Reacción volcánica

Victoria rojinegra. Reus la Fira 4 - 2 Igualada

19 mayo 2017 18:16 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:07
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La noche se había ensuciado con una puesta en escena cruel para el Reus, que todavía sobrevive de chispazos repletos de energía. El Igualada le había dibujado un escenario feo gracias a la aparición de un viejo pistolero del oeste. El argentino Emmanuel García, un especialista de los espacios cortos, emergió para otorgarle la felicidad a su nuevo destino. Primero con un remate de primeras instalado en el segundo palo. Otro guerrero de la Guerra del Vietnam, Francesc Bargalló, le había mandado un caramelo. Luego, Emmanuel enseñó un remate con imán que se coló llorando en el arco de Henriques. 0-2. Se habían consumido solamente ocho minutos.

El plan rojinegro volvió a arroparse en el vértigo. Apostó el Reus por acompañar con la defensa en pista contraria la salida del Igualada cada vez que aspiraba a la ofensiva. Resulta evidente que los de Mariotti necesitan todavía un mayor rigor grupal para consolidar su propuesta. Disponen de argumentos individuales infinitos. Necesitan pensar como equipo más a menudo, sobre todo cuando el rival les obligue a encontrar soluciones colectivas.

El Igualada precisamente se encomienda a algo muy distinto. De esos rivales que saben a lo que juegan, más allá de gustos estéticos. Su hoja de ruta está definida. Se trata de un hueso defensivo que el Reus terminó por destruir a base de momentos, de arreones volcánicos superlativos. Torra, con una cuchara al poste, amenazó. Marín se encargó de agotar la resistencia visitante. Emergió como rotación por aquello de las cargas físicas en pretemporada, pero dio igual. Anotó de pala desde casi media pista para reducir distancias. Cuando el respiro pedía tregua se inventó una maniobra poco exótica, pero deliciosa. Sorteó al enemigo elevando la pelota a media altura. Ante Deig convirtió a lo malabarista. Queda la duda de si acompañó algo con la mano. Cosas que sólo deja este juego supersónico.

Casanovas se inventó el tercero a la vuelta de vestuarios, con la noche sin definir porque el Igualada se empeñaba en resistir. El reusense fintó el primer disparo de pala y con la cuchara envió la bola al ángulo. No crean que fallecieron los de Ferran López. Todo lo contrario. Sólo plantaron bandera blanca a la fuerza. Sobre todo después de que Álex Rodríguez girara, con el rival desbocado, persiguiendo piernas por toda la pista, y se perfilara para culminar de pala. Fin de la resistencia.

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