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    Cruel final (Noia 3-3 Calafell)

    Los penaltis (2-1) despiden al Calafell en un partido en el que soñó con las semifinales de la OK Liga

    24 mayo 2022 23:31 | Actualizado a 24 mayo 2022 23:39
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    El hockey fue injusto y cruel con el Calafell. Los de Ferran López llevaron la eliminatoria a la tanda de penaltis frente al gran Noia. Lo tuvieron contra las cuerdas en el reglamentario y en la prórroga consiguieron responder a un golazo de Ballart. En las penas máximas la suerte existe, pero también el talento. Ahí Blai Roca fue un muro y solo concedió un gol a Escala, el primero. Edo también, pero no tanto y los goles de Xavi Costa y Jordi Bargalló fueron suficientes. Adiós a la OK Liga en una eliminatoria tan emocionante como bonita.

    El Calafell se ha convertido en un equipo rebelde que no entiende de lógicas. Las tritura con la ilusión de un adolescente. Comparece en los escenarios sin miedo a perder y juguetea con los nervios del rival con la maldad de un asesino. Ni el hecho de que el Noia se adelantara en el marcador con un gol de Eloi Mitjans en una falta directa tras la azul a Miras le apartó la mirada del camino. Los de Ferran López tomaron el Ateneu en un tramo final brillante de primera mitad. Arnau Xaus hizo de brazo ejecutor con dos goles. Uno tras una rápida jugada y el otro tras un remate al segundo palo de puro goleador.

    La segunda mitad fue un resistir constante, pero Bargalló supo jugar con el alambre para sacar la décima falta al Calafell. Otra vez apareció Eloi Mitjans para castigar en una falta directa que marcó tras el rechace. Él mismo pudo evitar la prórroga, pero falló un penalti parado por Marimón tras la azul a Costa.

    Ya en la prórroga, y con el Noia con nueve faltas, Casas tuvo el gol pero no salió vencedor en el mano a mano. Luego apareció Adrià Ballart para romper ilusiones con un trallazo desde su casa que se coló por la escuadra. Roca pudo empatar casi al instante, pero el larguero lo evitó. Cuando el Noia vislumbraba la orilla, Casas no perdonó. Esta vez no. Su disparo fue tan seco como atronador porque los aficionados del Calafell desplazados celebraron el gol con euforia. El éxtasis pasó a nerviosismo porque todo se decidiría en los penaltis.

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