De ‘America first’ a ‘America is back’

Biden contempla reincorporar a EE.UU. al Acuerdo de París sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero tras ganar las elecciones a la presidencia.

14 diciembre 2020 08:48 | Actualizado a 22 febrero 2021 18:16
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Las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos han sido uno de los acontecimientos que más expectación ha generado en las últimas semanas.

A la natural expectación por conocer quién sería el encargado de dirigir la primera potencia mundial se han unido la controvertida personalidad del presidente, que optaba a la reelección, y las propuestas enfrentadas entre los dos candidatos en temas que serán claves en el futuro inmediato. Entre ellas, la de Biden que contempla reincorporar a EEUU al Acuerdo de París sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero después de que Trump, negacionista con el cambio climático, hubiera retirado al gigante americano de dicho acuerdo.

Tras la victoria de Biden, el retorno de EEUU al Acuerdo de París es una excelente noticia. Con un 13% del total de las emisiones globales, EEUU es el segundo país del mundo en generación de gases efecto invernadero. El liderazgo corresponde a China con un 27%.

La ingente y urgente tarea de transición energética, que es necesaria a nivel mundial durante los próximos 30 años para limitar el calentamiento global requiere, como mínimo, del compromiso de quienes más contribuyen a este calentamiento. Los gases efecto invernadero no entienden de fronteras.

Pero seamos realistas. Este compromiso sólo es un primer paso de cara a la contención del cambio climático. Por delante hay grandes barreras a superar en un corto espacio de tiempo para que los combustibles fósiles –petróleo, gas y carbón- dejen de ser mayoritarios –cerca del 80% en la actualidad- en el consumo de energía primaria mundial.

Entretanto estos combustibles seguirán con su salud de hierro como lo demuestra el hecho de que en este 2020 la reducción de las emisiones mundiales de CO2, de acuerdo a estimaciones preliminares, vaya a ser como máximo de un 7,5% a pesar de la fuerte caída de la actividad económica debida a la Covid-19.

Una cifra muy inferior al 42% de reducción que, en relación a las mismas emisiones del pasado 2019, será necesaria en 2030 en el camino de no superar el objetivo de los 2ºC fijado en los Acuerdos de París como límite de calentamiento global con respecto a la época preindustrial.

En resumen: el cumplimiento de estos acuerdos se enfrenta a un período inicial de sólo diez años para realizar una drástica reducción de emisiones, desde la habida en 2020 (no buscada y con efectos económicos y sociales desastrosos) hasta la necesaria en 2030 (sin que afecte al crecimiento económico y social y que debe continuar en años posteriores). Una radical reducción de emisiones en un corto período de tiempo que nos da la idea de la ingente tarea que tiene por delante la transición energética.

EE.UU. es el segundo país del mundo en generación de gases de efecto invernadero

Ordenadas de menor a mayor dificultad, las barreras a superar para doblegar la ‘salud’ de los combustibles fósiles son de tres tipos: tecnológicas –resistencia de las tecnologías de combustibles fósiles del siglo pasado a desaparecer -, económicas –intereses de los negocios basados en estas tecnologías y de los países exportadores de petróleo y gas cuya economía principal depende de la exportación de estas materias primas- y geopolíticas –su rol de factor clave en la hegemonía mundial de EEUU al liderar el mercado global de la energía como mayor productor y consumidor mundial de petróleo-.

Biden deberá conjugar los intereses de EEUU con su reincorporación a los Acuerdos de París. Ello genera un alto grado de escepticismo con respecto a la velocidad de desarrollo de los acuerdos pero no es óbice para que la reincorporación de EEUU a los mismos sea una excelente noticia. En la medida que la Covid-19 ha influido en la caída de Trump por su nefasta gestión de la pandemia, el coronavirus da otra oportunidad a los Acuerdos de París.

La no-política del egoísta y megalómano Trump ha consistido en liderar el país como una empresa con la única visión de alcanzar el propio beneficio a corto plazo. En mayor o menor grado hay muchas empresas así. Al igual que éstas, Trump ha materializado este enfoque sobre dos bases: 1- internamente, premiando la sumisión; 2- externamente, con el mensaje ‘yo primero (America first)’. En otras palabras: ‘yo gano, tú…... me da lo mismo en el mejor de los casos’.

Biden ha cambiado el ‘America first’ de Trump por ‘America is back’ (América vuelve). Un mensaje que expresa claramente cómo entiende la defensa de los intereses de EEUU. En contraposición a Trump nos dice que se defienden mejor ejerciendo el liderazgo en el concierto mundial buscando el beneficio conjunto. Es la búsqueda del ‘win-win’ (yo gano, tu ganas). Un modelo de gestión aplicable también a empresas y sectores económicos líderes en un entorno determinado. Es más difícil, pero también mucho más inteligente. En ocasiones puede no obtener resultados a corto plazo, pero sin duda obtiene resultados mejores y más sólidos a medio y a largo.

La lucha contra el cambio climático ha comenzado. Es una apuesta decidida de la Unión Europea. No obstante, la velocidad de la transición energética mundial derivada de esta lucha dependerá de muchos factores. Uno de los principales será la habilidad de la nueva administración Biden de conjugarla con los intereses de EEUU en su papel de líder mundial, que en cualquier caso no quiere perder, y de gestionar las fuertes resistencias, tanto internas como externas, de los intereses económicos dependientes de los combustibles fósiles.

No había gestión de estas barreras con Trump y su ‘America first’. Al contrario, eran parte de ellas. La presidencia de Biden con su ‘America is back’ concede una oportunidad para gestionarlas. Aprovechar esta oportunidad es clave para la reducción global de emisión de unos gases que no entienden de fronteras.

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