Covid-19 y la industria química

La pandemia ha provocado la aceleración de un grupo de tendencias

25 enero 2021 09:22 | Actualizado a 24 febrero 2021 13:34
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Es natural, en relación con la pandemia, preguntarse acerca de sus efectos presentes y futuros sobre el sector químico. Tratando de arrojar luz sobre ello, Deloitte ha llevado a cabo un proceso de investigación propia y entrevistas con altos directivos de esta industria que sugiere dinámicas diversas sobre su oferta y demanda.

Por un lado, existe un grupo de tendencias que se han acelerado y continuarán haciéndolo en los próximos meses/años. Entre ellas, el interés por la salud y la seguridad, con impacto, por ejemplo, en la producción de materiales de protección personal o de higienización de espacios de trabajo; o el soporte a todo lo que rodea la sostenibilidad y la economía circular, que a pesar del reconocimiento de la dependencia de materiales plásticos para proteger la salud y garantizar la higiene de productos y alimentos, seguirá siendo clave, tal y como demuestran el atractivo de iniciativas sobre el uso de hidrógeno (verde o azul) o el reciclaje de productos químicos. 

Otras tendencias al alza son el respeto a la “distancia social” y la consecuente preferencia por canales de venta virtuales, la generalización del teletrabajo como alternativa estructural, o la digitalización de procesos de negocio y uso de tecnologías (como el 5G) para reducir el contacto físico. 

Del mismo modo, otras iniciativas que se aceleran son el foco sobre nuevas oportunidades de negocio originalmente derivadas de dar respuesta a problemas inmediatos de suministro ocasionados por la pandemia como, por ejemplo, la reorientación de producción química de uso industrial a producción de geles higienizantes; o el aumento de la demanda de productos con funcionalidades biocidas, como por ejemplo, las requeridas en recubrimientos de espacios públicos, tales como hospitales y escuelas.

Por otro lado, se ha identificado otras tendencias que se estima ralentizarán, bien la demanda, bien la producción de productos químicos. De entre ellas, el mayor impacto se atribuye a la esperada reducción de la globalización en las cadenas de suministro, planteándose, de manera abierta, la relocalización de las mismas.

En menor medida, podríamos hablar también de la disminución de la movilidad internacional, con sus efectos sobre la demanda de suministros y materiales químicos por parte de las compañías del sector de transporte (p.ej. IATA ha publicado una previsión que disminuye en un 25% la demanda de aeronaves en el próximo quinquenio).

También disminuye la preferencia por vivir y trabajar en grandes urbes, con lo que ello supone sobre la demanda de materiales de construcción específicos. 

Finalmente, las precauciones relacionadas con potenciales infecciones y el lógico recelo a compartir recursos reducen el atractivo de la denominada “economía colaborativa” (sean automóviles, donde la preferencia por la movilidad compartida decae en beneficio del vehículo propio, como se ha puesto de manifiesto en China en los últimos meses; sean oficinas y el incremento del espacio disponible de las mismas).

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