Anatoly Kárpov, leyenda viva del ajedrez, campeón del mundo en los 70 y 80 y célebre por sus duelos con Gary Kasparov y su rivalidad con Bobby Fischer, paró la partida, aplaudió y le pidió las tablas a Xavier Mompel (Tortosa, 11 años). Habían pasado dos horas y media y 44 movimientos y el maestro ruso no veía final para un duelo tremendamente nivelado. El pequeño Xavier, jugador del Club Escacs Valls, se quedó parado y sorprendido pero, claro, aceptó el empate contra el mito.
«Ya era muy difícil que ganara uno u otro y si uno arriesgaba tenía muchas opciones de perder», resume Xavier Mompel, el padre del chico, una perla precoz de la disciplina, que mantiene la calma pese al éxito logrado. Él y sus padres fueron felicitados por autoridades como el embajador ruso y recibieron la hoja de la partida de la Federación Portuguesa de Ajedrez y el tablero firmados por Kárpov.
Recibir el aplauso del legendario Anatoli Karpov y que te ofrezca tablas será para ti algo que jamás olvidarás. pic.twitter.com/IWxPuMPZUb
— Xavi Mompel (@xavi_mompel)August 30, 2021
El campeón ruso, una figura tan trascendente que está arraigada al acervo popular, jugó contra 20 rivales en estas partidas simultáneas. Ganó a 19 y empató con Xavier. A pesar de su corta edad y de que, por generación, Kárpov está más en el imaginario colectivo de sus padres, Xavier conocía muy bien la dimensión de su adversario. «Él no le ha visto jugar pero sabe quién es, conoce la historia, es un estudioso del ajedrez y era consciente de que estaba ante una leyenda, pero pudo demostrar que no le cohibió, que le jugó de tú a tú», relata su padre.
Francesc Blasco, director deportivo del Club Escacs Valls, se deshace en elogios hacia una joven promesa que, en realidad, es toda una realidad: «Tiene mucho potencial y mucho futuro. Tiene mucho talento, pero, además, es trabajador y esa es una de las claves. Los niños talentosos piensan que con eso tienen bastante, y van haciendo, pero en su caso no es solo eso, porque además de todo, se esfuerza mucho». Sobre la partida portuguesa con Kárpov apunta: «Estaban los dos con piezas menores, pero todo estaba realmente muy equilibrado».
Todo ello sucede mientras el chaval sigue con los pies en el suelo, gozando de la práctica pero centrado en los estudios. «Le hacemos ver que las cosas son para disfrutarlas y luego hay que seguir adelante. Sabe que es importante lo que ha hecho, pero ya está, no hay que recrearse, sino aceptarlo como una experiencia más y seguir», cuenta el padre, responsable, junto a toda la familia, de arropar a Xavier y protegerle en su crecimiento dentro de un entorno de gran exigencia mental.
«No perdemos de vista que es un deportista y como tal hay que cuidar los horarios, los descansos, la alimentación. Sabemos que competir así tiene su desgaste, con viajes largos, y hay que buscar momentos de relajación», cuenta Xavier sobre su hijo, un ajedrecista que ya es referente internacional, aspirante a los mejores laureles de la especialidad y desde hace unos días con una línea más en su palmarés creciente: conseguir lo que logró alguna vez Gari Kasparov, las tablas contra Kárpov en aquellos desafíos ochenteros para la historia de deporte.