Carles Navarro: «La química tiene mucho que decir en la emergencia climática»

Entrevista. Carles Navarro es presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique)

15 septiembre 2021 15:30 | Actualizado a 15 septiembre 2021 17:25
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Carles Navarro es presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), además de presidente del comité organizador de Expoquimia. Licenciado en Ingeniería Química por el Institut Químic de Sarrià (IQS), es también director general de BASF Española.

Tras diversos aplazamientos a consecuencia de la pandemia global de Covid-19, finalmente se celebra Expoquimia entre el 14 y el 17 de septiembre. ¿Cómo se presenta este evento?

Nos hace muchísima ilusión esta edición de Expoquimia porque, tal y como indica, ha encontrado su fecha final después de dos cambios, y esperamos que todo el trabajo duro que se ha hecho durante este tiempo se vea reflejado en una feria brillante, con muchos visitantes, que será especial. Entre otras cosas, porque es la primera feria industrial que se celebra en Europa en época Covid o post-Covid.

¿Cómo condicionará eso al desarrollo de esta feria?

Por supuesto, contaremos con todas las medidas de higiene y movilidad. Será una edición de transición entre la última de 2017 y la próxima, que nos aportará un aprendizaje sobre la experiencia ferial que será valioso para los visitantes de futuras ediciones. Pensamos que el formato ferial seguirá, aunque concentrado allí donde el contacto personal tenga sentido. En este punto, hay un cara a cara y unas experiencias que son insustituibles, y ese contacto personal va a ser clave. Estoy convencido de que la experiencia ferial se va a transformar, pero de manera positiva. Haría un llamamiento a todos quienes tengan la idea de visitar Expoquimia para que se animen, porque tenemos la convicción de que va a ser un entorno favorable que nos va a dar muchos elementos de reflexión y novedades.

Con el despliegue del estado de alarma, la industria química fue declarada esencial. ¿En qué condiciones se encuentra tras un año y medio de pandemia?

En efecto, 2020 fue un año en el que la industria química no paró, por ese carácter esencial que señala. Destacaré un dato: su bajada de producción fue apenas de un 0,4%, frente al descenso del 10% de la industria en general, debido precisamente a la contribución que hacemos en productos que van a actividades esenciales. Es por eso que reivindicamos el papel de la Química como gran motor económico, que sirve a la vez como motor de la recuperación.

¿Qué perspectivas afronta a corto y medio plazo?

Cuando Feique publicó sus últimas previsiones el pasado mes de junio, la previsión era que la industria química subiese este año un 2,4% en producción y un 7,1% en cifra de negocio. Pero cuando hicimos estos cálculos todavía no teníamos la variante Delta del virus y las dificultades logísticas mundiales que estamos viendo, con lo que ahora este segundo semestre se presenta más abierto. En todo caso, calculamos que este año 2021 va a ser positivo por el incremento de la demanda de clientes y precios.

"No es posible seguir consumiendo recursos de forma lineal como si el mundo fuese infinito, porque no lo es"

¿Qué papel ha tenido y tendrá el polo petroquímico de Tarragona en estas previsiones?

Tarragona, como se ha podido ver, ha tenido un papel determinante en las fases más agudas de la pandemia, y los proyectos de inversión que durante unos meses se habían puesto en stand-by ahora se están recuperando. Las perspectivas son bastante positivas, aunque con un mar de fondo, en forma de dificultades de suministro y de materias primas, que hace que la situación sea más complicada que hace unos pocos meses.

¿En ese ‘mar de fondo’ se incluye el aumento del precio de la electricidad?

El incremento de los precios de la electricidad es preocupante para toda la economía, no solo para la industria química, y nos resta competitividad, aunque esa pérdida de competitividad es relativa.

¿En qué sentido?

En otros países, el precio de la electricidad también ha subido, con lo que nuestra competitividad no ha empeorado.

¿Las redes cerradas de distribución, como la que han reclamado largamente las empresas ubicadas en el polo petroquímico de Tarragona, y que ahora están más cerca, mitigarán el efecto de ese incremento en el coste de la electricidad?

Pienso que hay que separar esto de medidas estructurales como las redes cerradas, que cuando funcionen serán algo bueno a largo plazo. Lo cierto es que estamos preocupados [por el alza en el precio de la electricidad], pero para nosotros es difícil ahora aportar una solución mágica. La mejora de la situación no podrá venir de una sola palanca, sino de un conjunto de medidas, y el coste de la energía es un factor de competitividad esencial.

Un factor al que la emergencia climática y la descarbonización van a añadir presión...

