Digitalización y educación

«Se confunde la docencia en línea fruto de las soluciones de emergencia con el aprendizaje en línea especializado»

02 junio 2021 11:24 | Actualizado a 12 julio 2021 17:43
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La digitalización acelerada por la pandemia ha tenido un carácter general y una intensidad insospechada. Buena parte de las urgencias generadas por el confinamiento se vehicularon instrumentando soluciones tecnológicas de emergencia. Ante el reto, el (sobre) esfuerzo humano, técnico e infraestructural permitió salvar diferentes coyunturas, a costa de generar tensiones, de profundizarse algunas brechas sociales e incluso de manifestarse evidentes disfunciones.

Porque digitalizar no consiste simplemente en incorporar dispositivos y tecnologías más o menos complejas a nuestra operativa –sea industrial, productiva o comercial-, sino en transformarla: la tecnología pasa a formar parte de todas las decisiones operativas de todos los departamentos o áreas de la empresa, institución o administración.

La pandemia ha conducido también a confundir la docencia en línea fruto de las soluciones de emergencia, con el aprendizaje en línea ofrecido por universidades especializadas en este modelo educativo. Mientras las universidades presenciales se focalizan mayoritariamente en estudiantes que acceden a grados universitarios después del bachillerato y la selectividad, o bien a estudios de master como postgrado, las universidades a distancia, actualmente mayoritariamente en línea, se focalizan en formar a personas a lo largo de la vida, adaptándose a su momento vital y profesional.
El aprendizaje en línea requiere pues de una adaptación de su modelo pedagógico a estas necesidades específicas. La tecnología permite ‘romper las limitaciones de tiempo y espacio’ como señalaba el primer rector de la UOC, Gabriel Ferraté, hace 25 años.

De la misma manera que necesitamos garantizar la accesibilidad y la neutralidad de la red, también es imprescindible asegurar la calidad de la educación online, como único camino para lograr incrementar la cobertura de la Educación Superior. La misma Agenda 2030 promovida por Naciones Unidas incluye este vector como uno de sus objetivos de desarrollo sostenible para facilitar el reciclaje, la actualización y la apertura de nuevas áreas de conocimiento y trabajo.

Los centros formativos, y en particular la Universidad, deben redefinir su papel para convertirse en instituciones más abiertas, más atentas al pálpito económico, social y cultural, más globales y de mayor impacto.

La digitalización debe ser vista como una oportunidad en la creación de sociedades del conocimiento, en la gestación de una ciudadanía crítica y activa, y en la activación de todo el potencial productivo e investigador -significativamente el femenino-. La digitalización es una realidad imparable, sepamos aprovecharla en beneficio individual y colectivo.

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