Dana Alice
Concejal de La Ràpita: "La alerta llegó tarde. A los 5 minutos de sonar, ya estaba todo inundado"
Unas setenta personas quedaron atrapadas más de seis horas en un pabellón inundado, donde se estaba celebrando la feria Orígens de La Ràpita. Vivieron momentos de tensión y de pánico

Los atrapados se ubicaron en las gradas.
Parecía un domingo normal en el barrio con más solera de La Ràpita. Los vecinos del Xicago llevaban todo el fin de semana de celebración con la feria Orígens, un festival que busca conmemorar las tradiciones y la identidad del municipio y que está inspirado en los años veinte. Pese a la lluvia, la feria empezó el viernes y siguió el sábado. Ayer domingo era la última jornada.
Los organizadores cambiaron la ubicación de algunas actividades, que pasaron de celebrarse al aire libre a pabellones cerrados.
Todo transcurría de forma normal hasta las seis de la tarde, cuando los presentes recibían un mensaje al teléfono móvil que alertaba de lluvias torrenciales e inundaciones. En ese momento, un coro estaba cantando en el escenario del pabellón del Xicago. Francina Molina, concejal del Ayuntamiento y organizadora de la feria, lo explica así: "en ese mismo instante decidimos suspender todo lo que estábamos haciendo. Empezamos a desalojar el pabellón. Pero cinco minutos después de sonar la alerta, ya estaba todo inundado y era imposible salir al exterior".
Pudieron desalojarse unas 130 personas. Otras setenta quedaron atrapadas dentro del polideportivo. La cantidad de lluvia que caía, el canal desbordado y el agua entrando dentro del pabellón, no dejaba que salir a nadie. "Fue cuestión de cinco minutos. Estaba todo el barrio inundado y el agua empezaba a entrar por las dos puertas y por los lavabos", relata Molina.
Los atrapados vivieron momentos de auténtico pánico y tensión, ya que, además, se fue la luz y se estaba haciendo de noche. "No veíamos nada y no podíamos parar de pensar en lo ocurrido hace un año en la Comunitat Valenciana. La situación a fuera era horrible. El canal estaba desbordado y el agua arrastraba a los coches. Pasamos miedo", dice la concejala, quien reconoce que la actitud de la gente fue muy buena en todo momento.
De repente, la lluvia menguó, el agua dejó de entrar y la luz volvió. "Aquí nos tranquilizamos un poco. Menos mal que había una taberna de la fiesta y los más pequeños podían beber y comer", explica Molina. Los atrapados se concentraban en la parte más superior de las gradas del pabellón. Pese a que había llegado un poco de calma, la gente no quería salir. "No era seguro, imagina que hay las alcantarillas abiertas, por ejemplo", explica la concejala.
Sobre la una de la madrugada, la policía llegó al lugar y un camión de la brigada municipal empezó a desalojar a los atrapados de 12 en 12. Primero, los niños y los ancianos y, después, el resto. Francina, quien estaba con su marido y su hijo de dos años, fue la última en salir del polideportivo.
Los daños materiales son muchos, pero Molina celebra que no hubiera ningún desaparecido. "Mi opinión es que la alarma sonó tarde. No nos dio tiempo ni de salir de donde estábamos", explica la concejala.