El futuro se escribe con riesgo

Hemos recibido un impacto exterior inesperado que ha volteado nuestra realidad

21 octubre 2020 08:45 | Actualizado a 21 octubre 2020 08:54
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En 1972 se estrenó La aventura del Poseidón, dirigida por Ronald Neame y protagonizada por Gene Hackman. La cinta, que se puede enmarcar dentro del cine de catástrofes que estuvo muy en boga en los años 70, relata el accidente que sufre un gran transatlántico cuando un maremoto provoca una ola gigante que coloca el barco bocabajo.

Los 1.500 pasajeros, que celebran el fin de año en el lujoso comedor, pronto son conscientes de la gravedad de la situación, así que se produce la discusión entre dos posiciones diametralmente opuestas: la mayoría, que decide quedarse en el habitáculo a esperar ayuda exterior, y un pequeño grupo, liderado por un predicador poco convencional, que asume su propia responsabilidad para encontrar una salida. 
No es difícil trazar un paralelismo entre este filme y la situación delicada, y en muchos casos crítica, que experimentan nuestras empresas en estos momentos. Hemos recibido un impacto exterior inesperado que ha volteado nuestra realidad. Nadie había previsto en su plan de contingencias esta circunstancia, pero ahí la tenemos amenazando nuestra propia supervivencia. ¿Qué hacer cuando las recetas del pasado ya no nos sirven? ¿Cómo enfrentarnos a un enemigo invisible que ha hundido nuestras previsiones de ventas y beneficios?

La película nos ilustra sobre dos tipos de actitudes vitales en tiempos de incertidumbre, cuando el miedo y la inseguridad nos atenazan: seguir a la mayoría (mal de muchos, consuelo de tontos) o coger el toro por los cuernos. Quizás Vd. piense que explorar una senda inhóspita es muy arriesgado, pero qué me dice de recorrer un camino trillado, o incluso quedarse inmovilizado por los propios temores. Muchas veces, quien no se aventura acaba condenándose, y el verdadero sentido de emprendimiento no marida bien con la aversión al riesgo. 

Resulta muy interesante observar el papel que juega el liderazgo en la historia del Poseidón para extraer jugosas enseñanzas. El reverendo Frank Scott (Gene Hackman) no espera sentado a que Dios (léase providencia, Administración pública o subvenciones) escuche sus súplicas y haga el milagro de ampararlos; todo lo contrario, él entiende que las personas son responsables de su propio destino y solo una acción audaz les permitirá seguir con vida. Casi al final del largometraje, es el propio líder –al servicio de los demás- quien se sacrifica en pos de la salvación del grupo.

Estamos en un punto crítico de no retorno. Dos opciones se abren ante nuestra mirada: esperar que alguien venga a rescatarnos (que todo vuelva a ser como antes, que el barco milagrosamente se coloque boca arriba) o creer que el cuaderno de la vida lo escribimos a diario, con las decisiones que tomamos, e ilusionar a nuestros equipos con el reto de superar la adversidad y construir nuestro propio futuro.
Como tan acertadamente nos legó Antoine de Saint Exupéry, «si quieres construir un barco no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho».

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