'Arranque ruinoso' (Reus 2 - 4 Voltregà)

El Reus cae eliminado en cuartos de final de la Copa del Rey víctima de su mala puesta en escena ante el Voltregà (2-4). Los rojinegros ya perdían 0-2 a los ocho minutos.

19 mayo 2017 23:24 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:46
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La Copa no perdona a los tibios de vocación. Penaliza extremadamente los despistes. Lo hizo con el Reus, que se convirtió en víctima propicia de una puesta en escena decepcionante. Regalarle tanta ventaja al enemigo en los primeros ocho minutos, en una noche a todo o nada, suele dejar secuelas. No se salvó el equipo de Domínguez, que agallas para realizar un ‘amago’ de reacción. Se quedó a medio camino. No todo fue demérito suyo. El Voltregà le exigió y demostró que posee argumentos para alcanzar éxitos de postín. Actúa con inteligencia y compite bien los días grandes. Acumula talento en su trayecto. Hoy le mirará a los ojos al poderoso Barcelona. Por cierto, ya le ganó no hace mucho.
Dio la sensación de que el Reus empezó tarde a jugar. El quinteto de Domínguez mezcló mal. Los errores individuales fueron penalizados por el rival, que enseñó un mayor espíritu competitivo. Más fe. Álex Rodríguez puso por delante a los osonenses rápido. A los dos minutos. Se llevó la pelota con el patín, aunque la pérdida del Reus en media pista resulta imperdonable. Y más en un cruce de esta exigencia. Definió con destreza Álex, la aparición más esperanzadora del Voltregà en los últimos tiempos. Reúne condiciones de superclase. Corpulencia, disparo, capacidad técnica. Muchos recursos. 
El Voltregà se armó de confianza. Notó la frialdad de su rival. Temeroso incluso. Otra pérdida generó una nueva transición blanquiazul. El pequeño Vargas la culminó con pillería. Sabe moverse en tierra revoltosa Vargas. Un especialista con cuerpo de bailarín, pero inmensa inteligencia. 
Domínguez paró el partido. Cambió de plan. Le había pasado hace seis días ante el Tordera en la OK Liga. Una situación parecida, aunque sin desventaja entonces. Su idea inicial no surgió. Emergieron en la noche Jepi y Rubio. Renació el equipo. Despertó el Reus con personalidad. No se derrumbó a pesar de tanto castigo. Exhibió minutos fantásticos. Corrió y generó situaciones. Encontró los espacios. No definió. Suele ser habitual. La falta de gol es un mal que se conoce. Sólo Coy, el mejor definidor rojinegro, acertó de penalti. Al segundo intento. El Voltregà quiso bajarle las pulsaciones a la pelea, inmersa en el vértigo del Reus. Su arquero, Roger Torelló se marchó al respiro con la etiqueta de estrella. Había frenado el acoso reusense. Sus compañeros no pudieron mantener el nivel inicial. 
El 1-2 abría un escenario maravilloso para el regreso. Los dos protagonistas se habían intercambiado alternativas. Se pasaron el poder.
Se esfuma el sueño
Dos remates de Jepi comprobaron que Torelló seguía enchufado. La poca puntería rojinegra también le ayudó. En cambio, un disparo cruzado de Dani Rodríguez sorprendió a Molina. Dio en el corazón del Reus. Ese gol le cambió el paso al juego. Jamás regresó el vértigo. En parte, porque el Voltregà gestionó mejor la ventaja. Ni siquiera el arrastre de Jepi al ángulo iluminó al Reus. La amenaza del tiempo le traicionó. Apareció el corazón pero no la coherencia. Costa cayó en la trampa de la provocación y se olvidó de lo realmente importante. Su influencia en el partido se esfumó. Domínguez optó por quitarle. 
Vargas sentenció a poco del final. Estuvo donde debe estar en un atacante de su perfil. Cazó una pelota sin dueño dentro del área. Cerró la eliminatoria. El riesgo trajo desorden para el Reus, que quiso presionar pero sin alma. Como derrotado.
El disparo de Jepi al poste y la directa que Coy desperdició terminaron con el camino del Reus en la Copa. Un camino corto y triste, porque al equipo se le esperaba en citas como la de ayer. Compitió, pero sus despistes me sentenciaron. Sobre todo con su arranque ruinoso.
La Copa no perdona a los tibios de vocación. Penaliza extremadamente los despistes. Lo hizo con el Reus, que se convirtió en víctima propicia de una puesta en escena decepcionante. Regalarle tanta ventaja al enemigo en los primeros ocho minutos, en una noche a todo o nada, suele dejar secuelas. No se salvó el equipo de Domínguez, que agallas para realizar un ‘amago’ de reacción. Se quedó a medio camino. No todo fue demérito suyo. El Voltregà le exigió y demostró que posee argumentos para alcanzar éxitos de postín. Actúa con inteligencia y compite bien los días grandes. Acumula talento en su trayecto. Hoy le mirará a los ojos al poderoso Barcelona. Por cierto, ya le ganó no hace mucho.

