Ramon Folch, violinista o soldado

Da igual el entrenador, el estilo, el escenario o el clima, el centrocampista reusense juega siempre. Para Anquela, técnico del Oviedo, "es la sangre del equipo". Este domingo se reencuentra con el CF Reus

21 noviembre 2018 11:10 | Actualizado a 02 diciembre 2018 15:45
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Un mes de diciembre de 2014, Natxo González decidió confiarle el timón del CF Reus a Ramon Folch (Reus, 1989), un centrocampista al que no conocía demasiado y al que acabó rindiéndose. Desde aquella tarde en Alcoy, todavía en la Segunda B, González y Folch firmaron un idilio irrompible. El Reus cayó aquel día, pero el pivote reforzó su status. Jamás ha vuelto a perderse un partido por una pura decisión técnica. Acumula cuatro años como star system, da igual el escenario, el clima, el estilo, el entrenador o el equipo. Folch juega siempre.

Natxo le hizo la vida más sencilla porque a su alrededor juntó a futbolistas que se expresan en el mismo idioma. En el Reus del ascenso a Segunda División le nutrió de mediocampistas de buen pie como Garai, Rafa García y su socio preferido, Vítor Silva. La filosofía de juego resultó innegociable. El fútbol combinativo distinguió al Reus, también en el estreno en Segunda, donde pocas caras cambiaron. Garai y Vítor permanecieron en el equipo y Folch, ya con el brazalete a cuestas, acentuó su influencia. Su entrenador incluso se atrevió, en algunas ocasiones, a situarle por detrás del delantero centro. Descubrió en él un sorprendente llegador. Anotó cuatro goles en su primer tránsito en el fútbol profesional y culminó con jerarquía su etapa en el Reus.

Ramon Folch nunca se ha caracterizado por un despliegue físico descomunal. De hecho, parece correr de puntillas sobre el césped. Su estilo camina más hacia la pertenencia del balón, porque se asocia con agilidad. Si puede hacerlo en un toque mejor que en dos. El reusense utiliza el cerebro para pensar cosas que la mayoría no piensa. Tácticamente es un futbolista inteligente. La mente le ha servido para adaptarse a otros registros en los que podía despertar sospechas. Juan Antonio Anquela, su actual entrenador en el Oviedo, se ha enamorado de las prestaciones de Folch y de su extraordinaria adaptación a un fútbol antagónico al que proponía el Reus.

Con Anquela, el Oviedo ha preferido el vértigo a la pausa. Ha apostado por un juego más vertical y directo, menos elaborado. Sin tanta estructura para poseer la pelota, con menos centrocampistas a su alrededor para combinar, Folch ha necesitado reinventarse. Dominar rasgos más de contención y tocar menos balones por partido. Lo ha hecho. Conquista más disputas, recupera más balones y si puede jugar, juega. “Folch es nuestra sangre, como lo era Maldini para el Milán” ha dicho no hace mucho Anquela sobre él. Tembló el técnico cuando en el arranque del actual curso, su líder espiritual se lesionó. Hoy, ya lo ha recuperado para la causa.

En el Oviedo ya acumula más de 50 apariciones en dos temporadas. Ha acertado dos veces ante el marco rival. Los números avalan la evolución de un futbolista que en Segunda A ha mejorado el rendimiento que siempre había enseñado en la modestia de Segunda B y Tercera. El domingo, ante el Reus, revivirá viejos tiempos. En versión violinista o en versión soldado. Da igual. Folch juega siempre.

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