Reus Deportiu: «Agredieron con arma blanca al defensa izquierdo»

Epitafio. El Reus jugó su último partido oficial 101 años después del primero. Aquel 1918 ya se vivieron dos agitados derbis con el Nàstic

27 septiembre 2019 08:33 | Actualizado a 27 septiembre 2019 08:46
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El Reus-Numancia del 12 de enero de 2019 –empate a uno con gol de Querol en el último minuto– quedará para la historia como el último partido oficial del Club de Futbol Reus Deportiu. Caprichos del destino y del calendario, al día siguiente se cumplían 101 del primer partido oficial del equipo rojinegro, un Reus-Racing de Sitges con el que se inauguraba la liguilla provincial del Campeonato de Catalunya de segunda categoría. 

Domingo, 13 de enero de 1918. El partido es a las 2 y 45 de la tarde, en el antiguo campo en la carretera de Salou. El resultado final, 5-2, es muy favorable para los locales, pero lo mejor está por llegar. El domingo siguiente hay plato fuerte: Reus Deportiu-Gimnàstic de Tarragona. Si bien ambos equipos ya hace algunos años que disputan partidos y torneos, por primera vez toman parte en la liga organizada por la Federació Catalana, en la que acaban de inscribirse. El grupo regional tarraconense lo completan Vilanova, Vilafranca y Racing de Sitges.

«Pallejà anotó el primer gol de la tarde, que le valió una lluvia de piedras», relata el cronista

El primer derbi en competición oficial se salda con victoria de los rojinegros por 3-2. El diario Las Circunstancias ofrece un breve comentario sobre el partido: «Se observaron en ambos equipos ciertas jugadas que daban al observador una luz singular sobre las malas leyes y costumbres del juego que se ejecutaban con bastante frecuencia», lo que, según el cronista, «suele ocurrir siempre que juegan Tarragona y Reus». Una frase que evidencia que la rivalidad futbolística está ya asentada y que los encuentros resultan agitados. «Y al finalizar, como siempre, algunos apasionados que con la mirada tétrica del que odia singularmente a sus rivales, profirieron algunos insultos amenazando con repartir mamporros», acaba el artículo, más retórico que informativo.

Del devenir de la liguilla tampoco tenemos muchas noticias, más allá que los reusenses sufren su primera derrota en Vilanova (2-1), equipo que lidera la clasificación al finalizar la primera vuelta, seguido de los rojinegros.

«Cruzada»
El Nàstic-Reus correspondiente a la segunda vuelta se disputa el domingo 31 de marzo en el Camp de les Germanetes. Una singular previa publicada en Las Circunstancias llama a la «cruzada» contra Tarragona. «Aquello fueron guerras formadas por ejércitos de cruzados y ahora se trata de sport, o, mejor dicho, de un gran partido de foot-ball». «Reusenses: a Tarragona», clama el cronista Alfredo Real dirigiéndose «a todos los amantes del sport que quieran justificar esta patriótica labor. Además de ser un reñidísimo partido, podrá confundirse en una verdadera lucha de razas». Y, por lo visto después, el ambiente está aún más caldeado en Tarragona.

«Al portero le propinaron algunos estacazos por  demostrar habilidad y maestría en el juego»

He hallado dos relatos sobre lo sucedido esa tarde, publicados en los diarios republicanos reusenses Foment y Las Circunstancias, que posiblemente son las crónicas más antiguas que se conservan sobre trifulcas en el gran derbi futbolístico tarraconense. Curiosamente, el otro periódico local, el conservador Diario de Reus –de ideología monárquica y católica–, ignoraba el fútbol, espectáculo que debía considerar poco edificante. 

El primer sarao estalla en la taquilla. Las entradas valen 25 céntimos, pero a los aficionados forasteros se les exigen 2 pesetas o más. Un clásico en los anales de todas las rivalidades deportivas.

Iniciado el partido, el rojinegro Pallejà marca el primer gol de la tarde «que le vale una lluvia de piedras», narra el Foment, mientras Las Circunstancias eleva los daños de la granizada a «dos delanteros heridos». A resultas del gol, «el público invade el campo, el partido tiene que ser suspendido y el árbitro es amenazado de muerte». Apaciguados los ánimos, el encuentro logra reanudarse.

El Reus anota el segundo, que el colegiado, señor Llosas, anula. El Nàstic empata gracias a un penalti por manos en el área, al que sigue otro gol anulado a los visitantes, que sin embargo vuelven a adelantarse a poco del descanso con el segundo tanto de Pallejà.

En la segunda parte se recrudecen las hostilidades: «Al parar una pelota, nuestro portero fue agredido por unos cuantos espectadores estacionados junto a la portería, dándole una serie de bastonazos y puñetazos», cuenta Foment, episodio que corrobora su colega: «Al portero le propinaron algunos estacazos por demostrar habilidad y maestría en el juego».

De la sucesión de incidentes que plasma la prensa reusense, llama la atención el padecido por el defensa izquierdo rojinegro: «Al cortar una pelota peligrosa, sufrió una herida de arma blanca que le traspasó el jersey, camiseta y pantalones y que gracias al cinturón de cuero hoy solo guarda un pequeño rasguño».

A todo esto, en las postrimerías del partido el acoso del Nàstic da sus frutos y logra el 2-2 definitivo, merced a un gol en propia meta. La batalla finaliza con otro clásico, el asalto al lugar donde los visitantes guardan las ropas.

Vilanova y Reus encabezaron aquella primera liga. El título de campeón regional de Tarragona se decidió en una final entre ambos disputada en Vilafranca del Penedès, que ganó el Vilanova.

Un siglo después, estas viejas  historias se han quedado sin continuidad.

EL APUNTE
El tren y el fútbol
La constitución en 1918 del Comité regional de Tarragona dio paso a la inclusión en el Campeonato de Catalunya de segunda categoría –en realidad era la tercera, tras Primera A y Primera B– de un nuevo grupo de equipos federados formado por Reus Deportiu, Gimnàstic de Tarragona, Vilanova, Vilafranca y Racing de Sitges. «La formación del grupo y los clubs que participan en el campeonato se explican por el ferrocarril. Sólo en tren se podía ir a jugar esos partidos y volver el mismo día», comenta Enric Pujol, autor de varios libros de historia del Nàstic. Aquel 1918, el Reus Deportiu acababa de adoptar dicho nombre tras una fusión –se fundó en 1909 como Club Deportiu– y jugaba en un terreno de la carretera de Salou cedido por el Carrilet, frente a la actual estación de autobuses. En 1917 había disputado una fase de ascenso como campeón tarraconense, en la que jugó y ganó el primer partido contra el Ateneu Palafrugellenc, pero fue descalificado por una polémica alineación indebida. 

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