El futuro del planeta, en las manos de una economía y un consumo más responsable

La población crece exponencialmente y también los residuos generados. El mundo se resiente de ello, por lo que la tendencia es buscar modelos productivos más biológicos

05 febrero 2021 12:20 | Actualizado a 05 febrero 2021 12:28
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La población mundial no ha parado de crecer en las últimas décadas: de los 2.600 millones de personas que se calculaba que había en el planeta en el año 1950, a los más de 7.600 millones de 2021, según las Naciones Unidas. Y las previsiones siguen al alza. El mismo organismo calcula que en 2100 se superarán los 11.000 millones de habitantes. Las consecuencias de este crecimiento exponencial que se ha dado, sobre todo, en los dos últimos siglos, hace tiempo que se están notando: la escasez de recursos naturales y la generación de grandes cantidades de desechos, que alcanzan los 2.100 millones de toneladas de residuos.

Esto ha puesto en el foco del debate una cuestión que se había perdido de vista: la optimización de los recursos y la reducción de nuestro impacto en el medioambiente. Y en todo ello juega un papel central la economía. ¿Qué recursos se utilizan para crear un producto? ¿Qué vida tiene? ¿Qué sucede cuando deja de ser útil? ¿Tiene una segunda vida? Si en las últimas décadas lo que estaba de ‘moda’ era el ‘usar y tirar’, ahora el paradigma está cambiando y cada vez se trabaja más en la línea de lo que se conoce como economía verde, y más concretamente, la economía circular y la bioeconomía.

«La economía verde sería el término más genérico y hace referencia a aquella economía que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales. Es eficiente en el uso de los recursos», explica Valeria Ferreira, profesora de la Facultad de Economía, del Departament de Gestió d’Empreses de la URV. Dentro de este paraguas es donde se sitúa la economía circular, «que se basa en lograr una producción eficiente en el uso de recursos, que el valor de los productos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos. Sería cerrar el círculo de la economía lineal»; y la bioeconomía, «que implica utilizar los recursos biológicos renovables». Ferreira pone como ejemplo de bioeconomía los productos elaborados con materiales biológicos, como la biomasa, platos o cápsulas de café biodegradables, o parecidos. «No se trata solamente de ser eficiente, sino también biológico, y que el producto tenga más vidas. Es por ello que el diseño es tan importante», añade.

Parece que la tendencia es avanzar hacia este tipo de economía mucho más responsable que la economía lineal, basada en la fabricación, el uso y desecho. Prueba de ello es la elaboración de estrategias por parte de los gobiernos, con las que se fomenta e impulsa «un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, en la que se reduzcan al mínimo la generación de residuos y se aprovechen con el mayor alcance posible los que no se pueden evitar», se describe desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España, haciendo referencia a la Estrategia Española de Economía Circular.

Bioeconomía circular, el futuro

«Aunque la tendencia de España y Catalunya es básicamente la economía circular, lo que se trabaja a nivel europeo es la bioeconomía circular», señala Ferreira. Con este concepto se va un paso más allá y se suman los objetivos de la economía circular con los de la bioeconomía. Por lo tanto, la finalidad es crear productos a partir de recursos biológicos, que se alargue lo máximo posible su vida (que tengan una segunda vida, reusarlos...) y que sean reciclados para que vuelva a empezar la rueda. En este sentido, la Generalitat trabaja en la estrategia de bioeconomía 2021-2030, en la línea con las previsiones de la Agenda 2030 de la ONU y en consonancia con la Estrategia de la Comisión Europea. Una estrategia que se describe como «una oportunidad para el sector agrario, forestal y pesquero de mejora de su competitividad y sostenibilidad».

A pesar de que sí que se trata una tendencia, Ferreira señala que la economía lineal es todavía la predominante. «Las empresas incorporan algunas líneas que responden a la economía verde, pero todavía hay un largo proceso para alcanzar una economía totalmente sostenible», opina.

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