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Paco Marco, el detective tras la querella del Nàstic: «El juzgado no podrá decir que el acta de Eder Mallo es certera»

Con las últimas novedades del ‘Caso Eder Mallo’, el prestigioso investigador repasa su trayectoria profesional y atiende al ‘Diari’ a escasas horas de la ida ante el Murcia

30 mayo 2025 19:04 | Actualizado a 31 mayo 2025 07:00
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A Paco Marco pocas cosas le puedes contar ya que le sorprendan. Como uno de los detectives privados más prestigiosos del planeta y responsable de la agencia Marco & Co y de Método 3, las ha visto de todos los colores y de todos los sabores. Pero considera que su profesión es poco conocida, y por eso quiere divulgarla. Atiende al Diari a pocas horas para el Nàstic-Murcia. Después de liderar la investigación contra Eder Mallo, que posibilitó la querella presentada por el Nàstic contra el colegiado, repasa el caso y su trayectoria, que comenzó en 1985, en esta entrevista.

¿Cómo le llega el tema Nàstic?

Poco después del partido contra el Málaga porque la junta directiva consideró que había sido un robo y quería llegar hasta las últimas consecuencias. La investigación ha sido muy potente, con una gran querella presentada por el abogado Fermín Morales. Hemos trabajado a fondo porque la junta quería dar una explicación a su afición, que sabe que hubo algo que les impidió subir a Segunda División.

Una de las pruebas ‘estrella’ es el famoso audio de ‘al 3 le tengo cogida la matrícula’.

Es dos noches después del partido. Esa pieza se utilizó para ampliar información. Es un audio que habla de antes del partido, pero grabado después. La persona a la que se lo transmiten explica lo que el árbitro le había dicho antes.

¿Cree que habrá consecuencias para el árbitro?

Es muy objetivo que el acta arbitral es distinta a lo que dicen los Mossos d’Esquadra y a lo que él mismo manifiesta después, cuando cree que nadie le está escuchando. Si eso tiene repercusión jurídicopenal o no, deberá decirlo el juzgado, pero lo que no podrá decir es que el acta es certera.

¿Quién es Paco Marco?

Vengo de una familia de juristas pura y dura. Mi abuelo fue juez, mi padre abogado y, mi madre, en 1985, montó una agencia de detectives. Yo siempre fui un tipo inquieto y empecé a colaborar allí haciendo cosas que nadie más podía hacer porque era solo un crío, tenía 14 años. Empecé mis primeras investigaciones y me picó el gusanillo. Luego estudié la carrera de Derecho e hice el doctorado, pero siempre quise ser detective.

¿Qué hacía un crío de 14 años trabajando de detective?

Meterme en sitios donde un adulto jamás podría entrar. Una de mis primeras investigaciones fue en Olot: me integré diciendo que estaba haciendo un trabajo escolar sobre la zona volcánica.

¿Y su hijo?

Le hice hacer su primera investigación cuando era un bebé: me lo llevé en su carrito. Desde pequeño, lo llevaba conmigo, a veces para comprar cromos falsificados en el mercado. Al final, quienes nos dedicamos a esto creamos personajes para las investigaciones, y un niño, un crío, un bebé, siempre funcionan.

«Hemos trabajado a fondo porque la junta quería dar una explicación a su afición, que sabe que hubo algo que les impidió subir»

¿Quiso seguir sus pasos?

No. A los 17 montó su propia empresa y me tiene prohibido decir cuál, porque su storytelling es que viene del mundo de la calle y, si yo dijera que soy su padre, parecería un ‘pijo’ y no le gustaría.

¿A qué hora se levanta Paco Marco?

Me despierto sobre las 5:30, pero no salgo de la cama hasta las 7:30. Esas dos horas son para planificar mi día, ducharme y pensar. Además, escribo uno o dos libros al año, y eso se hace fuera del horario laboral. Mi último libro, con Mayka Navarro [La fugida], surgió de una idea a las 5:30 de la mañana. A esa hora es cuando mi mente funciona mejor.

