Ramon Folch del CF Reus, hijo del tiki-taka

El reusense Ramon Folch cumple este sábado, ante el Xàtiva, el partido número 100 con la camiseta del CF Reus, todos en Segunda B. Él jamás imaginó que el fútbol le daría este privilegio

19 mayo 2017 19:28 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:13
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El centro neurálgico de la ciudad recibe a un Ramon Folch (Reus, 1989) encumbrado. Llegó como un melón por abrir hace tres veranos, procedente de Cuenca, donde le apodaban el pulpo. Su fútbol simétrico, delicado, arropado en el buen gusto, conquistó tierra desconocida. El ascenso a Segunda B con el Conquense (2013) le sirvió para regresar a su entorno. Desde entonces, el progreso ha resultado meteórico. Hasta el punto de que, en contra de algunas opiniones reacias, se ha consolidado en la primera plantilla.

Folch se rastreó media provincia (Roda, Cambrils, Amposta) en busca de minutos en su paso previo a la profesionalidad. Pocos contaban con él para la élite. Lo suyo se relaciona con el trabajo de la hormiga. Hablar poco, convencer mucho. El sábado, ante el Olímpic de Xàtiva, cumplirá 100 partidos con la rojinegra, totalmente instalado en la jerarquía del equipo. Sin ir más lejos estrena capitanía como voz autorizada. En total, este tipo tímido, introvertido, acumula 96 apariciones en Liga y tres en Copa (Arandina y Atlético de Madrid ida y vuelta). Alcanzará su Centenario particular en el mejor escenario. Ante los ojos del Estadi.

Ramon disfruta de cada instante bajo esa pose de equilibrio que nunca abandona. Valora muchísimo cada minuto en el vestuario, cada ejercicio en las sesiones de trabajo, cada pase los domingos de partido. Le ha costado mucho tener lo que tiene ahora. Ni siquiera se atreve a aventurar el futuro. «De momento, espero sumar uno más el sábado». Se refiere a su partido 100, que seguramente contará con una carga emocional especial. El Reus puede clasificarse para el play off de ascenso a Segunda A si vence. El segundo consecutivo. «La gente debe darse cuenta de que ganar cuesta mucho. Les esperamos en el Estadi», reflexiona. Ese es justo el deseo que persigue el plantel. Convencer de una vez por todas a la ciudad de que la oportunidad de dar un paso al frente, de borrar penurias del pasado, se encuentra a la vuelta de la esquina. Aunque sin el apoyo de los hinchas resulta una utopia.

Admirador de la propuesta futbolística que adoptó Johan Cruyff, el centrocampista se identifica con el fútbol combinativo. Quizás esconde sus debilidades físicas bajo una inteligencia táctica inusual. Suele andar bien colocado, su forma de expresarse parece simple. Uno o dos toques, lo más complicado en el fútbol.

Natxo no ha dudado en entregarle plenos poderes en la sala de máquinas. «Formar parte del mejor equipo de la historia del club para mí es un privilegio», no se cansa de repetir.

En las alturas del Espai Prioral, uno de los locales con más gancho de Reus, Folch observa su ciudad de reojo, con esa mirada perdida de serenidad que inyecta máxima confianza para el sábado. Él puede adquirir premio doble. «Te aseguro que lo de los 100 partidos no lo sabía», asevera. No importa. Este jugón con pinta de oficinista despreocupado es el espejo para los canteranos. Un hijo abanderado del tiki-taka.

 

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