Tres cadáveres de Els Alfacs nunca han sido reclamados ni identificados

La identificación de la mayoría de cadáveres fue muy larga y dificultosa al estar calcinados

11 julio 2018 09:17 | Actualizado a 11 julio 2018 11:35
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El estado tan avanzado de calcinación que presentaban casi todos los cadáveres de la tragedia del camping de Els Alfacs provocó que su identificación fuese una tarea larga, árdua y dificultosa. Tal y como recogía la periodista Silvia Berbís, en un reportaje publicado por El Periódico de Catalunya hace 15 años, tres componentes de una familia sudamericana acabaron en el osario común del cementerio de Tortosa al no poder ser identificados ni tampoco reclamados por nadie.

Precisamente fue al cementerio de Tortosa donde, después de la explosión del camión cisterna aquel mediodía del 11 de julio de 1978, fueron llegando las primeras familias de los fallecidos para identificar a las víctimas. Prácticamente no quedaban restos de ropa y los pocos objetos que pudieron salvarse tras el paso de la bola de fuego quedaron en manos de la policía.

Prácticamente el 80% de los cadáveres eran inidentificables por culpa de la calcinación. Además, en aquella época todavía no se realizaban pruebas de ADN para identificar a las víctimas. Por este motivo, los mapas dentales que se solicitaron a las familias resultaron claves para descifra los nombres, con la ayuda del libro de registro que quedó en el camping. También se tuvo que recurrir a la extracción de sangre ventricular de algunas víctimas.

Llegaron forenses de Austria, Alemania, Bélgica, y otros puntos de Europa, para ayudar a los especialistas locales. Incluso el gobierno alemán ofreció su ayudar a la identificación de los cadáveres. De manera muy lenta se fue determinando la filiación de los fallecidos y fueron cuadrando los nombres, una vez descartados los heridos y los fallecidos en los hospitales.

Siete sin identificar

En un primer momento se identificaron todos los muertos excepto a siete: cuatro miembros de una familia francesa procedente de Marsella (cabe recordar que la mayoría de fallecidos fueron franceses y alemanes) y tres miembros de una familia colombiana. Fueron los únicos que, junto a los fallecidos locales, se quedaron en el cementerio de Tortosa, siendo enterrados en un principio en las fosas comunes.

La familia francesa, formada por un matrimonio y dos hijos, llegaron a ser identificados y posteriormente repatriados al cabo de unos años. Sin embargo, los tres colombianos nunca fueron reclamados por nadie.

Tal y como estipula la normativa municipal, si al cabo de cinco años nadie reclama un cadáver, éste puede ser trasladado al osario general, tal y como ocurrió finalmente con esta familia sudamericana.

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