En busca del Ebre perdido

‘Ciutat de Llops’. El escritor de Ascó Andreu Carranza presenta su novela, con la que cierra puertas del pasado

01 enero 2018 15:14 | Actualizado a 03 enero 2018 10:01
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Niebla, mucha niebla, leyendas, seres míticos e intrigantes historias son los ingredientes que acompañarán a los lectores que se dispongan a subir al llagut de Andreu Carranza en su última novela Ciutat de Llops, una obra que sumergerá a todos, personajes de ficción y lectores, en las profundidades de un río Ebre que esconde un sinfín de misterios.

¿Hacia dónde se dirige la tripulación? ¿Qué busca el llagut? ¿Qué persigue Ciutat de Llops? «Un paraíso perdido, al mismo tiempo que la conciencia de que la tierra prometida ya no volverá porque la niebla del tiempo y del progreso se ha cargado aquella autenticidad», aseguró el poeta y amigo de Carranza, Albert Guiu, el día de su presentación en la Llibreria La Capona de Tarragona.

Este paraíso perdido -cuenta Andreu Carranza- no es otro que un Ebre «que yo recuerdo que si te bañabas y tenías sed sólo debías beber agua directamente. Un Ebre que era de un color verde oscuro, del que no se veía el fondo porque el agua es así, no como el actual que es transparente, artificial. El paraíso también es un Ebre en el que había multitud de peces que han desaparecido y han sido sustituidos por otros foráneos, como el siluro, que se lo ha cargado todo. Es un Ebre donde no había algas. Aquel Ebre que yo tengo dentro de mi memoria y que era el espacio de los juegos y de la vida desapareció, y aquí voy a buscarlo». 

Por todo ello Ciutat de Llops no es cualquier viaje, sino que es una creación muy especial del escritor ebrense. «En esta obra personalmente he hecho una catarsis, un viaje a mí mismo dentro de mis obsesiones como escritor», explica. 

¿A qué obsesiones se refiere Carranza? En la novela aparece uno de los símbolos recurrente en toda su trayectoria, la figura del padre. Incluso Eban, el protagonista, se embarca en el llagut con el objetivo de buscar a su progenitor, un llaguter que navegó por el río Ebre, desapareció y del que nadie encontró nunca ni rastro. «En la novela hago un viaje para reencontrarme con el paraíso de mi infancia y también para reencontrarme y hacer las paces conmigo mismo y con mi padre. Cierro puertas del pasado. Es importantísimo», revela el autor. Unas puertas del pasado que son las de su vida personal.

Una fábrica, una vida

Se da la circunstancia de que el padre de Carranza, Joan Carranza, era el alcalde de Ascó cuando llegaron a la zona a instalar la central nuclear. «Hubo una lucha ecológica y antinuclear muy potente. Yo era adolescente. Pertenecía a una familia de nueve hermanos y aquello a mí me marcó mucho», recuerda. «Incluso mi padre dijo públicamente que si se ponía en marcha la central nuclear se exiliaría» -continúa- «y así lo hizo, con el desarraigo que eso nos provocó». Toda la lucha antinuclear de aquella época está nítida en la memoria de Carranza. «En el momento de romper con la dictadura del general Franco, lo del ecologismo era una cosa que eclosionaba como una vanguardia. Alemania, Inglaterra... y Ascó. Era rarísimo. En la sastrería del carrer Major de Ascó mi padre recibía a periodistas y cadenas de televisión alemanas, holandesas e inglesas. Yo veía a mi padre como a un héroe, pero al mismo tiempo, por esta química personal que hay entre las personas, no nos entendíamos».  

Y aquella espina en su relación con su progenitor se le quedó grabada en lo más hondo de su ser hasta que ha encontrado el momento de arrancársela, en lo que para Guiu es su «obra más brillante a nivel sensitivo y de emociones porque Andreu se desnuda totalmente» en lo que a pensamiento se refiere. 

Para este poeta, la novela es toda una lucha basada en el amor a su tierra, a su río. «Tira flechas contra un progreso que obviamente llegó y que multiplicó las esencias de las Terres de l’Ebre y de nuestras poblaciones y que al mismo tiempo se pone en entredicho con un interrogante que ahora se está respondiendo, cuando llega el final de la fábrica de Flix y la certeza de que la nuclear no durará toda la vida. 
«La obra personifica el río, el barco, personifica la lucha que Andreu vivió cuando era joven», sentencia Guiu.


La historia de la novela Ciutat de Llops se remonta a 13 años atrás, cuando quedó acabada pero también eclipsada por el éxito que en aquel momento estaba teniendo otra de sus obras. «Yo tenía una trayectoria de una literatura muy personalizada, muy focalizada en una zona... y ocurrió que La Clau Gaudí se proyectó a 30 lenguas, algo que evidentemente es una gran satisfacción para un escritor, pero, por otra parte, Ciutat de Llops quedó parada. A partir de aquí adquirí con el libro una relación diferente. Lo tenía en el cajón y era una forma recurrente de volver a la novela, de volverla a leer, de darle un significado», comenta el escritor. 

«¿Qué se ha hecho con el paisaje del Ebre?» Es la pregunta que lanza al aire Carranza y que lleva implícita la novela. Es al mismo tiempo una acusación a toda una generación. «Qué hemos hecho con el río, cómo dejamos el paisaje a las generaciones futuras», preguntas todas ellas que ya han levantado «alguna que otra ampolla» en el territorio. A pesar de todo, el autor considera que alguien del Ebre tenía que decir «mirad lo que hemos dejado» y hacer una acusación global y generacional. «Alguien tenía que decir que de alguna manera las cosas no las hemos hecho bien en los últimos años y que probablemente nos hemos cargado todo un paisaje y un río que no volverá a ser nunca más lo que fue. Y de esto tiene que quedar constancia. Yo me doy por bien pagado de hacer de testigo o de notario de lo que ha pasado en todos estos años, con todos los defectos, mis virtudes y mi subjetividad». 

El autor deja ahora en manos de sus lectores esta Ciutat de Llops en la que acompañarán a Passarius y al resto de la tripulación y quién sabe, igual «en la magia de la literatura, cada uno en su subjetividad puede que también encuentre un viaje hacia dentro de sí mismo», señala Carranza.

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