Segunda derrota de la temporada (Andorra 2-0 Nàstic)

El Nàstic cede su segunda derrota tras caer frente a los andorranos

03 octubre 2021 17:09 | Actualizado a 03 octubre 2021 17:13
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El Nàstic encajó en Andorra la segunda derrota de la temporada en un partido que no mereció otra cosa. Los granas fueron de más a menos. Comenzaron con buena nota. Presionando y no dejando que los locales desplegaran su juego de posición. Hasta pudieron marcar, por mediación de Aythami. Pero en cuanto el cuadro tricolor empezó a encontrar los caminos para escapar del bloque alto tarraconense, el fútbol de los Eder Sarabia empezó a carburar y los visitantes a deshacerse. El gol se les resistió a los tricolores en el primer tiempo, pero en el momento en que lograron perforar la portería de Manu García, nada más empezar el segundo acto, se desataron. Agné, esta vez, no encontró solución. Los cambios no consiguieron cambiar la dinámica del juego y solo la suerte del palo evitó que el 2-0 llegara antes de lo que llegó. 

Si sufrió defensivamente, en la parcela ofensiva las cosas no fueron mejor. En ningún momento generaron la sensación de poder hacer daño al Andorra. Solo cuando se sintió ahogado y sin tiempo encontró alguna oportunidad. Nada extraordinario. Un centro que se paseó por el área pequeña y un remate blocado por la zaga. Y es que durante todo el encuentro los delanteros fueron engullidos por los centrales y los costados tampoco hicieron mella. 

La medular tarraconense estuvo apagada. A Ribelles no se le puede pedir nada en el aspecto atacante pero sí a Pedro Del Campo. El centrocampista ofensivamente no está ofreciendo la versión que se esperaba. Está espeso. Sin capacidad de desequilibrar o indicar el camino al equipo y sobre todo muy impreciso. Probablemente el terreno de juego sintético y la lluvia intermitente que a veces se convertía en una cortina de agua, no ayudó. Ni a él ni al equipo en general. Pero no es excusa. Fuera de casa este Nàstic tiene que dar más de sí si quiere presentar candidatura para el ascenso.

Agné repitió once buscando reforzar complicidades, como la de Carbia y Edgar y mejorar la asociación en la medular con Bonilla ejerciendo de falso interior zurdo. El planteamiento inicial de impedir la salida controlada del Andorra funcionó más que un rato. Un tiempo que pudo haber sido suficiente si Aythami hubiera estado acertado en la primera gran ocasión del encuentro. El Andorra se desordenó en la salida de un saque de esquina y, tras una serie de rebotes, el cuero le cayó al canario. Tenía tiempo para todo, pero si uno es defensa y no delantero es por algo. Quiso empalar la pelota con tanta fuerza que no controló el golpeo y le quedó tan deficiente como para no coger ni portería. 

La presión alta no surgía todo el efecto buscado, pero mantenía a raya al Andorra. El cuadro pirenaico es un conjunto que arriesga. Quizás en exceso para la categoría y el nivel de los jugadores. Su salida de tres, con participación del portero, exige de una precisión infalible. Y más ante un equipo, como el grana, que sabe organizar la presión. Pero si consiguen imprimir con acierto velocidad al balón son capaces de generar buenas combinaciones. Así consiguieron poco a poco, coger las riendas del partido y llevarlo a su terreno. El Nàstic fue reculando. Maniatado sin poder salir de su campo. Todos los intentos de lanzar contragolpes eran controlados por la alta posición del Andorra. 

Esa mejoría se tradujo en ocasiones. Claras. Muy claras para el conjunto tricolor. La primera de un Héctor Hevel que remató desde el punto de penalti. Suerte que se topó con la pierna de Pedro Del Campo. 

El Andorra siguió azotando al Nàstic. Obligando a intervenciones in extremis para evitar el tanto local. Si en la primera fue Del Campo, en la segunda fue Joan Oriol el que le rebañó la pelota a Carlos Martínez cuando se quedaba solo ante Manu García. Poco después el delantero pichichi del Andorra conseguía imponerse a los centrales y rematar a la cruceta. Una jugada que se invalidó por fuera de juego. Antes del descanso los más de 200 seguidores granas que se desplazaron al Estadi Nacional de Andorra La Vella se llevaron un buen susto con un zapatazo de Riverola desde la frontal que pareció entrar pero que se fue por centímetros. 

El segundo acto empezó peor aún de cómo acabó el primero. Porque a la primera que tuvo, el Andorra abrió el marcador. Hevel encontró un espacio enorme en la media punta. Pudo controlar, girarse y cargar la pierna para lanzar un tiro que sorprendió a Manu García. No estuvo acertado el arquero que vio como el bote en un césped sintético y mojado le jugó una mala pasada. 
El 1-0 obligaba a reaccionar de nuevo. La sensación, sin embargo, no tenía nada que ver con el partido de la semana pasada. El Nàstic se veía superado. El Andorra conseguía hacer daño en cada ataque. No había manera de frenar el buen criterio local con el balón. Y si a nivel colectivo eran mejores, también en los duelos solían salir los jugadores tricolores vencedores. 

El cuadro de Eder Sarabia seguía descosiendo las costuras de la defensa grana. Sin demasiadas florituras. Riverola y Sergio Molina tejían sin el traje mientras Carlos Martínez trataba de poner la puntada final. El palo evitó que a los 65 minutos el choque estuviera sentenciado. Y ahí es donde se aferró el Nàstic. El Andorra no cerraba el partido y dejaba que los tarraconenses siguieran soñando con un resultado positivo. Un centro de Robert Simon que se paseó por el área pequeña sin rematador y una volea de Fullana hacían parecer que el cuadro grana estaba vivo. Hasta que Enri asestó la cornada decisiva. Un saque de banda pilló desprevenida a toda la zaga y el exfutbolista del Reus ante Manu García anotaba el 2-0.

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