Réquiem mediterráneo (Almería 3-0 Nàstic)

El Nàstic encajó la derrota definitiva en sus aspiraciones de permanencia en Almería. Los granas volvieron a dar la imagen de equipo descendido y sin alma

13 abril 2019 18:38 | Actualizado a 14 abril 2019 16:45
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No le den más vueltas. Dejen de creer, porque no hay motivos. El Nàstic jugará la próxima temporada en Segunda B. Se lo ha ganado. Porque es un mal equipo. Es inútil mirar al Lugo, Extremadura o Córdoba cuando son los tuyos quienes no son dignos de jugar ni un minuto más en Segunda División. Si ellos no se lo creen, es estúpido que lo hagamos desde fuera.

La segunda jornada de esa temporada de diez partidos de la que hablaba Enrique Martín en la previa acabó con derrota en Almería (3-0). Al técnico navarro se le agotan los juegos de palabras mientras sigue demostrando su incapacidad para revertir una situación que le ha sobrepasado desde hace muchas semanas. Sus decisiones le han sepultado y sus arrebatos psicológicos no han calado en una plantilla que no se lo cree. No se los ha ganado ni con conceptos tácticos, ni tampoco con su manejo anímico.

Unos jugadores que no ofrecieron la agresividad y la intensidad que exige la situación. No ya por la consigna del técnico, sino por ellos mismos. El carácter y la raza o se tiene, como Luis Suárez, o quedas retratado. Como en Zaragoza se dejaron hacer y con la fragilidad defensiva que ostentan difícil iba a ser sacar algo positivo. Quedó demostrado en menos de 45 minutos.

El Nàstic es un conjunto víctima de su dicotomía. Hay un Nàstic de la esperanza y el optimismo, el del Nou Estadi y otro, fuera, cargado de desánimo y desesperación. La distancia entre uno y otro es tan abismal que ha engullido cualquier posibilidad de encadenar una dinámica positiva. Un equipo incapaz de dar la cara fuera de casa en toda la temporada (solo ha logrado ganar en Extremadura) suele ser pasto del descenso.

Enrique Martín pudo contar con Fali y Luis Suárez. El primero tenía una elongación en el bíceps femoral derecho. Una lesión que apuntaba a unos diez días de baja, pero entró en la lista y fue titular, aunque no acabó el partido. La presencia de Luis Suárez era algo más previsible. El golpe en el entrenamiento con el meta Cheikh Sarr fue doloroso y dejó una brecha considerable en la pierna. Un problema menor para un futbolista del carácter y la valentía, además de juventud, del cafetero. De los pocos jugadores a los que no les importa si juega ante su afición o con el público en su contra. Siempre se entrega. Pudiendo contar con los dos futbolistas, el entrenador del Nàstic, apostó por repetir once.

La temperatura agradable, el sol, la poca expectación del partido que dejó unas gradas semivacías en el Estadio Juegos Mediterráneos y el dominio inicial de un Almería sin ningún tipo de presión a estas alturas del curso, presentó un choque más bien soso. El juego se desarrolló al trote cochinero que aplicó el Almería y en su mayor parte lejos de las áreas. Un plan que contentó al Nàstic, satisfecho con mantener al rival alejado de la portería de Bernabé. Pero cuando el equipo tarraconense se deja las ganas y el carácter en el vestuario suelen venir mal dadas.

De la presión intensa que ofreció el equipo grana ante el Numancia, ni rastro. Sin ese punto de agresividad los muchísimos defectos del equipo quedan expuestos como la pésima (o nula) idea de juego y la falta de contundencia defensiva. El Almería solo tuvo que aplicarse en dos acciones puntuales. Obviamente por las bandas, su mejor baza. Era el arma principal almeriense y el Nàstic no supo frenarlas. Dos centros de Luis Rioja y Narvaez permitieron que Álvaro Giménez liquidara el choque antes del descanso con un doblete.

Pipa y Fali abrieron de par en par las puertas de casa, mientras Noguera y Mikel se ofrecieron como los mejores anfitriones del killer ilicitano. El central venezolano, lento como el caballo del malo, ni inquietó al atacante local. El remate fue magistral, pero la actitud defensiva del defensa sudamericano fue lamentable. Igual que en el segundo gol. Ni él, ni Noguera se percataron de la llegada de Álvaro Giménez que solo tuvo que poner el pie para empujar el esférico a la red.

El cambio de Kanté alegró el ataque. Pero el problemón estaba en defensa, donde los tres centrales granas iban haciendo de las suyas. Clavados se quedaron ante una combinación andaluza en el balcón del área. Juan Carlos vio el carril central y lo tomó como Pedro por su casa. Nada pudo hacer Bernabé que recogía el cuero de su portería por tercera. El resto del partido fue morralla, como lo que queda de curso.

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