‘Eh, ¿a dónde vais, tan solitas?’

La violencia sexual en el ocio nocturno. Ayer el Observatorio Noctámbulas dio una charla en Tortosa sobre la relación entre alcohol y drogas y violencia

08 marzo 2018 09:20 | Actualizado a 10 marzo 2018 11:50
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A ver, ¿cuántos de vosotros habéis cambiado de acera alguna vez si habéis visto un grupo de hombres?».

Y la sala se llena de brazos alzados.

«Veamos, ¿a cuántas de vosotras, si vais con otras amigas, os han dicho ‘¿y a dónde vais tan solitas?’».

Y los brazos de la sala vuelven a alzarse.

De una forma muy cercana, entretenida, a la vez que clarividente, la investigadora del Observatorio Noctámbulas (Fundación Salud y Comunidad) Ana Burgos logró ayer captar toda la atención y participación de los jóvenes estudiantes en una aula magna del Campus Terres de l’Ebre de la Universitat Rovira i Virgili de Tortosa completamente llena.

Este observatorio pretende profundizar en la relación existente entre el consumo de drogas, el acoso y otras violencias sexuales en los contextos de ocio nocturno. Este proyecto está realizado por la Fundación Salud y Comunidad y se enmarca en su Línea de Drogas y Género. Burgos trató la situación de violencia de género que se vive en el ámbito del ocio nocturno, un tema que ha tomado mayor relevancia con la violación de ‘La manada’, de los San Fermines 2016.

«La noche es un ámbito muy interesante porque amplifica cosas que también suceden en el ámbito doméstico», explicaba. «El consumo de alcohol o drogas es un agravante para las mujeres, mientras que es un atenuante para los hombres, en caso de juicio. Eso de ir borracho y no saber lo que haces». La culpabilidad de la víctima y el cuestionamiento de su versión son otros elementos que también han aparecido en casos com en el de «la manada».

Y es que la violencia sexual, en cualquiera de sus formas, también la verbal, no ha sido identificada como uno de los principales riesgos de la noche para las mujeres. «Hay un mito y es que se cree que la violencia sexual solo es una violación con fuerza física». En el momento de ser inquiridas, la mayoría de mujeres niegan haber sufrido una violación. «Pero hicimos una encuesta, y el 14% de la mujeres respondieron que sí habían sido violadas alguna vez sin violencia, si iban borrachas, si estaban dormidas, o forzadas a tener relaciones por sus propias parejas. Y eso también es una violación», determinaba Burgos. 

Por ese motivo la coordinadora no preguntó a la sala si alguna había sido víctima de violencia sexual sino si alguna vez habían evitado un grupo de hombres por esquivar comentarios ofensivos, o si habían vuelto a casa de noche hablando con su mejor amiga por teléfono. Los pequeños detalles que condicionan muchos de los actos cotidianos, por miedo.

Educados desde niños

Otro de los mitos expuestos por Burgos es cómo el consumo de alcohol se vuelve la causa de la violencia. «En el momento que una mujer dice ‘no’ a partir de ahí ya hay una violación», detalló Burgos. «Y que una relación sexual sea consentida al principio no significa que lo sea todo lo que venga después». 

Precisamente en un 80% de violaciones el autor es alguien cercano a la víctima. «Un colega, alguien con quien habías tenido alguna relación o tu propia pareja. Debemos romper el mito de ese ‘monstruo’ violador desconocido que nos acecha en una calle oscura». 

Sin duda, muchos actos machistas son hereditarios de toda una cultura de la violación. «En la publicidad por ejemplo se erotiza la violencia sexual contínuamente. Los hombres son educados como ‘machitos’ para conseguir todo lo que quieran», consideró.

Burgos también dio algunas cifras escandalosas como la de que cada día se cometen más de dos violaciones en España. Y las denunciadas solo son un 10%. 

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