Raúl Marín, un Globetrotter con patines

Hockey. El delantero reusense demostró ante el Barça que mantiene su gran nivel competitivo y goleador. El hat-trick que anotó le sitúa como pichichi de la OK Liga

24 noviembre 2020 09:16 | Actualizado a 24 noviembre 2020 22:57
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El trayecto deportivo de Raúl Marín (Reus, 1986) se cuenta con goles y con malabarismos imposibles. Su perfil es lo más cercano al carpe diem, prefiere el show improvisado a los guiones rígidos marcados en una pizarra, aunque hay en él un punto de madurez hasta ahora indetectable. Marín, quizás, ya está de vuelta de todo. Cuando se presentó este verano en el templo, después de dos años de aventura portuguesa, lo hizo con un semblante pausado, consciente de que su papel en el nuevo Reus va mucho más allá del de aquel delantero inconformista, mágico y anárquico. Marín ocupa la parrilla de jugadores franquicia del proyecto dentro y fuera de la pista. Ejerce como apoyo incuestionable y espejo para los jóvenes del plantel.

«Yo también fui canterano y sé lo difícil que es llegar y mantenerte. Por eso intento echarles una mano en todo lo que puedo», refleja el jugador, apenas un día después de su dulce actuación en el Palau Blaugrana.

A pesar de sus actos como artista contrastado no ha abandonado la esencia. Se expresa con la voracidad que siempre le ha distinguido, conserva el apetito para hallar el éxito. En Reus, en su casa, siempre ha sentido el foco. De rojinegro ha convivido en el ecosistema ideal; precisa el protagonismo, verse en la foto y palpar que el mundo admira su juego. Es su alimento para mantener el terrible nivel de exigencia que se autoimpone los fines de semana. Marín detesta aparecer como actor secundario, entonces o le entiendes o lo pierdes y perder a un delantero de 50 goles por año resulta casi una temeridad, por lo menos el Reus no se lo puede permitir.

En el Palau Blaugrana, el domingo, volvió a exhibir esa capacidad natural para relacionarse con la presión. Como más responsabilidad caiga sobre sus espaldas, mejor. En ese escenario donde casi todos los jugadores empequeñecen, Raúl se agranda. Ha nacido para las grandes citas. Puede equivocarse y cometer errores, pero jamás nadie podrá acusarle se cobarde. Ante el Barça elevó el extraordinario compromiso colectivo del Reus con tres goles de distinto registro. Tres remates que demuestran la gran variedad de recursos que maneja; un disparo exterior de pala, un penalti y un arrastre de cuchara después de medirse en un mano a mano con Nil Roca.

«Creo que partidos como el del Palau son apetecibles para todos los jugadores, no sólo para mí. No fui con la intención de demostrar nada, ni con ninguna cuenta pendiente, simplemente me gustan este tipo de partidos», recalca.

Las tres conquistas del reusense le exponen como líder en solitario de la tabla de goleadores del campeonato, un lugar que ha frecuentado siempre y que no resulta nada novedoso para él. Acumula 17 dianas en nueve fechas y, aunque los éxitos de equipo van por delante, Marín aspira a revalidar el premio pichichi. No en vano, en su última temporada en la OK Liga, la 2017-18, ya batió el récord de goles. Marcó 58 en 30 partidos, un registro bárbaro y al alcance de pocos elegidos.

Vivir el momento
Con ya 34 años y una consolidada carrera a sus espaldas, Raúl Marín absorbe cada instante con toda la energía. «Vivo cada momento al máximo porque sé que, a mi edad, cada vez me queda menos, aunque pienso que todavía puedo aportar». El delantero se ha topado con un vestuario muy reformado en el templo con respecto al que había cuando emigró a Portugal. «Sinceramente, el ambiente es fantástico. Somos un plantel muy joven, pero tenemos buena química y estamos dónde queremos estar». El icono rojinegro ya ha ingresado incluso en la esfera marketing como imagen de un juego de ordenador. Es el Globetrotter del hockey.

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