Más moral que el Alcanar

Es el peor equipo de Catalunya. Encaja un gol cada 14 minutos. Ha perdido sus 27 partidos jugados. Aun así, aguanta con dignidad y los rivales admiran su resistencia

06 abril 2019 11:05 | Actualizado a 08 abril 2019 12:14
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Un gol recibido cada 14 minutos. 27 derrotas en otros tantos partidos. La friolera de 169 dianas encajadas. Sólo 14 anotadas a su favor. Son números de bajón, de absoluta depresión, para no salir de la cama, para ni siquiera saltar al campo. Pero aun así, resiste. 

El Alcanar es, con diferencia, el peor equipo de toda Catalunya. Languidece en el último puesto del grupo I de Tercera Catalana, sepultado por goleadas y goleadas. Ni siquiera ha podido empatar un encuentro. Y aun así, aguanta, inasequible al desaliento de la estadística funesta. 

El último batacazo ha sido a domicilio, un 5-0 contra L’Ametlla de Mar. Y aun así, persiste. «Cuando perdemos 8-0 es como si me arrancaran el corazón, pero luego viene el presidente del otro club y me dice: ‘Os felicito, porque habéis trabajado, habéis luchado y sois un equipo de categoría’. Y me entran ganas de llorar», explica Miguel Agustí Fibla, presidente de la junta gestora que al inicio de la temporada se hizo cargo del club para intentar salvarlo y que llegara con vida a 2019, año del centenario para el que están previstos actos por esa efeméride. 

"Los rivales nos felicitan por aguantar, por seguir luchando", dice Miguel Agustí Fibla, presidente de la junta gestora

«No es fácil, pero tienes que tener mentalidad positiva. Un equipo necesita este tipo de mensajes. El objetivo es acabar mejor la temporada de lo que hemos comenzado y competir al máximo», admite David Català, un joven entrenador de 22 años que llegó al banquillo hace un mes. 

Català vive una experiencia insólita, dura en el plano deportivo pero enriquecedora por el lado humano. El míster arroja una de las claves: «Me encontré con un grupo predispuesto. Cualquiera hubiera tirado la toalla y se hubiera ido a casa». El Alcanar se mantiene en competición contra los elementos, pese al 12-1 que le endosó el Batea, el 0-12 del Corbera d’Ebre o el 14-1 del Remolins-Bítem. El equipo ebrense logra acabar los partidos con la cabeza alta. «Los rivales nos dan ánimo. No dicen: ‘Estáis haciendo lo que toca. Tirad hacia adelante, no os dejéis ir’. Otro equipo se habría retirado, pero nosotros seguimos aquí», cuenta Joaquim Buj, miembro de la junta. 

Plantilla de circunstancias     
Pero para entender la actual situación del Alcanar y calibrar la dosis de épica que tiene tanta derrota amarga hay que retroceder al verano pasado, cuando la supervivencia del club pendió de un hilo. «Se llegó a una situación insostenible y la anterior junta se fue. Los que estábamos organizando los actos del centenario nos hicimos cargo. Tuvimos que hacer un equipo de circunstancias. Había dos opciones: dejar que el club desapareciera o hacer un equipo y salir a competir. Hicimos lo segundo. El Alcanar no se ha retirado nunca en un siglo, sea cual sea la circunstancia. Si hay que bajar, bajaremos», reconoce Fibla. 

"Cualquiera hubiera tirado la toalla. Nosotros no lo hemos hecho", admite David Català, el entrenador

Jan Esteller regresó en Navidad a un vestuario en el que había estado 13 años. Él, futbolista y vecino del pueblo, salía de una lesión y volvió al equipo para intentar ayudar: «Está siendo una temporada difícil. Muchos chavales no habían jugado al fútbol a este nivel y eso se nota. No hay una experiencia previa, pero me quedo con la mejora de las últimas semanas. Hay más compromiso, todos los compañeros entienden la situación y se están volcando». 

El reto: acabar la temporada
La consigna es acabar la temporada y ver cada jornada como una celebración de la supervivencia, a pesar de los traspiés que lastran la mochila. «Cada semana que pasamos es una victoria. No tenemos un gran equipo, eso es verdad, pero sí hay un conjunto de personas honradas que lo dan todo», confiesa el presidente de la junta. 

Chavales de categoría juvenil, futbolistas procedentes de Cuarta Catalana o incluso llegados desde el fútbol sala sirvieron para improvisar una escuadra de urgencia, con pocas garantías de éxito pero válida para salir del paso, permitir al equipo salir a Tercera Catalana y llegar a 2019, justo el año en el que celebrarán los actos del centenario. «Vinieron jugadores de otros pueblos», afirma Buj.

Atrás queda una etapa con una planificación, como mínimo, puesta en duda. «Hubo mala gestión en los últimos años, en todos los sentidos. Fue un cúmulo de cosas», sostiene el máximo representante de una junta ahora obligada a regenerar la entidad desde abajo: asumir el ya seguro descenso a Cuarta Catalana, potenciar el fútbol base y armar un equipo con futbolistas del pueblo. 

Todo ello, además, sin tirar la casa por la ventana, en base a un mandamiento que expone el presidente: «Los equipos que quieren ser más de lo que son están perdidos». Con esa filosofía el Alcanar, como el legendario Alcoyano del acervo popular, sigue saltando al campo dando ejemplo de autoestima y estoicismo, peleando a la contra, bregando por cada balón y, encima, ganándose el respeto de los rivales. «Podrían jugar con el juvenil o con el filial, pero no lo hacen», dice Esteller. Mínimos alivios para el orgullo de la resistencia ebrense, colista y desahuciada, tocada pero aún no hundida. 

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