Una victoria para abrir camino (Nàstic 2-0 Ejea)

Toni Seligrat debuta en el Nàstic con un triunfo ante el Ejea gracias al gol de penalti de Bonilla y al remate de Juan

24 noviembre 2019 17:17 | Actualizado a 26 noviembre 2019 14:09
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Toni Seligrat ha empezado su andadura en el Nàstic con buen pie. Prometió un proyecto ganador y el equipo ganó en su estreno ante el Ejea. Dijo, en su presentación, que su prioridad era dejar la portería a cero y contra los aragoneses también lo consiguió. ‘Double win’ para abrir boca. Otra cosa, es el camino para conseguirlo. Ni fue un partido brillante, ni el equipo expuso mucho más argumentos que los que había presentado antes, con Bartolo en el banquillo. Pero se necesitaba ganar y se ganó. Con un gol de penalti y otro en una acción a balón parado. La cátedra de Segunda B.

Se vaticinan encuentros de ritmo lento. La velocidad reservada para instantes puntuales de transiciones rápidas defensa-ataque. El gol se obtiene como se pueda. De jugada o si se puede a balón parado, vale cualquier cosa. Ponerse por delante en el marcador es la prioridad para poder adormecer aún más el encuentro. Llevarlo a un terreno en el que no pase absolutamente nada. Que el tiempo corra sin que el rival se acerque a la portería. Porque ese es el objetivo inicial, medio y final, el arco debe ser inviolable. Meta que alcanzó el equipo por segunda vez en la temporada después de la visita a Ebro.

El primer once de Toni Seligrat no incluyó grandes novedades. Se confió, como era de esperar, en los futbolistas más experimentados de la categoría. Albarrán le quitó el puesto a Valentín y Goldar volvió a su posición natural en el eje de la zaga. Viti apareció en el once titular para acompañar a Petcoff y el resto del bloque el mismo que apostó Xavi Bartolo en Sabadell.

Los mismos jugadores que en apenas unos pocos minutos siguieron evidenciando su falta de sintonía, así como su precario rendimiento. Priorizaron el orden militar en defensa, pero eso no impidió que el Ejea se asentara sin problemas en el campo grana aunque sin llegar a poner en serios aprietos a la disciplina tarraconense. Ramon fue el único en lograr doblegar la retaguardia local. Se coló entre Goldar y Bonilla para rematar en plancha una pelota que lamió el poste de Bernabé.

Seligrat apuesta por un juego de transición, de atrás arriba, que exige una gran velocidad en la transición. Ser rápidos y aún más precisos en la entrega. Pereira y Pedro no la ofrecieron en el primer tiempo. Trabajaron, como el resto de sus compañeros, en asegurar las labores defensivas y les faltó acierto para ocuparse de las ofensivas.

La permuta en el banquillo y en el estilo no conseguía levantar el espíritu combativo del equipo ni tampoco de la grada, establecida en la monotonía desde hace varias jornadas. El Nou Estadi se despertó de golpe cuando Brugui le ganó la posición a un defensor visitante que le derribó claramente dentro del área. No lo vio así el árbitro murciano que marcó falta en el borde del rectángulo. El asistente le corrigió a tiempo y Bonilla pudo transformar la pena máxima para adelantar al Nàstic. El soriano marcó de penalti en el estreno de Bartolo y volvía a repetir en el de Seligrat.

La celebración en la parroquia grana siguió dos minutos después cuando Juan Rodríguez anotaba su segundo gol del curso al cabecear una falta botada por Bonilla. La estrategia como arma definitoria para desequilibrar choques que por naturaleza de la categoría -y también por intención- se derivan a la igualdad total.

Tras el descanso el Nàstic jugó el partido que quiso. Evitar que el Ejea tuviera algún arrebato de reacción. Cerrar cualquier pasillo con contundencia, toda la que les ha faltado en el inicio de curso. Solo Pedro y Pereira gozaban de cierta libertad defensiva. Pueden alterar el orden siempre y cuando sea para presionar al rival para provocar el error.

El conjunto aragonés vio como la confianza tarraconense crecía al tiempo que su facilidad para asociarse disminuía. Y eso se notó. No solo en el juego. En la dinámica misma. Un aspecto intangible que genera situaciones como la de sacar un penalti a favor por mano en una pelota larga sin peligro. Ocasión que no se supo aprovechar. Discutieron Pedro y Bonilla, especialista y encargado del lanzamiento desde los once metros. Goldar actuó de capitán. Dejó que fuera el delantero el que ejecutara la falta. Pero no era su día. Mandó el esférico a la grada. Un fallo que le generó algo de ansiedad para los últimos minutos de partido.

No fue el único que se marchó a casa con la moral individual baja, pese a la victoria. Jonathan Pereira desperdició un mano a mano imposible. Podía regatear al meta, superarle con un tiro o regalarle el gol a Pedro, que corría a su lado. Engañó al portero pero se le escapó el balón por fuera de línea. Menos mal que la victoria estaba en el saco...

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