El Reus se arropó en la inventiva de Ricardo Vaz para solventar la noche de Carnaval. El portugués hizo la diferencia en un envite difícil de digerir, muy de la categoría y de la época actual. Con todos los objetivos en el alambre, los equipos ya no conceden nada, ni quiera el Vilassar, muy competitivo y, a veces, hasta maniático. El líder, eso sí, guardó una victoria de oro. De las que cuentan doble.
No fue un primer tiempo agradable de gestionar, el rival le cedió la pelota al Reus, lo confió todo a la transición y a una organización defensiva militar. El plan del Vilassar se ajustaba a la poca continuidad, que sucedieran pocas cosas, y sobre todo en los minutos finales del episodio inicial al alcanzó esa premisa. Dio la impresión de que el Reus coronaba el descanso con un punto de frustración.
Antes dispuso de un remate en boca de gol de Aitor Serrano que no rebasó la línea en su totalidad de milagro. El pie del guardameta visitante lo impidió. El fútbol del Reus fluía sobre todo por fuera, con Aitor Serrano y Pol Benito quisquillosos. Se sumaba de vez en cuando Alberto Benito. Va en su naturaleza. Es un lateral que ama el ataque, sujetarlo resulta misión imposible. Esa ambición da réditos beneficiarios.

Los rojinegros protestaron un penalti a Ricardo Vaz, su rival pareció impactarle, sobre todo por las muestras de dolor que exhibió el luso, que se marchó al intermedio renqueante, con el tobillo dolorido. Los mensajes que mandaba el partido eran claros; había que contar con una dosis extra de paciencia. Masticar la conquista. No quedaba otra.
En la dificultad, el Reus disfruta de un argumento para descoser enredos. Lo es Ricardo Vaz, que revive un momento de forma extraordinario. Compareció pronto para ofrecer confort y, sobre todo, tranquilidad. Y en el fútbol, la calma solo se consigue con los goles. El portugués tiró un movimiento profundo hacia el costado diestro. Le llegó la pelota por delante, en una acción que nació en Alberto Benito. En la definición, Vaz enseñó delicadeza, con un gesto técnico; clack. Besó la red la pelota. El enganche se dirigió a la zona de la grada donde se acomoda su familia. Allí celebró.
Quedó claro, en todo caso, que la versión más estética del Reus quedó para otra noche. En Carnaval no hubo más remedio que mancharse en el barro. Va con el oficio.
El Reus necesitó de Campanera con el desenlace repleto de incertidumbre. Anduvo firme el meta, que desde que se ha apoderado del arco no ha recibido un gol. Esa parada y la solvencia colectiva para gestionar el botín prolongaron el liderato del Reus.