Tarragona corona al Espanyol
El primer equipo blanquiazul derrota a un Barça plagado de futbolistas del filial con un solitario gol de Caicedo

El Espanyol posa con el trofeo que le acredita como Supercampeón de Catalunya.
La II Supercopa de Catalunya fue para quien la quiso, un Espanyol que prestigió la final con un equipo de Primera. El Barça se presentó en Tarragona con más de medio filial, en un alarde de desvalorización de la máxima competición catalana. Había acordado venir con buena cara. Pero ya se sabe. O pasta (como Qatar) o nada. El fútbol globalizado no entiende de sentimientos territoriales. Así que Messi, Suárez, Neymar y compañía se quedaron en Barcelona.
Habrá que ver dónde queda la Supercopa en el futuro. Seguramente desaparecida. Su normativa y fundamentos quedaron ninguneados y no le queda mucho margen para las promesas incumplidas.
Críticas extradeportivas al margen, el equipo de Luis Enrique fue mejor sobre el césped. La posesión fue predominantemente barcelonista. Pero fue el Espanyol quien golpeó primero. La jugada nació de los pies de José Antonio Reyes y del error de Mathieu. El francés se dejó ganar la espalda por Caicedo, que sencillamente le puso mayor coraje. Pescó la pelota y le puso fantasía. Dos toques en una baldosa para superar a Masip y anotar el primer gol del encuentro. El ecuatoriano fue un incordio constante para la zaga azulgrana. Uno de esos delanteros islotes que insufla trascendencia a pelotazos errantes. Impuso su físico y le sacó partido para generar ocasiones frente a un Marlon temeroso y un Mathieu temerario. El central galo sigue de capa caída. Cada actuación empeora la anterior.
Había pocos jugadores del primer equipo y Demichelis casi lesiona a uno de los pocos que se desplazaron a Tarragona a las primeras de cambio, con una fea entrada sobre Arda Turan.
El Espanyol reforzó su planteamiento defensivo con un Barça sobón de balón. Los adornos le deslumbraban. Paco Alcácer se movía inquieto. Lejos de la zona de posesión. La frustración le tiene ofuscado y le han sembrado de dudas. Ya no sabe qué movimientos hacer. Sus ofrecimientos caían en saco roto. Denís y André Gomes cocinaban sin atenerse a los gritos de auxilio del de Torrent que apenas tocó balón durante los primeros 45 minutos.
El dominio de los hombres de Luis Enrique era áspero. Arda abría espacios para volverlos a cerrar con diagonales imposibles ante la muralla blanquiazul. El único barcelonista capaz de superarla fue el joven Álex Carbonell. El futbolista respondió bien al reto de altura que exige esa posición de mediocentro defensivo creada a imagen y semejanza de Busquets. Recuperó una pelota en la presión y se lanzó a correr aventuras en terreno rival. Abrió una grieta para Denís Suárez que controló y le pegó duro abajo que Roberto despejó.
El dominio del Barça se acrecentó en el segundo tiempo. Encerró al Espanyol en su campo. Tampoco se le vio estresado al equipo de Quique Sánchez Flores. Ni siquiera a sus jugadores más ‘peloteros’ como Jurado, Reyes o Salva Sevilla. Este último dispuso de una buena opción de marcar con un tiro desde el balcón del área desviado.
Paco Alcácer siguió negado. No llegó por milímetros al centro que le sirvió Aleñà desde la derecha. Levantó la planta del pie pero no alcanzó a conectar con el cuero.
Nili, el prometedor lateral derecho del Barça B, pudo igualar el choque en un tiro cruzado a la salida de un córner. Reafirmó el buen destino que le auguran con una jugada personal que acabó Denis Suárez con un golpeo a los guantes de Roberto.
El partido languideció con un Barça basculando de lado a lado y un Espanyol bien armado, resguardado en su propio campo, que ofreció oficio y manejo para asegurar el título.