«No se olviden del campo cuando todo esto pase»

Jaume Aleu. Este agricultor de la Ribera d’Ebre inicia la recolección anual de cerezas ecológicas

20 abril 2020 17:50 | Actualizado a 23 abril 2020 09:45
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Jaume Aleu está preocupado por sus cerezas. Las lluvias continuadas de estos días afectarán a la fruta más temprana de la campaña que ahora empieza.

Jaume es agricultor ecológico y produce aceite, almendras, cerezas, albaricoques y melocotones en fincas familiares de la Torre de l’Espanyol, en la Ribera d’Ebre. Como sector básico, durante el actual estado de alarma continúa al pie del cañón para poder servir su fruta, la cual comercializa a través de cooperativas, distribuidores y venta directa; pero no sin numerosas dificultades en el día a día.

Se las arregla como puede para trabajar y cuidar de Mateu, su hijo de cinco años. «Somos una familia monoparental y no es fácil. Desde que se suspendieron las clases, menos mal de la ayuda de mi hermana, que es maestra, y aunque también tiene que trabajar, nos lo combinamos y cuando ella puede estar con Mateu, yo voy al campo», explica.

En la campaña de la fruta de este año no podrá contar con la familia de temporeros de Rumanía que trabaja desde hace más de 15 años con él. «Vienen para la aceituna y para la fruta. Tengo un empleado fijo discontinuo y otros cinco trabajadores temporales, todos de la misma familia, para los que tenemos una casa arreglada en el pueblo». Vinieron para la campaña de la aceituna y luego se fueron. Ahora había vuelto el encargado, pero el resto ya no pudo llegar; «fue al principio de la crisis por el coronavirus, cuando se cerraron las fronteras. Ya tenían los billetes comprados, lo intentaron en autobús y en coche, pero no fue posible», explica Jaume Aleu. Así, esta temporada se las tendrán que arreglar con menos manos y con la ayuda de la familia. «Seremos el encargado, un sobrino que no tiene instituto y yo», comenta el agricultor de la Ribera.

La actual situación de excepcionalidad también le afecta en los quehaceres habituales del campo. «Las últimas semanas hemos estado podando los olivos y al final las motosierras se caían a trozos, porque los talleres están cerrados y no había recambios». Jaume también necesita trabajar con un tractor nuevo que no ha podido matricular, porque llegó justo antes del confinamiento.

Los agricultores tienen que hacer ahora los trámites con la administración por vía telemática, como por ejemplo la declaración de la DUN (Declaració Única Agrària). «Muchos payeses son mayores de 60 años y las oficinas para hacer la declaración ahora están cerradas», explica.

Con 37 años, hace 16 años que Jaume acabó sus estudios agrarios en Mas Bové y se hizo cargo de las fincas familiares. Poco a poco hizo la transición a la agricultura ecológica, por convicción, y fue incrementando también las tierras trabajadas, de familiares o vecinos que ya no se podían hacer cargo.

En junio del año pasado, el incendio que arrasó la Ribera d’Ebre se inició en una granja al lado de uno de sus campos. «Sólo me afectó un poco porque se fue en otra dirección, pero para el territorio fue un desastre», recuerda.

Ahora ve con incertidumbre el futuro del sector agrario. Admite que la actual situación de emergencia ha puesto a la agricultura y la ganadería en primer plano, como actividades esenciales que son, pero espera que no sea algo pasajero, «y una vez pase la crisis por el coronavirus, nos vuelvan olvidar».

«Por suerte cada vez hay más familias que confían su alimentación a agricultores que conocen, con cooperativas de consumo, cestas a domicilio, etc. Pero también va en aumento todo lo contrario, la producción intensiva. Así, vamos hacia una agricultura de extremos», considera.

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