La Fatarella, Pinell de Brai y Caseres pierden concejales por la despoblación

La falta de infraestructuras y el interés de los jóvenes por vivir en la ciudad tiene consecuencias sobre todo para Terres de l’Ebre

14 mayo 2019 12:51 | Actualizado a 24 mayo 2019 12:57
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La pérdida de población implica que algunos de los ayuntamientos que se constituirán tras las elecciones del 26-M estarán conformados por menos concejales, ya que el padrón municipal es el que define el número de representantes de cada consistorio.

Las cifras hablan por sí mismas en las Terres de l’Ebre. Entre 2011 y 2016, las cuatro comarcas de la Terra Alta, la Ribera d’Ebre, Baix Ebre y el Montsià han perdido 10.776 habitantes, el 5,62% de la población.

La incidencia ha sido especialmente grave en los pueblos de menos de mil habitantes y en estas elecciones tres municipios de la Terra Alta perderán concejales a consecuencia de la caída demográfica. Son Caseres –que pasa de 7 a 5 concejales–, y El Pinell de Brai y La Fatarella, que bajan de los 1.000 habitantes y pasarán de 9 a 7 concejales.

El alcalde de La Fatarella, Francisco Blanch, señala que «con menos concejales habrá más trabajo para los que salgan». Blanch tiene claro que la despoblación sólo se puede parar con un proyecto territorial «concertado», donde se impliquen el sector público, el privado y el educativo. «Debemos dar expectativas de futuro y oportunidades a la juventud, a las empresas y los comercios», defiende. También apunta que es el momento clave para «no perder el tren» de las tecnologías y las comunicaciones. «Hay que desplegar la fibra óptica para que se pueda trabajar desde aquí, y desarrollar las infraestructuras que animen el desarrollo industrial».

La comarca tiene oportunidades. La buena salud del sector agrario, a través del vino y el aceite, y también el turismo, deben servir, según Blanch, para detener «el exilio de juventud» que no deja de agravarse en la Terra Alta. 

Los estudios de la Cátedra de Economía Local y Regional de la URV ratifican que desde 2011, a la tendencia de envejecimiento y de baja natalidad se ha sumado el retorno de la migración y la evolución demográfica se ha agravado a la baja.

El catedrático Antonio Duro está convencido de que esta regresión se puede detener. «La política pública del país o del Estado debe velar por la distribución territorial de la población y por que todos los territorios tengan una población mínima para su mantenimiento y una generación económica para proteger los entornos rurales que benefician a todos», defiende Juan Antonio Duro.

«La actividad económica no se puede concentrar ‘ad infinitum’ en las grandes ciudades porque están limitadas por espacio, se genera especulación y se hacen menos atractivas. La actividad económica y la población deben moverse como un mancha de aceite a otros sitios que también ofrecen buena calidad de vida», añade Duro.

El catedrático de la URV se muestra confiado en un «perfil de juventud» que está optando por vivir «en lugares de poca densidad», que estudia o trabaja a través de las nuevas tecnologías. «Hay una esperanza en esta gente joven que puede favorecer que esto se pueda enderezar», destaca Antonio Duro.

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