«¿Peligro aquí? Al contrario. Hay más vigilancia que nunca»

La explosión del 16 de agosto del 2017 no la olvidarán nunca. Pero los vecinos de Montecarlo, en Alcanar Platja, tienen ganas de tirar adelante y dignificar el lugar. El turismo de la zona no se ha resentido

15 agosto 2018 19:35 | Actualizado a 21 agosto 2018 14:40
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En el rincón más apartado del país, donde los yihadistas tenían su laboratorio de explosivos y base de operaciones, ya crecen las malas hierbas. Hay un silencio enorme, las calles de la urbanización están sin asfaltar y la soledad planea por la zona con la misma intensidad del sol de agosto, a excepción de la compañía cercana del mar y de esa sierra peculiar, el Montsià. En el espacio sin vida donde había el chalé que estalló por los aires solo queda una cimentada y las escaleras de acceso a la casa. Era la vivienda más apartada. Sin embargo, aún se encuentran algunos restos de destrozos y ante todo hay una señal que pone «propiedad privada». La casa vecina se encuentra visiblemente reformada, ya que quedó afectada, y sus vecinos, tocados de por vida.

No son muchos los que quieren hablar. Los vecinos de la casa de al lado, que quedaron incluso heridos y cuya casa sufrió daños, se marcharon de la urbanización Montecarlo de Alcanar Platja y no querían volver. Al final lo han hecho, con el ánimo de pasar página, superar el trauma y seguir disfrutando de una urbanización que si por algo se caracterizaba era precisamente por su tranquilidad y aislamiento. 

«¿Y si llega a explotar todo? ¿Y qué masacre hubieran hecho si llega a salirles bien?»

La noche del 16 de agosto del 2017, Josep Fibla estaba en casa de sus suegros, en la terraza, mirando la Supercopa, un Madrid-Barça. Muchos vecinos estaban haciendo lo mismo aquella noche,  mirar el fútbol, sin tener la más mínima idea de lo que estaba a punto de acontecer. En horas, una urbanización anodina y de la que pocos sabían su nombre iba a pasar a ser triste y mundialmente conocida.

De repente, mientras estaban atentos al partido, Fibla y su familia escucharon una «gran explosión como nunca» y vieron una enorme bola de fuego en la calle de al lado, a unos 100 metros.  «No quedó nada de pie. Nos aproximamos a la casa y todo estaba reducido a escombros. La casa de al lado también estaba afectada. Nos caía polvo encima de la onda expansiva», explica Fibla al Diari. Fibla es vecino des de hace un año y presidente de la comunidad de la urbanización, aunque conoce desde siempre la zona y sus suegros viven allí desde hace 25 años.

El fallo del plan
«Primero nos dijeron que era una explosión de una bombona de butano, lo cual no nos cuadró del todo por la magnitud de la explosión. Luego nos dijeron si era un laboratorio de drogas, y eso nos pareció más plausible, por si una reacción química había provocado tal destrozo», relata el vecino. «Aquella explosión nosotros no la olvidaremos. Recuerdo a mi novia asustarse días después cuando una vez se me cayó un plato al suelo y se rompió haciendo estruendo».

La tarde del 17 de agosto, mientras trabajaba, Fibla recibió una llamada de su novia. «Me dijo que se encontraba bien, que no me preocupase, y no lo entendí. Era por la segunda explosión que hubo con la excavadora». 

Al salir de trabajar, Fibla ya no pudo acceder ni a su casa ni a la urbanización. Había tenido lugar el atentado en la Rambla y se dio a conocer la vinculación con Alcanar. Desalojaron a todos los vecinos y el cámping y el restaurante Serramar acogieron los que no tenían casas de familiares donde acudir.

Mejorar la urbanización ayudará a los vecinos de Montecarlo a digerir lo que ocurrió

«La primera reacción fue pensar: «¿y si llega a explotar todo?» Había muchas bombonas de butano. Los teníamos al lado y ni lo imaginábamos. Podría haber sido más grave. Al fin y al cabo, nosotros no sufrimos ningún daño físico», explica el vecino. «Pero la pregunta que todavía nos hacemos hoy es: «¿Qué masacre hubieran llevado a cabo, aún más grave, si les llega a salir bien?». 

Nadie sospechó. «Luego te haces preguntas, pero en aquel momento no sospechas. Ellos no tenían contacto con nadie, y nosotros sólo veíamos pasar motocicletas».

Desde lo acontecido, muchos curiosos se aproximan al lugar. «Si cada persona que ha venido a curiosear hubiera dejado un euro, la urbanización ahora sería rica», bromea el vecino.

Precisamente, el aislamiento de la urbanización y su estado hicieron del lugar un sitio idóneo para que los yihadistas pasaran desapercibidos. Desde entonces, la vigilancia policial ha aumentado y los vecinos lo han notado mucho.

«Hemos tenido reuniones con el Ayuntamiento de Alcanar y estamos teniendo muchas facilidades, la verdad». Así, gracias a la iniciativa de parejas jóvenes como la de Fibla, la urbanización pronto podrá tener las calles asfaltadas, alcantarillado y alumbrado público. Dignificar la urbanización servirá para encarar el futuro y digerir lo que pasó.

Algunas de las casas, como hace años, están en alquiler para vacaciones. El presidente de la comunidad asegura que no han notado un descenso de visitantes. Su cuñado, de hecho, alquila un chalé en un famoso portal web. «La gente tiene ganas de tirar adelante y otros ni los saben. Si se enteran de que aquí fue donde sucedió, preguntan si hay algún peligro y les decimos que al contrario, que el lugar ahora está más vigilado que nunca. Nadie se ha echado para atrás al saberlo». 

A pesar de que la urbanización Montecarlo pasó de anónima a convertirse en «famosa» por una desgracia así, los vecinos luchan por seguir siendo un lugar tranquilo donde vivir. Donde reine la paz.

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