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La caída del valor de la propiedad por parte de las nuevas generaciones marcará la movilidad en las próximas décadas. Así lo apunta el informe Movilidad del Futuro, de Aecoc Innovation Hub, la plataforma de tendencias globales de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores, que indica que el 64% de los nativos digitales se plantea no tener vehículo propio.
Las cifras bajan drásticamente en las generaciones anteriores: un 43% de la generación X (nacidos entre 1961 y 1979) y apenas el 16% de los baby boomers (entre finales de los ’40 e inicios de los ‘60) prescindiría de su medio de transporte. Todo apunta a un futuro marcado por la apertura de los más jóvenes a explorar nuevos modelos de transporte impulsados por las innovaciones tecnológicas y la sostenibilidad.
De hecho, las nuevas generaciones son también las más abiertas a integrar tecnologías disruptivas en los vehículos. Al 57% de los miembros de las generaciones Z (a partir de 1995) e Y (entre principios de los ‘80 y mediados de los ’90) le gustaría tener medios de transporte autónomos, por solo un 24% de los mayores de 55 años que se muestra deseoso de soltar el volante.
El pleno desarrollo de la conducción autónoma vendrá determinado por la universalización de la conectividad 5G, pero esta novedad tecnológica no será la única que marque la movilidad del futuro. El big data, la descentralización del sistema energético y la necesidad de introducir sistemas de combustión alternativos serán los otros ejes sobre los que gire la innovación en los medios de transporte del futuro.
Vehículos eléctricos
Precisamente, la búsqueda de modelos sostenibles es otro de los puntos que cambiará la movilidad en las próximas décadas. El 52% de la población mundial vive en ciudades y el porcentaje irá a más en los próximos años. Por eso, los vehículos eléctricos se perciben como el futuro para el transporte ligero. El informe prevé que en 2025 este modelo de combustión represente entre el 30% y el 35% de las ventas, y que llegue a ser del 100% en 2050. Por su parte, el 35% de los vehículos de transporte pesado se moverá con gas natural en 2030.
La combustión alternativa será una de las vertientes que ayudará a la reducción de las emisiones urbanas, pero la propia concienciación social sobre la sostenibilidad y el desarrollo de nuevas políticas en búsqueda del bienestar de los ciudadanos llevarán a grandes cambios en el transporte en las ciudades, como la extensión de vehículos individuales cada vez más avanzados -como patinetes y segways-, drones con pasajeros, o camiones eléctricos, entregas con drones y los ‘load pooling’ o viajes compartidos para el ámbito de las mercancías.
Según el informe de Aecoc Innovation Hub, estas novedades, la consolidación de modelos colaborativos en el uso de vehículos y la caída en los costes de los desplazamientos permitirá que en 2050 vivamos en ciudades sin atascos, accidentes de tráfico y sin parkings.
Distribución restringida
La movilidad del futuro llegará mediante procesos de cambio que requerirán la adaptación de ciudadanos y empresas. Así está sucediendo con las restricciones a la circulación que están impulsando ciudades como Madrid o Barcelona, y que implican un cambio de hábitos para vecinos y, sobre todo, transportistas, que no tienen alternativas públicas para realizar su trabajo. Según los datos de Aecoc, el 85% de las empresas de distribución a bares y restaurantes sufre las afectaciones de estas nuevas políticas, que limitan el acceso al centro de las ciudades.
La celeridad en la aplicación de estas medidas hace que, actualmente, muchos de los vehículos profesionales en circulación no cumplan con los requerimientos necesarios para acceder al centro de las ciudades. Así, el 45% de la flota de las empresas de distribución tiene más de 10 años, por un 30% que tiene entre 5 y 10 años y solo un 25% con menos de 5.
El sector defiende que, a pesar de su antigüedad, se trata de vehículos con muy pocos quilómetros, pero el 95% de las empresas asegura contar con un plan de renovación de su flota para poder hacer su actividad con normalidad, a pesar de la elevada inversión que supone este proceso de sustitución.
