Vaqueta, Romero y Rosa los salvó un águila perdicera

Estos tres podencos quedaron atrapados en un precipicio de Benissanet durante tres días largos. Al molestar un nido de esta ave rapaz protegida se activó un rescate que terminó con éxito

14 febrero 2018 16:34 | Actualizado a 16 febrero 2018 19:56
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Joaquim Salayet tiene 67 años. Es vecino de Paüls y reside en Benissanet, en la Ribera d'Ebre. Es cazador aficionado y tiene a su cargo unos 50 perros que cuida y mima a diario.

La semana pasada salió de caza y perdió a tres de sus ejemplares, que llevan collar y chip. No sabía donde estaban y confiaba en que los podencos encontrarían el camino de vuelta.

"No puedes denunciar la desaparición de un perro hasta las 48 horas porque normalmente si nadie los coge vuelven a casa", explica Salayet. Así que empezó a hacer correr la voz y ha denunciar el pasado viernes.

Los tres animales, llamados Vaqueta, Romero y Rosa, se extraviaron y terminaron atrapados en un risco con una caída de más de 30 metros. Los perros, posiblemente, siguieron una cabra y bajaron parte del risco hasta quedar atrapados. No podían volver a subir y la bajada era una pared casi recta de unos 30 metros.

Cerca de allí un nido de águila perdicera está vigilado por los Agents Rurals. Esta rapaz está protegida por ley y en vías de extinción. Los ladridos de los tres perros, cada vez que el águila entraba o salía del nido, molestaba en la época de posta.

Llamada al 112

El domingo a primera hora, después de dar la voz por las sociedades de cazadores y ayuntamientos de la zona, Joaquim Salayet llamó al 112 para explicar que había perdido los perros y que estaban atrapados en un risco de difícil acceso.

A pesar de su intención de ir solo y sacar a sus ejemplares de ese lugar, los Agents Rurals se lo prohibieron porque había riesgo de que él se hiciera daño y que se afectara el entorno de las águilas.

Al final, los dos agentes y el vecino de Benissanet accedieron hasta la zona de los perros por un camino abrupto. Con cuerdas se hicieron arneses y con collares que llevaba el propietario fueron atando a los tres perros, famélicos, para bajarlos con cuidado hasta un terreno seguro.

El rescate terminó con final feliz. Nadie resultó herido, los tres perros han recuperado algo de peso y están sanos y las águilas viven en paz sin ladridos ni vecinos molestos.

Sin saberlo, estas rapaces dieron con los tres podencos y los salvaron de una muerte por inanición casi segura. 

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