Las medidas de reducción de la velocidad máxima y de instalación de radares de tramo en la AP-7, acordadas ayer por el Servei Català de Trànist y el Ministerio de Transportes, tienen como objetivo reducir la siniestralidad, después de que con la liberación de los peajes la movilidad por el eje viario haya aumentado un 30% y las congestiones por accidente se hayan duplicado. No obstante, desde la Federació d’Empresaris d’Autotransport de Tarragona (FEAT), consideran que dichos cambios no ayudarán a que haya menos siniestros. «Si un conductor va concentrado en la carretera no habrá accidentes, pues estos se producen cuando uno cambia la radio o se distrae con el móvil», señala el vicepresidente de la FEAT, Joaquim Riudeubas.
Asimismo, el representante del sector, que lamenta que este tipo de decisiones «se toman de espaldas a los profesionales», defiende que los colapsos que se han producido en la AP-7 desde la liberación de los peajes no han sido por culpa de los camiones. «A nosotros ya nos obligaron desde hace tiempo a circular por la autopista, y cuando esta empezó a ser gratuita, todos los turismos comenzaron a utilizarla». En este sentido, Riudeubas sostiene que «las administraciones deberían gastarse el dinero en promocionar vías alternativas que pueden coger los turismos para irse de puente y de vacaciones a la Costa Brava o a Tarragona».
A pesar de todo, también hay turismos que con la gratuidad de la autopista dejaron de circular por ella. Jordi Prades es un comercial que, hasta hace poco, bajaba a diario desde la Riera de Gaià a las Terres de l’Ebre. «Cuando la autopista empezó a ser gratis dejé de usarla, creció mucho la afluencia tanto de coches como de camiones y aumentó la peligrosidad», asegura el comercial, que sí cree que bajar la velocidad máxima a 100 km/h entre Calafat y L’Ampolla puede disminuir la siniestralidad.
No opina lo mismo Edu, vecino de Salou que una vez por semana pasa por este tramo: «Al haber solo dos carriles por sentido, suelen producirse muchos adelantamientos de camiones, con velocidad más reducida que los turismos, y ocasionan colas a lo largo del trayecto. Sin contar cuando se producen accidentes o averías que provocan que uno de los carriles quede parcialmente inutilizado». Por eso, defiende Edu, «la solución pasa por una urgente ampliación a tres carriles por sentido».