Un Andorra vistoso, pero débil atrás

Toque y gol. El conjunto de Sarabia, rival hoy del Nàstic, es un equipo divertido de ver, pero al que le está faltando contundencia en fase defensiva

02 octubre 2021 19:00 | Actualizado a 03 octubre 2021 05:00
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El Andorra de Eder Sarabia es un equipo de autor con un sello muy marcado. Probablemente junto al Barça B se trata del conjunto del grupo II que más apuesta por el juego posicional y asociativo. Influenciado por la visión futbolística de Quique Setién, del que fue segundo entrenador en el Betis y en el Barça, Sarabia es un técnico que siempre apuesta por el balón y por salir jugado con él desde atrás. Le encanta progresar mediante el pase y situar a su equipo en campo contrario para a partir de ahí intentar generar mediante la combinación.

El esquema de juego que suele utilizar el Andorra es un 4-3-3, aunque a veces se transforma en un 4-2-3-1, ya que Rubén Bover es un interior que tiene mucha capacidad de llegada y que acude al área en segunda línea. Algo similar le pasa al otro interior, Héctor Hebel, un jugador con mucha calidad y que suele caer al costado izquierdo. Sergio Molina es el mediocentro más posicional y el que no adelanta su posición, ya que tiene la misión de contener el centro del campo y estar atento a las vigilancias junto a sus centrales.

El Andorra cuando ataca lo hace sin complejos y con todo. Un equipo que sube a sus laterales de manera considerable para buscar generar el 2 vs 1 con sus extremos. Se podría decir que si los andorranos se sitúan en campo contrario y atrincheran al rival, atacan con siete y defiende con tres. El juego del equipo es claro, toque y libertad en los metros finales. Allí los extremos disponen de privilegios para buscar el uno contra uno y saben que cuentan con la ayuda de los laterales que siempre están listos para doblarles o ser una línea de oxígeno. En ese juego de asociación y creatividad resulta clave un Carlitos Martínez que se trata de un killer, pero con capacidad para recibir entre líneas y generar espacios.

No hay que esconder que este Andorra es un equipo con mucho talento y con una gran cantidad de recursos ofensivos que le convierten en un conjunto imprevisible si loga situarse en campo contrario. Precisamente eso intentará el Nàstic que no suceda, ya que Raül Agné siempre ha dejado claro que a los equipos que les gusta jugar con el balón no hay que dejarles y la mejor manera de ellos considera que es haciendo una presión en bloque alto que el conjunto grana ya ha demostrado dominar en algunas fases de los primeros encuentros de la temporada.

Más allá del buen nivel ofensivo del Andorra hay que recalcar que es un equipo que está teniendo fases de buen juego, pero que en ciertos momentos de los encuentros está pecando de falta de competitividad y eso le está penalizando. Suele ocurrir con equipos que retroalimentan solo una idea de juego y que arriesgan tanto con el balón.

Comenzó ganando al Linares por la mínima y desde entonces no conoce la victoria. Tres empates y una derrota es el bagaje de un equipo que ha encajado seis goles en los últimos cuatro partidos. Un dato que refleja que el gran déficit de los de Eder Sarabia es su fase defensiva.

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