Victoria de justicia (Nàstic 2-1 Mestalla)

Una semana después de perder en Castellón por un gol en el  descuento, el Nàstic aprovecha el alargue para derrotar al Mestalla y alejarse del descenso

02 marzo 2020 14:53 | Actualizado a 03 marzo 2020 09:40
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El fútbol tiene sus propios métodos para impartir justicia. Una justicia, peculiar, dicho sea de paso, que resuelve muchas veces con guasa. Hace siete días el Nàstic abandonaba Castalia frustrado por haber perdido dos puntos en el último suspiro del partido. Una semana después el extremo opuesto. Un gol de Rueda en el tiempo de descuento da la victoria a los granas en el Nou Estadi frente al Valencia Mestalla. Al final, esa manía del fútbol de repartir los premios a su antojo ha resultado provechosa. El Nàstic ha sumado tres puntos en dos partidos. Uno más que si hubiera firmado dos empates.  

Fue un triunfo tranquilizante. El filial valencianista llegaba para atrapar al Nàstic en la tabla y liarlo para acabar en la ‘fiesta’ del descenso. Le entregó la tarjeta de bienvenida cuando Musah adelantaba al cuadro de Chema Sanz en una jugada personal precedida por una posible falta a Bonilla. Pero nada más salir del vestuario, el conjunto tarraconense se encontró con el regalo de Castro. El defensa ché peinó el cuero hacia atrás y lo mandó al fondo de su propia portería. 

Todo quedó abierto hasta el final del partido. Escobar pudo dar los tres puntos a los visitantes pero falló estrepitosamente el mano a mano con Bernabé. Dejó vivo el choque hasta la irrupción de Rueda que en la salida de un córner puso el 2-1 definitivo.
Muchas cosas están fallando en el Nàstic y no todos los errores se producen en el campo, los banquillos o los despachos. El partido frente al Valencia Mestalla era crucial para el futuro inmediato del equipo. Para evitar sufrir otro tramo final de curso de penitencia eran necesarios los tres puntos contra el filial valencianista. El ambiente del Nou Estadi no transmitió esa emoción. Y no es cuestión de espectadores. Podrían haber sido más de los 3.508 asistentes, sí, pero incluso con esa cifra, se puede generar una atmósfera de tensión que anime a los jugadores a poner ese esfuerzo de más para llegar allí donde el cuerpo no alcanza. Se hizo tras el empate, con algunas decisiones arbitrales y, sobre todo, con el gol de Rueda. Ese grito ensordecedor producido por todos y cada uno de los seguidores granas que se mantenían aferrados a sus asientos con el tiempo a rebufo emitió la fuerza latente que necesita el equipo siempre que juegue en casa. El Nàstic, con sus 134 años de historia recién cumplidos, no puede ser menos que ningún otro club de su categoría. 

Volviendo al verde, el Nàstic  fue dominador. Disfrutó de una posesión que solo funciona cuando circula a través de las botas de Javi Márquez. En la cabeza del centrocampista están las mejores ideas ofensivas. Quizás las únicas en conceptos asociativos que puede haber en la plantilla. Y no solo eso. Javi Márquez es mucho más que eso. Trasciende incluso a la capitanía. El centrocampista de Badalona es el alma. El futbolista con la carrera más prolífera y al mismo tiempo el que más orgullo demuestra por el escudo. Su empuje, su intensidad y esfuerzo aún cuando el físico no le aguanta para los 90 minutos deberían ser objeto de imitación. Tiene tantos kilates de fútbol como predisposición al trabajo por el equipo. 

Ninguno de los dos equipos conseguía acercarse al arco rival. Así que Bonilla lideró la alternativa con disparos lejanos que tantearon el premio. Especialmente una que escupió el palo.
La presión bien trazada del Nàstic y la presencia de Pol Domingo en la zaga neutralizaron los intentos valencianos de alargarse en el campo. Seligrat mandó a Rueda a la medular, para suplir la baja de Miranda, y acompañó a Juan Rodríguez con el joven canterano. Pol Domingo volvió a desplegar su explosividad constante. No dejó que Jordi Sánchez pudiera moverse con facilidad. Sacó tanto de quicio al atacante que Chema Sanz, técnico del filial valencianista, optó por sacarle del campo. Eso sí, el de la Pobla de Montornés acabó agotado, con rampas y pidiendo el cambio por el bien del equipo. 

En un ambiente más propio del Teatre Metropol que de un campo de fútbol, el partido entró en una melodía monótona. Un sonido somnífero que Musah destrozó de un plumazo. El atacante del Mestalla sentó a Bonilla, más pendiente de protestar por una falta que de frenar al futbolista ché, y tras recortar en el área fusiló a Bernabé.

Tras el paso por el vestuario el Nàstic se encontró con el regalo de Castro, desviando a gol un centro de Bonilla. El tanto y el árbitro incrementaron los decibelios en el Nou Estadi. El Mestalla escogió el repliegue ante un Nàstic asentado en la zona ancha con Javi Márquez actuando de ‘quarterback’ y filtrando balones a la espalda de la defensa que no se pudieron aprovechar por detalles.

El Mestalla trajo peligro a la contra. No corrió bien el Nàstic hacia atrás. Escobar gozó de un cara a cara con Bernabé que no supo afinar. Un susto de muerte para la parroquia grana que se pasó con la euforia arrancada con el gol de Rueda.

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