Els Alfacs: 40 años de la mayor tragedia de Tarragona

Sucesos. El chorro abrasador arrasó el camping lleno de veraneantes y llegó hasta el mar, cuya agua, repleta de campistas que huían de las llamas, hirvió varios minutos

11 julio 2018 09:07 | Actualizado a 11 julio 2018 09:33
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Eran las dos y media de la tarde de un martes más del mes de julio de 1978, exactamente del día 11. Decenas de campistas que llenaban en camping Els Alfacs, perteneciente al término municipal de Alcanar pero muy cerca del núcleo urbano de Sant Carles de la Ràpita, disfrutaban de la comida sin saber que estaban a punto de ser víctimas de una de las peores tragedias que se recuerdan en España.

Un camión cisterna cargado (en exceso) de propileno, que había salido a media mañana de la refinería de Enpetrol de La Pobla de Mafumet con destino a una petroquímica de Puertollano (Ciudad Real) explotaba mientras circulaba por la N-340, a la altura del camping. Un enorme bola de fuego envolvió en cuestión de segundos Els Alfacs. El chorro abrasador, que alcanzó más de 2.000 grados centígrados, bajó desde la carretera, en dirección a la playa, y calcinó todo lo que encontró a su paso. Achicharró 58 coches, una motocicleta y decenas de autocaravanas. Y lo peor,  mató al instante a 158 personas y dejó heridas de muerte a otras 57, que acabarían falleciendo, además de 70 graves que sobrevivieron.

La llamarada desembocó en el mar Mediterráneo, donde muchos de los campistas se habían refugiado del fuego, sin saber que el agua estaba hirviendo, hasta tal punto que muchos murieron a pesar de estar en remojo.

La conmoción por la tragedia de Els Alfacs traspasó fronteras, teniendo en cuenta que la mayoría de los veraneantes que llenaban el camping eran extranjeros (belgas, franceses y alemanes). Familias enteras perdieron la vida elevando el dramatismo del suceso hasta límites inimaginables. Numerosos corresponsales de medios extranjeros se desplazaron hasta la zona 0 para cubrir la noticia y las labores de indentificación de las víctimas fue muy lenta, teniendo en cuenta que estaban calcinadas.

Una de las consecuencias más importantes del suceso es que, desde este fatídico 11 de julio de 1978, se cambiaron las normas de seguridad para el transporte de mercancías peligrosas por carretera. Se impuso la obligatoriedad de instalar válvulas de alivio de presión en las cisternas que transportaban determinadas sustancias inflamables y se diseñaron rutas adecuadas fuera de los núcleos urbanos para el transporte de mercancías peligrosas.Cuatro años después de la tragedia, la Audiencia de Tarragona condenó al jefe de seguridad de Enpetrol por no avisar del exceso de carga, y al director de la refinería a un año de prisión e indemnizaciones a los perjudicados.

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