Joaquim Salayet tiene 67 años. Es vecino de Paüls y reside en Benissanet, en la Ribera d'Ebre. Es cazador aficionado y tiene a su cargo unos 50 perros que cuida y mima a diario.
La semana pasada salió de caza y perdió a tres de sus ejemplares, que llevan collar y chip. No sabía donde estaban y confiaba en que los podencos encontrarían el camino de vuelta.
"No puedes denunciar la desaparición de un perro hasta las 48 horas porque normalmente si nadie los coge vuelven a casa", explica Salayet. Así que empezó a hacer correr la voz y ha denunciar el pasado viernes.
Los tres animales, llamados Vaqueta, Romero y Rosa, se extraviaron y terminaron atrapados en un risco con una caída de más de 30 metros. Los perros, posiblemente, siguieron una cabra y bajaron parte del risco hasta quedar atrapados. No podían volver a subir y la bajada era una pared casi recta de unos 30 metros.
Llamada al 112
El domingo a primera hora, después de dar la voz por las sociedades de cazadores y ayuntamientos de la zona, Joaquim Salayet llamó al 112 para explicar que había perdido los perros y que estaban atrapados en un risco de difícil acceso.
A pesar de su intención de ir solo y sacar a sus ejemplares de ese lugar, los Agents Rurals se lo prohibieron porque había riesgo de que él se hiciera daño y que se afectara el entorno de las águilas.
Al final, los dos agentes y el vecino de Benissanet accedieron hasta la zona de los perros por un camino abrupto. Con cuerdas se hicieron arneses y con collares que llevaba el propietario fueron atando a los tres perros, famélicos, para bajarlos con cuidado hasta un terreno seguro.
El rescate terminó con final feliz. Nadie resultó herido, los tres perros han recuperado algo de peso y están sanos y las águilas viven en paz sin ladridos ni vecinos molestos.
Sin saberlo, estas rapaces dieron con los tres podencos y los salvaron de una muerte por inanición casi segura.