La emergencia climática es el mayor reto al que nos enfrentamos como sociedad y humanidad, y si no lo afrontamos correctamente, la humanidad entera corre peligro. Presenciamos sequías devastadoras, inundaciones... en poco tiempo, ha pasado de ser un tema de conversación marginal a ser el centro de la conversación, y eso es importante que sea así. En este contexto, la industria química tiene mucho que decir.

¿Por qué?

Porque, como proveedores de soluciones, somos unos agentes esenciales e imprescindibles para afrontar ese reto. Las soluciones que aporta la industria química son tan importantes y necesarias que sin ellas no hay futuro sostenible, especialmente en la circularidad.

"O incrementamos la capacidad instalada de energía verde o pondremos a la industria química en un brete"

La circularidad es hoy una meta ampliamente compartida...

Es que no es posible seguir consumiendo recursos de forma lineal como si el mundo fuese infinito, porque no lo es. Las emisiones de CO2, lejos de aminorarse, siguen creciendo, y la década hasta el año 2030 es clave para que podamos llegar a 2050 en condiciones razonables. En ese objetivo, la industria química será esencial.

Surgen iniciativas, como la Vall de l’Hidrogen de Catalunya, donde el polo petroquímico de Tarragona es una parte fundamental. ¿Hasta dónde cambiará la industria química en esta década?

El hidrógeno verde es un elemento más en este contexto. Es cierto que hay mucho de moda en un elemento que hace años que manejamos en la industria química, pero el momento es ahora. Apoyar desde la industria química un proyecto como el de la Vall de l’Hidrogen de Catalunya nos permitirá ver qué tiene sentido y qué no. Tenemos algunas intuiciones, pero hay que verlo. Lo que está claro es que, en diez años, nuestra industria química en Tarragona tendrá un aspecto diferente. Pero el esfuerzo tiene que ser global, porque el reto es tan grande que una sola empresa no lo puede solucionar, y es por ello que hay que colaborar entre empresas, instituciones y administraciones.

¿Qué papel van a tener en estos próximos años tecnologías como el reciclaje químico o la captura de CO2?

Hoy vemos la necesidad de dejar de consumir combustibles fósiles como materia prima, y es por ello que tenemos que acelerar la entrada en nuestros procesos de producción de material de origen renovable o reciclado. Esto es una tendencia imparable en toda la industria, porque si seguimos extrayendo fósiles del subsuelo no pararemos el cambio climático.

¿La transición energética es también ese cambio en las fuentes de materias primas?

Efectivamente. Necesitamos más materia prima que no venga del subsuelo y más energía renovable. Eso pasa por la electrificación de los procesos, y ese es el gran cuello de botella. Para alcanzar ese objetivo se triplicará el consumo de electricidad, pero no se están construyendo instalaciones de energía renovable al ritmo necesario. O incrementamos la capacidad instalada de energía verde o pondremos a la industria química en un brete.

¿Está hablando de la paralización de proyectos de energías renovables en Catalunya?

Estoy hablando de Europa, con cálculos de Cefic [la patronal de la industria química europea]. En toda Europa tenemos un déficit importante de energía verde. Aunque es cierto que en Catalunya vamos por detrás de otras comunidades, y esto creo que es negativo. Lo que hay que tener presente es que la transición energética tiene consecuencias, igual que las tuvo la electrificación cuando se instalaron las primeras torres de alta tensión. Espero que podamos hacer lo mismo con aerogeneradores y placas fotovoltaicas, hasta que llegue la fusión nuclear.

Queda el reto de la transformación digital. ¿Cómo lo encara una industria como la química, donde los cambios siempre miran el largo plazo?

Es cierto que la química siempre ha sido una industria de ciclos de inversión lentos y horizontes temporales muy largos, pero eso no significa que no estemos haciendo los deberes. Es más: lo hemos hecho de forma acelerada, y la Covid-19 lo ha impulsado, empleando tecnologías como la Realidad Virtual o la Realidad Aumentada. Pero lo que va a cambiar realmente la producción química va a ser la sensorización. Con las redes de 5G vamos a incrementar el número de sensores que nos dan datos, y con Big Data e Inteligencia Artificial podremos hacer mantenimiento predictivo, mejorar la seguridad con más datos y abandonar las salas de control tradicionales para tener técnicos especializados que pasean por la planta y pueden interactuar con los elementos que hay en ella.

¿Sustituirán los robots algún día a estas personas?

La industria química, pese a que genera muchos empleos, no es intensiva en personas, y eso no va a cambiar. Pero, por supuesto, en las plantas seguirá habiendo personas por encima de los algoritmos, capaces de intervenir. Somos proveedores de empleo estable, y eso se ha visto en la pandemia. Nos cuesta mucho formar a una persona con un nivel de expertise máximo, y en consecuencia queremos que esa persona se quede mucho tiempo con nosotros.

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