Un tropiezo desquiciante (Nàstic 0-1 Villarreal B)

El Nàstic cae de manera irritante tras una roja merecida a Bonilla en el 18', pero con un arbitraje nefasto. Los granas pudieron empatar con 10

08 diciembre 2019 14:13 | Actualizado a 09 diciembre 2019 18:38
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Javi Bonilla actuó por inercia y con descontrol, sin rasgo alguno de serenidad. Su entrada a destiempo clamaba la roja directa. Fue en el minuto 18 cuando el Nàstic andaba cómodo sobre el terreno de juego con un Villarreal desconectado y sin capacidad para hacer daño al 4-4-2 defensivo grana. El filial groguet halló un resquicio en el costado izquierdo a la espalda del lateral soriano. No confió en el repliegue defensivo de sus compañeros y realizó una entrada salvaje que le costó una expulsión más que merecida. Igual que Bonilla ha sido decisivo en ataque durante lo que va de temporada, ayer lo fue de manera negativa para virar el guion de un partido que entusiasmaba al Nou Estadi.

Porque el Villarreal no tardó en sacar rédito de la superioridad numérica sobre el verde. Fue Diego en el minuto 32 quien culminó una recuperación amarilla con un derechazo que golpeó el palo y se coló en la meta de Bernabé Barragán. Otro golazo que tiene que vivir en sus propias carnes el aficionado grana. Es irritante ver como la fortuna siempre suele sonreír al rival. Bernabé y el Nàstic son coleccionistas de goles de la jornada. Los golpes inverosímiles siempre acaban dentro de la portería tarraconense.

Conviene hablar de los precedentes de la jugada. Falta a Goldar y control con la mano de Sofian Chakla en la recuperación que precede al gol. Dos infracciones que el colegiado pasó por alto. Nunca hay que excusar las derrotas en las decisiones arbitrales, pero sí que conviene reflejar en el papel cuando una actuación arbitral deja mucho que desear. Y la del señor colegiado Borja Martínez García fue desquiciante. Porque cayó en la trampa de la ‘Ley del grito’ de manera constante. Esa que consiste en chillar y exagerar la caída para que el colegiado señale falta e incluso saque tarjeta amarilla. Eso puede funcionar una vez, pero el árbitro debe leer esa trampa en la siguiente jugada y no lo hizo. Los jugadores del Villarreal son especialistas en esta faceta del juego. Ya en pretemporada dieron una masterclass de ello. En el fútbol cada vez hay más jugadores y equipos de este estilo. De ético tiene poco, pero como en la guerra todo vale.

Toni Seligrat reaccionó con esmero a la roja de Javi Bonilla. Modificó el equipo con un 4-4-1. Pol Valentín ocupó el carril izquierdo, entrando por Jonathan Pereira. El gran damnificado de que el Nàstic se quedase con 10. Apenas dio tiempo a vislumbrar el nuevo horizonte del partido, ya que los minutos restantes de la primera mitad fueron intrascendentes. El Villarreal se dedicó a saborear el primer tanto y el Nàstic comenzó a hojear el manual de supervivencia en inferioridad.

En el descanso no hubo más sustituciones. Pero sí que el mensaje  de Toni Seligrat a sus jugadores debió ser claro, ya que la salida del conjunto estuvo arropada en la intensidad y la fe. El Nàstic salió con una marcha más  y arrolló al filial groguet en los primeros minutos. No pudo gozar de muchas ocasiones claras, siendo un disparo de primeras de Pol Valentín que repelió Diego Licinio la aproximación más evidente en el tramo inicial de la segunda mitad.

Con el paso de los minutos, el Villarreal B se asentó en el terreno de juego y difuminó la esplendida salida del Nàstic. Lo fue amansando mediante la circulación de balón en fase defensiva. Apenas arriesgaba a la hora de filtrar y se limitó a circular entre centrales con el objetivo de que el partido fuera agonizando. El conjunto grana tiró de paciencia para aguantar el 4-4-1 en fase defensivo con el objetivo de llegar con vida a los minutos finales.

Seligrat contemplaba con esperanza el plan de partido y por ello no volvió a agitar el esquema. Realizó dos cambios pero fueron para refrescar al equipo. Damián Petcoff entró por Javi Márquez en la sala de máquinas y Romain Habran ocupó el frente ofensivo por Lolo Plá. El francés volvió a evidenciar que todas sus condiciones físicas se diluyen debido a su falta de conocimiento táctico. Pasan las semanas y en este aspecto no se le intuye ni una leve mejoría. Preocupante cuanto menos.

El encuentro entró en la agonía con el 0-1 en el marcador, pero con la creencia de que el Nàstic iba a gozar de alguna ocasión clara de gol. Lo había merecido, puesto que su segunda parte había sido superior a la de un filial groguet que transmitió muchas dudas. Se limitó a asociarse pero sin colmillo alguno. Los siete partidos que acumulaba sin ganar no era casualidad.

El conjunto grana había preparado la agonía durante el ecuador de la segunda mitad. Esperaba arrinconar al filial groguet y buscarlo mediante el juego aéreo y el balón parado. Lo consiguió. Amenazó en varias ocasiones y en una especialmente. Fue en el minuto 90 cuando Pol Ballesteros recogió un centro de Romain Habran pero no pudo ver puerta cuando su control había sido brillante. 

Finalmente, la derrota se terminó consumando. Sin embargo, las sensaciones no corresponden a las que suelen generar un tropiezo. El Nàstic murió matando y dando constancia de que su espíritu y su fe son muy superiores a las de semanas anteriores.

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