¿Y cuántos cafés toma?

Hoy son las 10 de la mañana y ya llevo cuatro. Es una mezcla de rutina y necesidad. Mi cuerpo está activo muchas horas, como y ceno fuera cada día y el café ayuda a mantenerse despierto.

¿Esa vida frenética le dificulta la conciliación familiar?

Hasta los 40 años, cenaba con cualquiera. Ahora, solo ceno con quien me aporta. Ceno mucho con mis hijos y, por ejemplo, ayer estuve con Mayka Navarro, que es mi mejor amiga.

¿Algún caso especialmente complicado o desafiante?

Lo que más me ha marcado, y para mal, son los casos relacionados con menores. Hace unos 15 años desmantelamos una red de pederastia, y eso deja huella. Profesionalmente, soy duro y resistente, pero, personalmente, soy muy padre, muy amigo, muy cercano.

Ha investigado el Caso Malaya, la desaparición de Madeleine McCann, ha descubierto la identidad de Banksy... ¿Con qué disfruta más?

Cuando me ha dicho Madeleine McCann, mi cara se ha mantenido impertérrita, pero, cuando ha dicho Banksy, me ha salido una sonrisa... Creo que nunca había hecho esta reflexión, pero a mí me gusta todo lo que da a la sociedad.

¿Tiene alguna espinita clavada?

Respiraré tranquilo el día que se sepa definitivamente dónde está Madeleine McCann.

¿Cómo fue lo de Banksy?

Tiene aristas. Se me ha criticado diciendo que si alguien quiere permanecer oculto por qué yo tengo que desvelar quién es, pero creo que da respuestas a preguntas que los que somos aficionados al arte nos habíamos hecho. Había periodistas que llevaban años investigando. En mi caso, todo surgió de una apuesta con mis hijos y la investigación duró unos dos meses.

«Respiraré tranquilo el día que se sepa definitivamente dónde está Madeleine McCann»

¿Y el libro sobre Puigdemont?

Todo el mundo se preguntaba cómo lo hizo. Ahí está la respuesta, sin ataques, con respeto. Esos casos que aportan algo a la ciudadanía son los que me sacan una sonrisa.

¿Mayka Navarro y usted hablaron con Puigdemont?

Fue un libro a cuatro manos puras. Todas las reuniones con las fuentes las hicimos juntos. Hubo fuentes que no quisieron sentarse conmigo, pero casi el 90% de las entrevistas se hicieron a cuatro manos. Es un libro absolutamente off the record, no identificamos a ninguna fuente. Nos sentamos con absolutamente todos los implicados.

¿Y del caso que más orgulloso se siente?

A nivel de éxitos empresariales, no suelo presumir. Quizás el tema del Nàstic me ha interesado, pero no tanto por la investigación en sí, sino por cómo un club lucha contra una injusticia a través del trabajo de un detective. Eso es algo que nunca se ha hecho y que le da prestigio a nuestra profesión.

¿Cómo fue volver a Tarragona?

Mi madre, además de tener la agencia Método 3, tenía inversiones en otras agencias. A los 18 años, entré en una en Tarragona donde tenía participación. Además, veraneaba en Coma-ruga. Y ahora trabajo para 10 de las 50 empresas más importantes de Tarragona, investigando temas laborales, fraudes, medioambientales... Volver a donde empecé siempre me ha hecho mucha ilusión. Veníamos aquí dos veces al año a repartir beneficios. Recuerdo que me compré una cámara antigua con mi propio dinero y trabajaba haciendo fotos. Tarragona tiene un lugar especial en mi corazón. He trabajado para casi todos los equipos de España, y que el tema del Nàstic fuera aquí, pues me hizo mucha ilusión.

$!El detective Paco Marco, tras la entrevista concedida al ‘Diari’. Foto: Marc Bosch

¿Por qué contratan a un detective los clubes de fútbol?