Dio la sensación de que el Reus empezó tarde a jugar. El quinteto de Domínguez mezcló mal. Los errores individuales fueron penalizados por el rival, que enseñó un mayor espíritu competitivo. Más fe. Álex Rodríguez puso por delante a los osonenses rápido. A los dos minutos. Se llevó la pelota con el patín, aunque la pérdida del Reus en media pista resulta imperdonable. Y más en un cruce de esta exigencia. Definió con destreza Álex, la aparición más esperanzadora del Voltregà en los últimos tiempos. Reúne condiciones de superclase. Corpulencia, disparo, capacidad técnica. Muchos recursos. 

El Voltregà se armó de confianza. Notó la frialdad de su rival. Temeroso incluso. Otra pérdida generó una nueva transición blanquiazul. El pequeño Vargas la culminó con pillería. Sabe moverse en tierra revoltosa Vargas. Un especialista con cuerpo de bailarín, pero inmensa inteligencia. 

Domínguez paró el partido. Cambió de plan. Le había pasado hace seis días ante el Tordera en la OK Liga. Una situación parecida, aunque sin desventaja entonces. Su idea inicial no surgió. Emergieron en la noche Jepi y Rubio. Renació el equipo. Despertó el Reus con personalidad. No se derrumbó a pesar de tanto castigo. Exhibió minutos fantásticos. Corrió y generó situaciones. Encontró los espacios. No definió. Suele ser habitual. La falta de gol es un mal que se conoce. Sólo Coy, el mejor definidor rojinegro, acertó de penalti. Al segundo intento. El Voltregà quiso bajarle las pulsaciones a la pelea, inmersa en el vértigo del Reus. Su arquero, Roger Torelló se marchó al respiro con la etiqueta de estrella. Había frenado el acoso reusense. Sus compañeros no pudieron mantener el nivel inicial. 

El 1-2 abría un escenario maravilloso para el regreso. Los dos protagonistas se habían intercambiado alternativas. Se pasaron el poder.

Se esfuma el sueño

Dos remates de Jepi comprobaron que Torelló seguía enchufado. La poca puntería rojinegra también le ayudó. En cambio, un disparo cruzado de Dani Rodríguez sorprendió a Molina. Dio en el corazón del Reus. Ese gol le cambió el paso al juego. Jamás regresó el vértigo. En parte, porque el Voltregà gestionó mejor la ventaja. Ni siquiera el arrastre de Jepi al ángulo iluminó al Reus. La amenaza del tiempo le traicionó. Apareció el corazón pero no la coherencia. Costa cayó en la trampa de la provocación y se olvidó de lo realmente importante. Su influencia en el partido se esfumó. Domínguez optó por quitarle. 

Vargas sentenció a poco del final. Estuvo donde debe estar en un atacante de su perfil. Cazó una pelota sin dueño dentro del área. Cerró la eliminatoria. El riesgo trajo desorden para el Reus, que quiso presionar pero sin alma. Como derrotado.

