Xavi Garcia Insa logra su póker 11 años después y dice adiós a la Mitja de Tarragona

El corredor de Alió, de 41 años, repitió el título de 2008 y se despide de Tarragona. Mayte Colmenarejo ganó en mujeres

25 noviembre 2019 09:21 | Actualizado a 25 noviembre 2019 09:56
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Cruzaba la meta Xavi Garcia Insa (Alió, 41 años) levantando cuatro dedos de cada mano, mostrando esa gesta íntima que se la ha resistido más de una década. Por fin, esta vez, ese tetracampeonato descansa en sus vitrinas y convierte al tenaz corredor del Alt Camp en uno de los más laureados de la Mitja Marató de Tarragona, que ayer cumplía su edición 28. 

Xavi, segundo en 2018, consiguió ese reto que venía ambicionando después de tantas participaciones de podio y de rozar un triunfo que se había embolsado por última vez en 2008, hace 11 años, cuando la cita atlética por antonomasia de la capital acababa en las pendientes del Vial J. Bryant, junto a la Rambla Vella.

Ahora, los fastos olímpicos y periféricos de la Anella Mediterrània le vieron coronarse por cuarta ocasión, un broche perfecto para su espléndido estado de forma y una madurez insultante, que mantiene a raya el paso del tiempo. «Mi idea era ganar esta Mitja cuatro veces. Parecía que me había quedado en tres y que no podía ser. Llegaba muy bien este año. Me hice el propósito de que si ganaba no repetía. Creo que este será un punto final. Es mi Mitja y qué mejor forma de decirle adiós», dijo al cruzar la meta (1:13:25), consciente de que firmaba su victoria más emotiva y de que cerraba el círculo con un final feliz. 

Este referente atlético del Facvac Valls («tengo cuerda para rato, pero quiero hacer otras cosas», dice) seguirá corriendo pero ya no en la Mitja de Tarragona que ha marcado para bien su palmarés. 

Ayer supo sacar partido de una carrera en la que el tiempo no iba a ser lo importante. Nadie iba a buscar marca en una cita que el furioso viento convirtió en endiablada, durísima. Azotaba tanto Eolo que lucían las vallas sin pancartas ni lonas publicitarias, en un entorno del Palau d’Esports desangelado por la climatología adversa pero que retaba a los valientes. 

La media más sostenible –se prescindían de los ponchos a la llegada y se usaban vasos de papel-cartón en los avituallamientos– se vio también desprovista de todo plástico para que no saliera volando por el vendaval. Más allá de eso, la misma energía y el mismo ímpetu de otras veces. 

Ninguna prueba como esta aúna el pulso popular de los runners aficionados, cada uno con su desafío intransferible, y el gen competitivo de los primeros espadas. En la salida Garcia Insa, que se dejó ver en las primeras posiciones, abrió brecha desde el principio y gobernó solo casi todo el trayecto. Le sacó casi dos minutos a Jorge De Andrés, segundo a la sazón (1:15:16), que libró una bella pugna por esa plata con Javi Lozano, tercero, solo cinco segundos más lento (1:15:21). 

El de Alió firmó unos 10 kilómetros iniciales consistentes, marcando el ritmo para luego empezar a dosificarse y a gestionar su renta con ritmos de 3,30 y 3,35 el kilómetro; pura estrategia inteligente para quien acumula tantos kilómetros a sus espaldas. 

La dosificación del campeón
Al paso de la carrera por la Plaça Imperial Tarraco y la Rambla Lluís Companys (kilómetro 16,2), Garcia Insa ya aventajaba en unos dos minutos a sus perseguidores. A partir de ahí, ya no fue difícil amarrar el triunfo al trote por la N-340, para luego entrar por la Rambla de Ponent y acabar con todos los galones en el complejo deportivo de Campclar. Aguantó bien el campeón, sabedor de que no estaba el día para calzarse grandes alardes sino para inscribir por cuarta vez, y última, su nombre en la carrera tarraconense. 

Más disputados estuvieron esos 21 kilómetros en mujeres, una pugna emocionante entre tres. Mayte Colmenarejo no empezó mandando, sino que arrancó más bien rezagada, hasta que vio, conforme progresaba, que tenía a tiro las opciones de éxito. Corrió durante un buen tramo en paralelo con Neus Gil y Ana Belén García hasta que fue encontrándose cada vez mejor sobre ese asfalto que tan poco conoce (está sobre todo habituada a la montaña). 

Mayte Colmenarejo y Núria Gil venían de las carreras de montaña y se impusieron en el asfalto

A la salida del centro urbano hacia los barrios de Ponent, en los últimos cinco kilómetros, Colmenarejo, que trabaja de profesora («son muchas horas de entreno, soy madre de tres hijos, lo tienes que compaginar todo», dijo en la meta junto al Palau), tiró de experiencia para irse en solitario y soportar, quizás, el pasaje más exigente, resistiendo con entereza la intemperie del viento que seguía haciendo mella. Ahí ganó unos metros clave, que ya iban a ser definitivos. Aunque no entraba en sus planes ganar, logró un tiempo meritorio de 1:30:43 que la coronó en Campclar en su segunda incursión en esta Mitja, por delante de Gil (1:32:13), que forcejeó por ese segundo puesto con Ana Belén García (1:32:42), en otro mano a mano vistoso. 

Mientras tanto, el pálpito de la Mitja se percibía en esta carrera que concita a aficionados al atletismo de una forma masiva y fiel y, esta vez, además, contra un clima desapacible. Al final, terminaron 891 corredores la Mitja y 654 la distancia de 10 K, otra piedra de toque atractiva. En esa longitud menor, el triunfo en hombres fue a parar a manos de Iván Docampo, un gallego que lleva ocho meses afincado en L’Ametlla de Mar. Firmó un tiempo de 31:28 que le sirvió para superar en la meta a Jordi Garcia (33:00) y a David Guiamet (33:07), y agenciarse su primera victoria después del parón atlético del verano. 

Una cita incómoda
Esta media inusualmente incómoda hizo saltar por los aires todas las previsiones, a fuerza de golpes de vendaval y cambios de ritmo, y dejó otras sorpresas como las de Núria Gil, vencedora en el 10 K femenino. Fue otro ejemplo de una corredora de montaña que brilla en su eventual participación en el alquitrán de una cita urbana. Su tiempo de 35:46 le procuró el primer puesto, por delante de Maria Neus Monfil (38:54) y de Marta Camps (39:23). 

Más allá de las marcas y los cajones, la Mitja volvió a dejar otro reguero de imágenes emblemáticas y entrañables en el costumbrismo de la superación personal: un grupo de hasta seis personas entrando hermanadas en meta, toda la familia (madre y padre, y dos niños durmiendo profundamente en el carro y ajenos a todo) cruzando la llegada y esos pequeños piques de última hora, al esprint, para arrebatarle unos segundos al crono y superar al amigo; alguien que corre por sus hijos, otro para celebrar que ha superado un cáncer y unos cuantos (los de Beers Runners) que trotan para ganarse la cerveza de después. Cada uno libró su lucha como pudo contra los 21 kilómetros y la ventolera. Por eso ayer fueron más héroes que nunca. 

A continuación, otras imágenes de la Mitja disputada ayer por las calles de Tarragona: 

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