Hay mil motivos: desde falsificación de merchandising y reventas hasta para controlar los horarios de los jugadores. He trabajado siguiendo a muchos. Al final, son empleados y tienen que cumplir horarios, igual que en cualquier empresa.

¿La fama y la visibilidad dificultan su trabajo?

Es inevitable. Uno de mis libros fue de los más vendidos en Sant Jordi, y estuve haciendo promoción. Pero sigo llevando investigaciones. Hace cuatro años, estaba en la plaza de Ámsterdam grabando a un narcotraficante. Hay investigaciones que, por carácter, no sé delegar. Aunque tengo un equipo maravilloso, hay cosas que sigo haciendo yo.

¿Qué cualidades debe tener un buen detective?

Las mismas que un buen periodista: saber escribir bien, porque todo acaba plasmado en un informe; capacidad de adaptación, para estar un día vestido de traje y al siguiente de forma discreta; un cerebro capaz de moverse entre ambientes distintos, y una visión clara de lo que ocurre en el día a día. Yo leo entre cinco y seis periódicos cada mañana. No necesitas mucho más. Al final, un detective es un híbrido entre abogado y periodista.

¿Tiene muchos dilemas éticos?

Muchísimos. Pongo un ejemplo: si alguien viene a pedir que investiguemos a su pareja, primero debemos pensar si es por una legítima sospecha o si, por el contrario, es un maltratador buscando a su víctima escondida. Igual con empresas: si un jefe quiere saber si su empleado está de baja fingida, debemos asegurarnos de que no haya un acoso previo. Doy muchos ‘noes’ por conflictos de interés.

«Tarragona tiene un lugar especial en mi corazón»

¿Qué diferencias hay entre una investigación privada y una policial?

El policía sabe que quiere algo y puede acudir a un juez para obtener autorizaciones, mientras que nosotros debemos ingeniárnoslas para conseguir la misma información dentro de la legalidad. Esto nos obliga a ser más creativos.

Si le pidiera que ahora mismo usted me dijera mi dirección, ¿cuánto tardaría en saberlo?

Poco. Muy poco.

¿Son herramientas móviles?

Son bases de datos privadas. Para poner un ejemplo, cuando conocí a mi pareja, ella vivía en un piso de alquiler con una amiga suya. Me hizo una apuesta, me dijo ‘recógeme en casa’, sin decirme la dirección. Ella esperaba que yo no llegara. Pero se la recogió en casa.

¿Hemos vendido nuestra alma a Google?

Estamos haciendo un libro con Fermín Morales y con el profesor Luis de las Heras sobre los datos de carácter personal. Tenemos nuestra alma absolutamente vendida en forma de datos a las tecnológicas, no solo a Google. Llegará un momento en el que tendrá que regularse porque, si no, van a controlar nuestra vida.

Nosotros mismos publicamos fotos en Instagram diciendo dónde estamos.

Estamos enviando fotos con el posicionamiento. Yo, de determinadas fotos –con una mera herramienta pública–, le puedo decir exactamente dónde están tomadas. No nos damos cuenta del riesgo que supone. ¿Hacemos una prueba?

Me hace una fotografía y, con una herramienta privada, consigue decenas de imágenes que ni yo mismo recordaba en las que aparece mi rostro. Afirma que fue la herramienta que utilizó para saber si la mujer de Banksy era ella.

Tras tantos casos, ¿dónde encuentra la motivación?

En el chute adrenalínico de descubrir algo nuevo.

«Hasta los 40 años, cenaba con cualquiera. Ahora, solo ceno con quien me aporta»

¿El hecho de que su profesión sea tan poco conocida, cómo le perjudica?

Es una profesión poco conocida, y si no se transmite lo que podemos hacer, no recurren a nosotros. Muchas veces ni los abogados saben para qué sirve un detective.

¿A nivel de literatura y cine, cree que los detectives están bien representados?

Salvo en mis novelas, donde están muy bien representados, no. Se les pone demasiada farándula. En películas y libros, el detective resuelve todo con un botón, lo cual es un recurso fácil para no profundizar en el trabajo.

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