El nuevo modelo energético para las familias empieza por el tejado

Catalunya se abre paso dentro de un nuevo sistema de autoconsumo a nivel global propio del siglo XXI. Las placas fotovoltaicas en el hogar colaboran con el medio ambiente y permiten democratizar y descentralizar el modelo actual

11 diciembre 2017 09:48 | Actualizado a 11 diciembre 2017 10:02
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Nos encontramos a las puertas de una revolución energética. El desarrollo de la tecnología fotovoltaica ha abierto en los útimos años un mundo de posibilidades que están cada vez más cerca de todos los hogares. El abaratamiento de los costes y la implicación cada vez mayor de las administraciones acercan cada día a más ciudadanos al autoconsumo energético. «Nos enfrentamos a conceptos totalmente nuevos y revolucionarios en el mundo de la energía. Democratizar la energía, descentralizarla y digitalizarla», resume la presidenta del Institut Català d’Energia (ICAEN), Assumpta Farran.

Estos conceptos, asegura Farran «son una realidad ya hoy en muchos países del mundo, donde la práctica totalidad de los edificios tienen placas solares». Aquí, sin embargo el índice de hogares que se autoabastecen gracias a la energía solar y que estén conectados a la red eléctrica tiende al cero. El director ejecutivo del grupo Solcam, Marc Segura, explica que «desde hace años es posible vivir en islas energéticas, es decir, viviendas aisladas que cuentan con todo tipo de comodidades y funcionan con energía solar».

«Han bajado los precios de este tipo de suministro, pero otra cosa es que sea recomendable vivir desconectado de la red eléctrica», añade Segura y argumenta que: «Si se vive en una zona urbana es recomendable hacer un mixto. No depender de las fuentes renovables al 100% y estar conectado a la red para, cuando haya una semana sin sol, seguir teniendo electricidad sin tener que depender de un grupo eléctrico».

Acerca de la concienciación del uso de energías renovables en España, Segura desvela que «es el único país que no defiende la energía renovable a capa y espada. Sí se hace para construir parques eólicos o en subastas que favorezcan a las eléctricas. En otros países la gente está más concienciada y se ve como una alternativa, mientras que aquí desde la administración estatal no se ha promovido esta idea».

Farran va más allá y apunta que «este es un fenómeno que está pasanto en todo el mundo menos en nuestro país. No es por falta de sol, porque aquí tenemos más que los ingleses o los alemanes. Hay dos motivos: una ley estatal que no lo pone fácil y una falta de cultura de aprovechar el sol». «Es el recurso energético natual más abundante que tenemos y, sin embargo, estamos importando el 92% de la energía que consumios de fuera», lamenta. 

La directora del ICAEN, además, remarca que existen muchas trabas a nivel burocrático para llevar a cabo una instalación solar en casa y que éste es uno de los retos con los que ya trabaja la Generalitat. «En algunos municipios las licencias de obras tienen un coste superior a la propia instalación y eso no puede ser». La solución, señala, pasa por crear ordenanzas que faciliten la instalación de placas fotovoltaicas en el hogar y por comenzar a almacenar la energía. La instalación de baterías maximiza el aprovechamiento de la electricidad generada en las viviendas a partir de la energía solar. Permite almacenarla y utilizarla en cualquier momento, aunque no haya sol, en lugar de regalarla, como pasa en los hogares conectados a la red.

La Generalitat ha comenzado a subvencionar hasta en un 70% la compra de baterías para hogares para aprovechar la energía solar. «La respuesta es que en 24 horas se han dotado los 360.000 euros disponibles», afirma Farran. Según la responsable del ICAEN, el almacenaje de la energía abre un abanico de posibilidades, donde juega un papel fundamental el vehículo eléctrico y la posibilidad de compartir la energía entre particulares.

Aunque ahora mismo las instalaciones de energías renovables se rigen por el Real Decreto 915/2015, Segura considera que «hay ámbitos que no se han acabado de aplicar y esto provoca que no haya un criterio unificado y que sea un freno al desarrollo de una tecnología como esta».

La eficiencia energética se mide en colores

Desde el año 2013, todas las transacciones de inmuebles, ya sea venta o alquiler, deben incorporar por ley una certificación energética del edificio. Se trata de un documento oficial que plasma el rendimiento energético de cada vivienda y que incorpora la etiqueta energética, la representación mediante letras y colores de la calificación obtenida en cuanto al uso racional y eficiente de la energía en el edificio.

Se utiliza una escala en letras que va de la A a la G. La calificación más elevada, es decir, la A, corresponde a un color verde oscuro y también al mejor desempeño energético posible. La letra G, por el contrario, corresponde al color rojo y al peor desempeño energético. Esta etiqueta se debe incluir en toda oferta, promoción y publicidad dirigida a la venta o arrendamiento de un inmueble y tiene una validez de diez años.

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