Seligrat, el gran reforzado

El entrenador del Nàstic ha puesto fin a las dudas con dos victorias que han premiado las buenas sensaciones

02 diciembre 2020 06:20 | Actualizado a 03 diciembre 2020 16:24
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Toni Seligrat ha sido una víctima injusta consecuencia del contexto de negatividad y decepción que se ha respirado en las últimas temporadas en el Nou Estadi. El técnico valenciano ha pagado el alto precio de que el Nàstic lleve años sin proyecto estables, sin figuras consolidadas y sin confianza en el ambiente.

El inicio de temporada de los granas no fue excelente, pero ni mucho menos caótico. La derrota ante el Barça B y la eliminación de la Copa RFEF ante el Llagostera disiparon parte de la confianza que el equipo había ganado durante la pretemporada. Fue de manera injusta, pero lo cierto es que esto sucede en Tarragona y en todos los lares, el fútbol es más resultadista que nunca y el tiempo es efímero, tanto para lo bueno como para lo malo.

El empate ante el Prat en el Sagnier encendió las alarmas y el nombre de Toni Seligrat se comenzó a cuestionar. El encuentro ante el Andorra se jugó con una presión nada recomendable para un proyecto que acababa de comenzar a caminar. Los jugadores la sintieron y con el 0-2 en el marcador temieron por la entereza del plan.

La mejor manera de proteger y defender a un entrenador es sobre el verde. Con el 0-2, el plantel tarraconense se podría haber dejado llevar y bajar los brazos. Eso suele suceder cuando un vestuario no cree en la idea de su entrenador. Sin embargo, en Tarragona sucede todo lo contrario, el sentimiento general de la plantilla es que ven en Toni Seligrat al técnico ideal para ascender a Segunda.

La reacción histórica ante el Andorra que culminó en una remontada para la historia estuvo basada en la pegada y el corazón. El Nàstic jugó como si no hubiera mañana y en ese triunfo comenzó a construir la red de confianza que está tejiendo Toni Seligrat. Lo mejor estaba por llegar y llegó el pasado fin de semana.

El conjunto tarraconense completó una de las mejores actuaciones que se le recuerdan en el último lustro y goleó sin piedad a un Hospitalet demostrando estar en un estado de forma descomunal y con una idea de juego claramente interiorizada y una plantilla extensa y de calidad que permite a su entrenador mantener el alto ritmo competitivo durante los 90’.

Cambio de modelo

No es un secreto que el Nàstic de Seligrat de esta temporada tiene poco que ver con el de la pasada. Hay esencia en él, pero en la forma y en el fondo tiene que ver. El conjunto grana es un equipo que se arropa en otro sistema sobre el campo, ha pasado del 4-4-2 al 4-3-3, que busca ser más asociativo y tener mayor control del partido mediante el balón y al que le gusta presionar en bloque alto y robar en la iniciación del rival. Si se tiene que replegar se repliega, pero esta nunca es la primera opción. El año pasado el conjunto grana era un equipo mucho más vertical, que se saltaba la línea de mediocampo y que apostaba casi siempre por atrincherarse tanto en casa como fuera. Seligrat ha evolucionado como técnico en un tiempo récord y ha entendido que su plan inicial debía virar el un Nàstic que exige objetivos complicados, pero que pone a disposición plantillas de alto valor en la categoría.

El Nou Estadi es a día de hoy un escenario repleto de sonrisas y en el que las caras largas han desaparecido. Se respira felicidad, optimismo y exigencia. En todo caso, el entrenador grana ya avisó tras la victoria ante el Hospitalet que los malos momentos volverán durante la temporada. Seligrat advirtió y lo hizo para pedir confianza cuando ese contexto irrumpa. Se la ha ganado con juego y sensaciones. El Nàstic es líder y el técnico valenciano es el gran reforzado de un mes de noviembre de locura. De las dudas a la certeza absoluta. El Nàstic y Seligrat sonríen.

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