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    Iñaki Alonso se estrena con un empate sin goles (Nàstic 0-0 SD Logroñés)

    Flojo partido en ataque del conjunto grana que se descuelga de la parte delantera de la clasificación

    22 enero 2023 15:15 | Actualizado a 22 enero 2023 17:30
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    El debut de Iñaki Alonso en el banquillo del Nàstic no fue el esperado. El equipo grana no pasó del empate ante un SD Logroñés en un partido que dejó helado al Nou Estadi. No ya por el frío invernal, sino por lo poco que ofrecieron los dos equipos. Los tarraconenses parecían perdidos en ataque, mientras que los riojanos ejercieron un control estéril del balón. Entre unos y otros aburrieron a una grada que esperaba más, mucho más del cambio.

    El relevo en el banquillo debería ser un paso adelante, un cambio de aires, pero no dio esa impresión. Se vio un Nàstic con mucho por hacer. Sobre todo en ataque. Únicamente disparó una vez a portería. En todo el partido. Ni rastro del atrevimiento y valentía que había pedido el entrenador vasco. Tampoco de energía. El equipo no expresó esa voluntad de querer cambiar la situación. Les faltó chispa e intensidad en la mayoría de facetas del juego.

    Lo único positivo extraíble es que el equipo no encajó. Convirtió en estéril el control de balón que dispuso el Logroñés durante casi todo el partido. La zaga estuvo segura y no permitió ni una llegada a los dominios de Manu García.

    Había expectativas por saber con qué once saldría Iñaki Alonso en su estreno como entrenador del Nàstic. Como era de esperar, no arriesgó. Mantuvo el mismo bloque que venía jugando con Agné. El único cambio, respecto a las últimas semanas, fue la presencia de Èric Montes, tras su sanción, por Montalvo.

    Sí introdujo su mano en la disposición. El técnico vasco dibujó un rombo en el medio del campo, con Aarón Rey en la mediapunta y Montes en el pivote. Gorostidi y Pedro ocuparon los interiores. Mucha ocupación del carril central en detrimento de las bandas, que eran ocupadas por los laterales. Ellos eran los encargados de sacar provecho de uno de los aspectos más productivos ofensivamente del Nàstic hasta la fecha. Corrigió esa situación el técnico en el descanso. Entendió que sin extremos la capacidad tarraconense de generar peligro se reduce aún más. Con ellos tampoco es que mejorase, pero sí hubo más sensación de estar cerca del área rival.

    El SD Logroñés se apropió de la posesión desde el inicio. Entraba en los planes del técnico que plantó a su equipo con ese 4-4-2 muy junto en bloque medio-bajo. A esperar un error del rival. Un fallo que no llegaba. Porque el cuadro riojano juega muy bien al fútbol. Al menos hasta tres cuartos del campo contrario, cuando se le funden las luces. Manny, en la segunda mitad, trajo algo de luz, pero Pol Domingo lo silenció.

    El SD Logroñés concentra todo su fuerte en el ataque, mientras que en defensa adolecen de cualquier fortaleza. Tienen pie para salir con el balón, pero les cuesta cuando tienen que frenar al rival. Y se sabía de la primera vuelta, pero por lo que fuera, al Nàstic le costó apretar a esa zaga tan blandita. En cuanto lo hacía, recuperaba y generaba con facilidad. Marc Fernández dejó en evidencia a dos de sus marcadores con reverso que los dejó sentados. Se perfiló para su golpeo predilecto de rosca que adivinó el meta riojano. Fue la única ocasión en todo el partido parte para los tarraconenses. Tampoco se prodigaron los riojanos. No supieron rentabilizar su control ante una zaga local, eso sí, que se mostró muy sólida.

    El árbitro Sergiu Muresan optó por ahorrarse las cartulinas. Perdonó un sinfín de ellas. Algunas de manual. Como la roja que se jugó Marc Fernández al revolverse tras un agarrón claro. La primera amarilla la mostró a cinco minutos para el final. El hispano-rumano fue víctima de la dictadura del grito. Jugador que chillaba, falta que señalaba. Aunque ni la hubiese visto.

    El segundo tiempo fue más de lo mismo. Lo único que cambió es que se jugó más en campo del Logroñés. Iñaki Alonso adelantó líneas en el descanso para tratar de interrumpir la circulación visitante. Con el equipo más cerca del área, los robos se volvían más peligrosos. Pocos se consiguieron.

    Fue un tostón de segunda parte. Los dos equipos arriesgaron poco, confiaron en la defensa y en ataque estuvieron francamente flojos. El Nàstic quería, pero no sabía cómo. Si en la primera parte el técnico vasco se había aferrado al juego por dentro, con los cambios se fue tirando a los costados. A la desesperada. En busca de esos centros que buscasen alguno de los cuatro hombres que se incorporaban para el remate. Ni en ese momento hubo esa energía.

    La grada se había ido desconectando por lo nula propuesta del verde y el equipo no reponía esa ausencia de juego con carácter. Dos puntos que se volaron del Nou Estadi y que agudizan la situación del Nàstic, cada vez más descolgado, y que deja ante sí mucho trabajo para el técnico Iñaki Alonso si quiere revertir la situación.

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