Fran olió sangre a los cinco minutos. Andaba hambriento de gloria. Atisbó una pelota mordida entre botes sin rumbo cerca del área, aunque con distancia sideral hasta la portería. Como no conoce imposibles, se lanzó a la aventura sin pestañear. En lugar de guardar la pelota decidió ejecutar a pleno vuelo. Mandó cualquier sospecha a la basura. Convirtió el disparo en una película de Tom y Jerry para niños revoltosos. La parábola de la pelota tomó rumbo indiscutible hacia el ángulo del arco que defendía Soriano, el portero del Sevilla Atlético. El gol allanó el último tránsito hacia la permanencia. Desnudó al filial sevillista y reforzó al Reus.
Fran recobró un idilio perdido con el gol. Anotó seis en una primera vuelta fascinante. El último data de un 20 de noviembre. La cita, el derbi. Marcó Carbia para regalar sueños a los hinchas. El partido ante el Nàstic terminó con 1-0. Seis meses después, el pequeño delantero reencontró la puntería. La fe no la ha perdido nunca. 23 jornadas después, acumula siete goles. Los mismos que Máyor al frente de la tabla de máximos artilleros del Reus.
El talismán
El tarraconense presume de un registro demoledor. Cada vez que ha anotado, el Reus gana o empata. Ocurrió ante la UCAM Murcia, el Cádiz, el Lugo, el Nàstic y el Sevilla Atlético. Marcó también ante el Mirandés, en aquel 1-1 desafortunado. “El gol me da fuerza para las próximas jornadas. Recobro confianza, es como una liberación”, confesó en zona mixta el pasado sábado, de nuevo alumbrado por las cámaras mediáticas, aunque con su rostro tímido de siempre.
El carácter entusiasta de Fran le impedirá bajar la guarda en tres últimas semanas que pueden servir para mejorar prestaciones y engordar números. Se pondrá el primero de la fila si se pide auxilio con respecto a mantener la tensión competitiva. En Elche, para Carbia, aparece un nuevo desafío para continuar creciendo, ni que los puntos ya se signifiquen verdades absolutas.