El disparo de Jepi al poste y la directa que Coy desperdició terminaron con el camino del Reus en la Copa. Un camino corto y triste, porque al equipo se le esperaba en citas como la de ayer. Compitió, pero sus despistes me sentenciaron. Sobre todo con su arranque ruinoso.La Copa no perdona a los tibios de vocación. Penaliza extremadamente los despistes. Lo hizo con el Reus, que se convirtió en víctima propicia de una puesta en escena decepcionante. Regalarle tanta ventaja al enemigo en los primeros ocho minutos, en una noche a todo o nada, suele dejar secuelas. No se salvó el equipo de Domínguez, que agallas para realizar un ‘amago’ de reacción. Se quedó a medio camino. No todo fue demérito suyo. El Voltregà le exigió y demostró que posee argumentos para alcanzar éxitos de postín. Actúa con inteligencia y compite bien los días grandes. Acumula talento en su trayecto. Hoy le mirará a los ojos al poderoso Barcelona. Por cierto, ya le ganó no hace mucho.

Dio la sensación de que el Reus empezó tarde a jugar. El quinteto de Domínguez mezcló mal. Los errores individuales fueron penalizados por el rival, que enseñó un mayor espíritu competitivo. Más fe. Álex Rodríguez puso por delante a los osonenses rápido. A los dos minutos. Se llevó la pelota con el patín, aunque la pérdida del Reus en media pista resulta imperdonable. Y más en un cruce de esta exigencia. Definió con destreza Álex, la aparición más esperanzadora del Voltregà en los últimos tiempos. Reúne condiciones de superclase. Corpulencia, disparo, capacidad técnica. Muchos recursos. 

El Voltregà se armó de confianza. Notó la frialdad de su rival. Temeroso incluso. Otra pérdida generó una nueva transición blanquiazul. El pequeño Vargas la culminó con pillería. Sabe moverse en tierra revoltosa Vargas. Un especialista con cuerpo de bailarín, pero inmensa inteligencia. 

Domínguez paró el partido. Cambió de plan. Le había pasado hace seis días ante el Tordera en la OK Liga. Una situación parecida, aunque sin desventaja entonces. Su idea inicial no surgió. Emergieron en la noche Jepi y Rubio. Renació el equipo. Despertó el Reus con personalidad. No se derrumbó a pesar de tanto castigo. Exhibió minutos fantásticos. Corrió y generó situaciones. Encontró los espacios. No definió. Suele ser habitual. La falta de gol es un mal que se conoce. Sólo Coy, el mejor definidor rojinegro, acertó de penalti. Al segundo intento. El Voltregà quiso bajarle las pulsaciones a la pelea, inmersa en el vértigo del Reus. Su arquero, Roger Torelló se marchó al respiro con la etiqueta de estrella. Había frenado el acoso reusense. Sus compañeros no pudieron mantener el nivel inicial. 

El 1-2 abría un escenario maravilloso para el regreso. Los dos protagonistas se habían intercambiado alternativas. Se pasaron el poder.

Se esfuma el sueño

Dos remates de Jepi comprobaron que Torelló seguía enchufado. La poca puntería rojinegra también le ayudó. En cambio, un disparo cruzado de Dani Rodríguez sorprendió a Molina. Dio en el corazón del Reus. Ese gol le cambió el paso al juego. Jamás regresó el vértigo. En parte, porque el Voltregà gestionó mejor la ventaja. Ni siquiera el arrastre de Jepi al ángulo iluminó al Reus. La amenaza del tiempo le traicionó. Apareció el corazón pero no la coherencia. Costa cayó en la trampa de la provocación y se olvidó de lo realmente importante. Su influencia en el partido se esfumó. Domínguez optó por quitarle. 

Vargas sentenció a poco del final. Estuvo donde debe estar en un atacante de su perfil. Cazó una pelota sin dueño dentro del área. Cerró la eliminatoria. El riesgo trajo desorden para el Reus, que quiso presionar pero sin alma. Como derrotado.

El disparo de Jepi al poste y la directa que Coy desperdició terminaron con el camino del Reus en la Copa. Un camino corto y triste, porque al equipo se le esperaba en citas como la de ayer. Compitió, pero sus despistes me sentenciaron. Sobre todo con su arranque ruinoso.

 

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