Las claves del fiasco del Castor

Los estudios del MIT y Harvard certifican la relación entre la inyección de gas y los seísmos, aunque exculpan a la empresa

19 mayo 2017 15:25 | Actualizado a 23 mayo 2017 10:22
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El almacén subterráneo de gas Castor no se reabrirá pero de momento tampoco se desmantela: continuará hibernado frente a las costas de Vinaròs y Alcanar. El Gobierno ha tomado esta decisión después de recibir los esperados informes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard, que confirman que cualquier actividad en la zona puede activar nuevos seísmos, que llegaron a los 4,3 grados en 2013 y ahora podrían alcanzar los 6,8 grados si se llegara a romper la conocida como falla Amposta. De este modo, se mantienen los costes asociados a la infraestructura: 15,7 millones anuales por la hibernación, que se suman a los 1.350 millones de indemnización a la promotora del proyecto Escal UGS, que pagarán los consumidores del gas en la factura de los próximos 30 años.

El informe del MIT y Hardvard corrobora plenamente que la inyección de gas en el subsuelo marino, en la fase de pruebas del almacén, fue el origen de los cerca de mil seísmos registrados en la zona entre septiembre y octubre de 2013, algunos de los cuales fueron percibidos por la población y causaron un gran malestar entre los municipios cercanos. Una conclusión que ya había sido señalada por los primeros informes del Instituto Geológico y Minero de España. Pero el origen de los terremotos no se encuentra en la falla Castor, como se había apuntado, sino en la falla Amposta, más grande y conocida ya anteriormente por los sismólogos.

Según el informe, presentado por el secretario de Estado de Energía, Daniel Navia, los profesores Rubén Juanes (MIT) y John H. Shaw (Harvard), y el director de Infraestructuras de Enagás, Claudio Rodríguez, la inyección de gas desestabilizó de forma significativa la falla Amposta y otras ramificaciones, de manera que ahora todo el entorno es más inestable y una eventual reanudación de las operaciones supondría un «riesgo elevado» de nuevos movimientos sísmicos, que podrían alcanzar hasta 6,8 grados en la escala de Richter.

Así, el estudio deja claro que es «extremadamente complicado» definir los límites de una operativa segura y fiable, de manera que el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital ha decidido no reabrir el almacén, «ya que no existe certeza absoluta de que no vuelvan a producirse movimientos sísmicos».

«Evidentemente, hay una relación entre Castor y los terremotos. Se hizo bien cortando de raíz la inyección de gas y parando el uso de la instalación», ha subrayado el ministro de Energía, Álvaro Nadal.

A pesar de estas conclusiones, el estudio (realizado durante los últimos 15 meses y con un coste de 600.000 euros) exime en buena parte de responsabilidad a la empresa promotora del almacén, Escal UGS. Subraya que con los estándares exigidos a la industria en el momento de acometer aquellas operaciones «difícilmente» habría podido predecir el aumento de la actividad sísmica, mientras que los científicos del MIT y Harvard han empleado, para sus análisis, «nuevos paradigmas para la integración de geología, geofísica y geomecánica de yacimientos». En este sentido, el estudio recomienda incrementar a partir de ahora los estándares de los estudios y la seguridad. el Gobierno remitirá este estudio a los juzgados que dirimen las posibles responsabilidades en los seísmos, para que analicen «con cautela» las conclusiones que son «muy contundentes», según el secretario de Estado de Energía.

Ante este escenario, el gobierno ha dejado claro que la instalación no puede volver a operar, pero no ha detallado ni cuándo y cómo se procederá a su desmantelamiento.

«Primero se encargará un estudio de ingeniería y posteriormente de viabilidad económica de cara a desmantelar la instalación, con la prioridad puesta en la seguridad de las personas y del medio ambiente», ha apuntado Navia. Así que de momento el almacén de gas continuará en hibernación, con unos costes anuales de 15,7 millones de euros.

Para el ministro Álvaro Nadal, lo mejor por el momento es «mantener las cosas como están» porque ahora la falla afectada está estable, y «existe un riesgo alto por inyectar gas pero también por sacarlo».

«Es como si inflamos un globo que ha tocado unos cimientos. Si se desinfla, también podría mover los cimientos», ha señalado Nadal para defender que lo que se haga se deberá hacer «con prudencia y seguridad».

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