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Existe una fina línea entre la motivación y el desorden. Si te pasas de lo primero, acabas en lo segundo y a nivel deportivo ese comportamiento suele dibujar escenarios peligrosos.
Eso le ocurrió a un Calafell que quería ofrecer una versión eléctrica y hambrienta en el Joan Ortoll, pero que se pasó de frenada. Sometió el partido a un desorden que benefició a un Pas Alcoy que compareció de entrada con mucha frialdad y arropado en esa inercia positiva que presenta todo equipo recién ascendido.
Si algo tuvo el Alcoy en su visita a Calafell fue colmillo. En la primera parte golpeó con fuerza. Tres golpes secos que resonaron en la sien de los de Ferran López. Gonzalo Pérez fue el autor de los tres tantos, ofreciendo una exhibición sin parangón en la primera mitad.
Aquel resultado era una losa demasiado pesada, pero se comenzó a vislumbrar el milagro cuando Jordi Ferrer reducía distancias a falta de poco más de un minuto antes del descanso.
Los vestuarios sirvieron para levantar ánimos y diseñar un nuevo plan de partido. No obstante, en estos contextos se trata más de recuperar a los equipos a nivel mental que táctico. Ferran López lo hizo con su Calafell. Arnau Xaus marcó el 2-3 a los tres minutos de la primera mitad, pero el Alcoy volvió a reaccionar con una frialdad desquiciante. Otra vez Gonzalo Pérez, su cuarto gol de la noche. Tremendo lo suyo.
Sin embargo, el Calafell no se amilanó y sacó a relucir un espíritu combativo que puede darle muchas alegrías esta temporada. Mendes y de nuevo Jordi Ferrer empataban el duelo en una reacción heroica para unos calafellenses que lograron salvar los muebles cuando más difíciles se le ponían las cosas.
El Calafell y el Pas Alcoy pudieorn romper el empate con dos faltas directas que no aprovecharon. Al final un botín de un punto para cada equipo. Por lo visto, supo más dulce para un Calafell.
