La innovación se estanca en Catalunya

La falta de recursos públicos, la baja inversión empresarial y la mejorable transferencia público-privada frenan la competitividad

12 julio 2021 10:30 | Actualizado a 02 agosto 2021 00:15
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La Comisión Europea (CE) acaba de publicar su Cuadro de indicadores de la innovación regional 2021, un informe que determina en qué posición se encuentran 240 regiones europeas en materia de innovación cuando se comparan entre ellas. Desde el año 2014, los resultados han mejorado para 225 de estas 240 regiones, aunque no todas las mejoras han ido al mismo ritmo.

La primera lectura es la constatación de un proceso de convergencia a lo largo de este tiempo, con reducciones en las diferencias de rendimiento entre regiones, pero con unos liderazgos que siguen concentrándose en Europa Central y Escandinavia. La región más innovadora de Europa es Estocolmo (Suecia), seguida de Finlandia Meridional (Finlandia) y Alta Baviera (Alemania). La región Capital (Dinamarca) ocupa el cuarto lugar y Zúrich (Suiza), la quinta posición.

En España, y a mucha distancia de estas regiones europeas que encabezan el ranking en la categoría de ‘Líder innovador’, apenas Euskadi y la Comunidad de Madrid logran entrar en el grupo ‘Innovador fuerte -’ (el grado más bajo en este segundo escalafón), mientras que Catalunya ocupa una posición de ‘Innovador moderado +’ (el grado más alto en el tercer escalafón, al que sigue, cerrando, la categoría de ‘Innovador emergente’).

¿Qué hace que Catalunya (y, dentro de ella, la demarcación de Tarragona) quede descolgada de estas primeras posiciones no solo a escala europea, sino también estatal? ¿Falta innovación en nuestro tejido empresarial? Mercedes Teruel, directora de la Càtedra per al Foment de la Innovació Empresarial y coordinadora del Màster en Emprenedoria i Innovació de la Universitat Rovira i Virgili (URV), además de miembro del comité ejecutivo de la sede en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), lo analiza.

«El País Vasco -reflexiona Mercedes Teruel- tiene un sistema de innovación con políticas muy directas para la innovación, y la fusión entre un sistema de investigación y su traslación a la empresa está más cohesionada. En el caso de Madrid, destacan el efecto sede y el efecto centralizador de estar más cerca de los grandes organismos, lo cual facilita acceder antes a la información y las ayudas».

«A Catalunya -prosigue esta profesora de la URV- quizás le falta una política más alegre en medidas de apoyo a las empresas y facilitar que las empresas que no son innovadoras se vinculen a la innovación. No se trata de una actividad en la que haga falta una gran transformación, sino una mayor productividad y nuevos productos. Y, si hablamos de ayudar en la transformación de las empresas, hay hablar sobre todo de las pymes».

Andreu Bru, director de Tecnología e Innovación de Pimec, coincide en la importancia que tienen las pymes en el impulso de la innovación, aunque introduce una reflexión: «A nivel europeo, el concepto de micro, pequeña y mediana empresa tiene un matiz, porque el tamaño de la pyme catalana, tanto en trabajadores como en facturación, es sensiblemente más bajo que la media europea».

Dicho lo cual, coincide con Mercedes Teruel, de la URV, en que el crecimiento de la innovación en Madrid se explica en buena parte por ese ‘efecto sede’, «porque el efecto de las centrales de las empresas es grande», mientras que en el caso del País Vasco «han trabajado muy bien, pero diría que igual de bien que en Catalunya».

¿A qué se debe, entonces, esa mejor posición innovadora de Euskadi? En opinión de Bru, «es obvio que en Catalunya, por cuestiones fiscales, no tenemos los mismos recursos económicos que tienen en el País Vasco. Diría que las políticas son similares a las de Catalunya, pero los recursos son diferentes. No es no hacer bien las cosas, sino no tener recursos suficientes para hacer las cosas».

El reto de sumar una ‘i’ minúscula a la I+D

Catalunya tiene una potente red de universidades y centros de investigación, entre los que destacan la red Eurecat, con presencia en la demarcación de Tarragona, la Universitat Rovira i Virgili (URV) o el Institut Català d’Investigació Química (ICIQ). En todos los casos, el volumen de conocimiento que producen no termina de plasmarse en una transferencia acorde cuando, a la I+D (Investigación y Desarrollo) hay que sumarle la ‘i’ minúscula (innovación) que da como resultado la conocida encadenación de siglas I+D+i. Los fondos Next Generation EU pueden ayudar a ese salto.

