieblas también valen. Lo mismo que un golpeo para el museo. Susaeta ejecutó un libre directo que repelió en la barrera de cuerpos rojinegros. Arroyo se la encontró en sus piernas y prolongó. Jamás pensó que esa acción iba a entregarle un ramo de flores a Zozulya, en el segundo poste, liberado. Pareció orsay, pero no lo fue. El Reus se quedó enganchado en el achique. De primeras, manchándose el pantalón Zozulya venció a Badia. Al borde del respiro. El premió resultó exagerado para un Albacete geométrico pero con escasez de atrevimiento. Definió en el primer intento y el fútbol se trata de un juego de eficacia. Careció de ella el Reus, más mandón y hambriento.

El tino en el remate se mantiene como la eterna asignatura de septiembre. Antes de que Zozulya abriera el resultado, Querol envió al limbo un pase mordido de David Haro, también en el segundo palo. Edgar había acompañado la pelota como el pívot poderoso de la NBA. El juego, en realidad, tomó ese guión. Combinar resulta una broma de mal gusto en ese césped infame del Estadi. No apto para los aspirantes al fútbol preciosista. Y eso que el Reus lo intenta hasta que su paciencia se consume. Incomoda controlar un conejo saltarín.
 

Edgar modificó la orientación con criterio a una transición del Reus al borde de la media hora. Con un ojo domó la pelota y con el otro atisbó la carrera de Querol. El cambio de sentido liberó a Querol, que perdió la fe en el control. La mano le traicionó. El Reus ya manejaba el partido con cierta jerarquía, alejado del salón y arropado en la practicidad. No había otra forma de competir. El golpe del Albacete le dejó noqueado, justo hasta que Lekic emergió en la noche y renovó el entusiasmo. No sólo eso. Varió el dibujo. Dos delanteros puros y dos velocistas en los costados, Querol y Haro. El cirujano serbio y Edgar mezclaron con aseo. Ocuparon bien los espacios para no estorbarse y crearon pánico. Lekic mandó al larguero una estrategia nada más pisar el pasto. Fue un aviso a navegantes.

 

Lekic ya no advirtió en el segundo intento. Edgar le cuerpeó una pelota directa y se la dejó dulce, botando para pegarle como aquel niño que la ve venir en el recreo y le da igual dónde mandarla. Sólo quiere pegarle y llenarse de balón. Lekic dispuso de más precisión. La cruzó a la derecha de Tomeu, desde la corona. Incendió el Estadi, demasiado gélido para lo que el equipo le va ofreciendo cada semana.

El golazo de Lekic, de una calidad de remate espectacular, no conformó al Reus, que envió un mensaje de deseo abrumador.  Acarició el éxito por acoso y derribo, también por fe. El consumo del tiempo no le nubló. Mucho que ver tuvo la tranquilidad de Carbonell para el papel de timón. Sorprendió la serenidad y el reposo que mostró para combinar. Las ocasiones cayeron por su propio peso, ante un rival aculado en la trinchera.
 

Edgar y Haro rozaron la gloria en el asedio final. El primero no alcanzó un remate con la testa que parecía sencillo. Haro, en cambio, no llegó a empujar un centro de Querol al segundo poste. En el intento épico del reusense murió una noche de frustración. La que provoca merecer más de lo que tienes.

 

Ficha técnica

CF Reus. Edgar Badia; Jorge Miramón, Olmo, Pichu Atienza, Migue García; Gus Lades, Borja Fernández (Lekic, min. 55), Àlex Carbonell; David Querol (Juan Cámara, min. 93), Edgar Hernández y David Haro.

Albacete. Albacete: Tomeu Nadal; Álvaro Arroyo, Chus Herrero, Gaffoor, Saveljich, Morillas; Dani Rodríguez (Bela, min. 77), Jon Erice, Gálvez; Néstor Susaeta (De la Hoz, min.74) y Zozulia (Héctor, min. 85).

Goles. 0-1, Zozulya (39’), 1-1, Lekic (61’).

Árbitro. Aitor Gorostegu. Mostró amarilla a Edgar Hernández  y a Chus Herrero.

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