'En el Astral hemos rescatado bebés aún con el cordón umbilical'

Un médico del SEM y del helicóptero de Móra d'Ebre pasa 75 días a bordo del velero de rescate Astral

19 mayo 2017 17:14 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:53
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Hay una realidad quizá excesivamente simplificada bajo las palabras «tragedia» y «Mediterráneo» y una pátina de frivolidad que otorga sin remedio el lenguaje periodístico. No se trata sólo de salvados y salvadores. De víctimas y de héroes. Se trata, se debería de tratar, de responsabilidades no asumidas, de conciencia, de involucración, de injusticia, de desequilibrio, de guerra, de miedo, de coraje. Pero todos estos términos no se suelen reflejar en cifras o en las frías líneas de las noticias de sujeto, más verbo y predicado. Es en el momento de la concreción de una historia, de una persona con nombre y apellidos, de un niño ahogado en una playa, Aylan, que el mensaje se hace más efectivo, más visceral. Esta es la historia de Guillermo Cañardo.

El 6 de diciembre del 2015, el médico Guillermo Cañardo (Barcelona, 1973) vio en la televisión una entrevista a Óscar Camps, el fundador de la ONG Proactiva Open Arms, en la que explicaba la labor que estaban realizando en la isla de Lesbos y en la que aparecían imágenes de los rescates, en especial de un naufragio que ocurrió el 28 de octubre, con 300 personas. Cañardo acababa de regresar de una aventura, de cruzar el Atlántico a vela, él solo y sin comunicación ni asistencia, en un pequeño velero de 6,5 metros, dentro de la regata Mini Transat, que salió del norte de Francia y llegó a la isla caribeña de Guadalupe. Cañardo, médico del Sistema de Emergencias Médicas y del Helicóptero Medicalizado de Móra d’Ebre y con amplios conocimientos marinos, sintió la urgencia de colaborar. «Ver familias enteras muertas de frío y de miedo en el mar hizo que se me removiese algo dentro», explica Guillermo Cañardo al Diari.

Durante su entrevista con Proactiva Open Arms valoraron especialmente su experiencia en el mar, y Cañardo empezó a colaborar sobre el terreno. Pasó 15 días en la isla de Lesbos y al regresar contactaron de nuevo con él para organizar un hospital de campaña a bordo del velero Astral. En total Cañardo pasó 75 días de trabajo a bordo del Astral, un buque medicalizado cedido por el empresario Livio Lo Monaco para realizar tareas de vigilancia y salvamento frente a las costas de Libia, la misión principal de la ONG y de sus voluntarios.

«He actuado multitud de veces de socorrista, teniendo que saltar al mar en muchas ocasiones para socorrer personas que se estaban ahogando. En situaciones de emergencia en el mar o a bordo he sido también el médico, atendiendo todas las enfermedades o heridas tanto de los refugiados rescatados como del resto de tripulación del Astral», detalla el médico. La mayoría de profesionales de esta ONG trabajan sin cobrar. Al comportar un gran desgaste físico y emocional, se intenta limitar la estancia a periodos de 15 días.

«Resulta muy impactante ver estas precarias embarcaciones con riesgo de naufragio inminente, flotando en medio del mar, sobrecargadas de personas y sin otra opción para seguir viviendo a que las rescaten. Son familias enteras, hemos rescatado bebés aún con el cordón umbilical, prematuros de 1 kilo, embarazadas de parto, niños huérfanos, minusválidos, ancianos… Y todos viajan sin nada, no les queda nada, sólo su propia vida y la esperanza de una oportunidad».

Cañardo ha sido testigo de algunos detalles que no olvidará jamás. «Resultó muy duro descubrir 29 cadáveres amontonados en el fondo de una embarcación de goma el día 4 de octubre, muertos aplastados y asfixiados, en una barca tremendamente sobrecargada», detalla. «La parte que ha resultado más dura y difícil, en los rescates, es decidir a quién salvas antes».

En tres meses y medio en el Mediterráneo Central el Astral ha realizado 86 operaciones de rescate, salvando un total aproximado de 15.000 personas. Cañardo tiene muy vivos aún los recuerdos de dos naufragios del pasado mes de octubre. Uno de un barco de madera con 1.000 personas a bordo, en el que se declaró un incendio y una situación de pánico que el equipo de rescate consiguió controlar permaneciendo a bordo hasta el último momento y evitando el vuelco de la embarcación, lo que hubiese significado el fallecimiento de casi todos. «Otro rescate muy difícil fue un naufragio de una embarcación de goma durante la noche, con muy mala mar. Conseguimos sacar del agua a 113, pero aun así no a todos».

El voluntario apunta que ésta es una crisis humanitaria sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. «La raíz del problema es muy profunda y difícil de solucionar de un día para otro, ya que su origen se encuentra en las guerras y la miseria de muchos países del mundo, fruto de una política global nefasta por parte de los países poderosos», opina. «Una solución provisional a la situación actual sería afrontar de manera realista la acogida de refugiados y crear vías seguras de entrada por tierra, no obligando a estas personas desesperadas a caer en manos de mafias y jugarse la vida en el mar».

El médico apunta que su experiencia en el Mediterráneo ha sido determinante. «A la vuelta, seguramente ayuda a ver la profesión médica desde una perspectiva diferente, más humana. A veces ver problemas de verdad hace que los tuyos dejen de serlo». Pero la historia de Cañardo no termina aquí. Quiere volver al agua. «Nunca, en 20 años de experiencia profesional como médico de urgencias, había tenido la oportunidad de ayudar a tanta gente», afirma. «Y eso me tiene totalmente enganchado».

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