Revancha para Ricardo Vaz

El luso ha vuelto con hambre tras la dura sanción de siete partidos que le cayó al ver la roja ante la Pobla, el pasado mes de enero

19 mayo 2017 19:57 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:17
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El concierto desmesurado de Alberto Carbonell Hernández, el juez del Reus-Pobla del pasado 11 de enero, acabó por desquiciar a Ricardo Vaz (Cascaes, 1994), un mediapunta de pronto volcánico, entusiasta sobre el verde. El luso no se reprimió y reprochó con dureza las decisiones al colegiado. Sus sentencias aquel día no gustaron al Reus. Menos a Ricardo, que había ingresado en la rotación y tuvo que tomar la caseta antes de tiempo.

El acta del colegiado confirmó la dureza de las palabras del chico, con cara de pocos amigos minutos después del partido. Dos días más necesitó para conocer el castigo. No hubo piedad. Ricardo vio como se le apartaba de su pasión durante siete semanas. Casi dos meses. El mundo se le vino encima.

Vaz se lo tomó con resignación. Se encogió y tragó saliva. Trabajó en el anonimato sólo pensando en el regreso. Volvió ante el Lleida, hace poco más de diez días. En el Estadi, su casa desde hace dos veranos. Natxo le utilizó en recta final y enseñó una pasión asombrosa. Quería conquistar desafíos. Le daba igual el minutaje. Ante el Llosetente, este domingo, el portugués exhibió otra vez el hambre que le mantiene alerta. Necesita reivindicarse. Sacarse la espina de aquel 11 de enero.

La gran oportunidad

Vaz anhela recuperar el nivel que mostró en la primera parte del campeonato. Fue un jugador amante del desequilibrio. Listo, dinámico, entraba rápido por los ojos. Antes de la inoportuna sanción, ese nivel se apagó algo. Incluso Ricardo lo notó. Ante él se presenta una nueva oportunidad para ayudar al grupo a conseguir los objetivos. Aparece en el momento cumbre, cuando el Reus se va a pelear por los retos que persigue y que ha señalado con fluorescente.

Hasta la fecha, Ricardo Vaz ha completado 19 apariciones, ocho como titular y 11 como recurso desde el banco. Ha anotado un gol. De cabeza, curiosamente. El luso no es precisamente el más corpulento de la clase. En todo caso, el fútbol le ha devuelto para la causa. En enero se encontró competencia añadida con el fichaje de Samu, aunque en su cerebro sólo existe ambición. El mediapunta le ha levantado la mano a Natxo y grita fuerte un lugar en el equipo. Consciente es de que su revancha ha llegado. No hay vuelta atrás para el portugués.

 

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