Next Generation EU

En este punto, el director de Tecnología e Innovación de Pimec confía en que «los fondos Next Generation pueden cambiar las cosas». Unos recursos que, en su opinión, pueden ayudar a proyectos como el Digital Innovation Hub de Catalunya (DIH4CAT), impulsado por la Generalitat de Catalunya y con la participación de centros de investigación, universidades y asociaciones empresariales como Pimec y Foment del Treball.

«El Digital Innovation Hub -explica Bru- pretende empezar a rodar cuando lleguen los fondos europeos, identificando de forma clara qué sectores pueden ser claves, poniendo el foco en los sectores tractores para la economía del país y, entre todos, trabajar con el foco puesto en la innovación de nuestras empresas, creando hubs de conocimiento que busquen cruzar este conocimiento con los sectores, impulsando proyectos innovadores con un porcentaje subvencionado».

Precisamente esa transferencia de conocimiento desde el mundo investigador hacia su aplicación en la empresa es lo que, en opinión de Mercedes Teruel, de la URV, urge mejorar en Catalunya. En el informe que acaba de difundir la Comisión Europea, «Catalunya destaca -señala Teruel- en cómo de bien sale en la parte de los factores desarrolladores de la investigación, en estudiantes universitarios, en publicaciones científicas... pero en otros indicadores, como el número de patentes o los productos mejorados, salimos bastante mal».

«Hay un problema endémico: cómo hacer que la investigación vaya a innovaciones destinadas al mercado» (Mercedes Teruel, URV-CEC)

«Se trata -prosigue Mercedes Teruel- de un problema endémico: cómo hacer que esta investigación vaya hacia innovaciones destinadas al mercado. Se están haciendo pasos, como incentivar la creación de startups desde las propias universidades, patentando, licenciando o explotando conocimiento, pero eso requiere persistencia en el tiempo para que acabe cuajando. Por otro lado, tenemos un sector privado que apuesta poco por la I+D+i».

«Es cierto -concede Teruel- que las empresas están incrementando los niveles de innovación, pero en el resto de Europa lo hacen a velocidades superiores y por eso no salimos tan bien en este mapa, porque quizás no lo hacemos al ritmo que lo tenemos que hacer».

«En los últimos años, las empresas catalanas han puesto el foco en los clientes y la facturación, con cierta relajación en ir por delante en tecnología» (Andreu Bru, Pimec)

«El empresario catalán -argumenta Andreu Bru, de Pimec- siempre ha sido innovador y ha ido por delante en esto, pero los cambios hoy en día son muy rápidos, y en los últimos años ha habido un cierto parón porque se ha puesto el foco en los clientes y en la facturación, con cierta relajación en ir por delante en tecnología».

Algo que, por contra, sí que ha hecho el empresariado vasco, que según este informe de la Comisión Europea destina el equivalente al 1,53% del PIB (un 119% por encima de la media estatal y un 6% más que la media de la UE) a inversiones en I+D, mientras que las empresas catalanas se quedan en un 0,94% del PIB (un 34% por encima de la media estatal pero un 35% menos que la media de la UE).

La inversión en I+D de las empresas vascas es un 119% superior a la media estatal de inversiones empresariales. En Catalunya es un 34% más.

A falta de un sistema fiscal equiparable al del País Vasco, la gran esperanza ahora está en la gestión de los fondos movilizados por la Comisión Europea mediante el instrumento extraordinario Next Generation EU. «Esto -vaticina Andreu Bru- permitirá a muchas empresas arrancar proyectos de transformación digital. Con lo que, de aquí a tres años, el nivel de innovación de las empresas catalanas debería haber subido sensiblemente».

«Desde septiembre - concluye Bru-, tendremos que volcarnos todos para trasladar a las pymes no solo la importancia de la tecnología y la innovación, sino que habrá conocimiento, pero sobre todo dinero, para llevar adelante proyectos que pueden beneficiar a todo un sector».

La inversión empresarial en I+D en Catalunya es un 35% inferior a la media de la Unión Europea. En el País Vasco, en cambio, se encuentra un 6% por encima de la UE.

«Tenemos la capacidad de crecer -coincide Mercedes Teruel, del Col·legi d’Economistes de Catalunya-, y lo único que falta es que haya un empujón para salir de cierto letargo que tenemos todos. Los fundamentos están ahí: tenemos la base de investigación y existe una voluntad de colaboración público-privada. Falta inversión por parte de las administraciones públicas, y que las empresas entiendan que han de hacer también ellas un esfuerzo económico».

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