¿Eres capaz de desconectar?

El 51% de los trabajadores responde mails y ‘whatsapps’ de trabajo durante sus vacaciones. El ‘Diari’ pregunta a quince tarraconenses de diferentes ámbitos si saben ‘desengancharse’

30 julio 2019 18:20 | Actualizado a 01 agosto 2019 16:30
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Para miles de afortunados, mañana comienzan las ansiadas vacaciones de agosto. ¿Serán de un merecido descanso o los ‘vacacioneros’ seguirán enganchados al móvil, al WhatsApp o el mail de trabajo? ¿Los problemas con el jefe o el compañero quedarán atrás o seguirán presentes?¿Será el trabajo un tema de conversación recurrente con la familia?

La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo ‘no’. Al menos para el 51% de la población activa, según datos del Informe Anual Infobojs-Esade sobre el Estado del Mercado Laboral. Ese 51% implica que 173.606 trabajadores y trabajadoras tarraconenses siguen respondiendo los mails y atendiendo las llamadas de trabajo durante sus vacaciones o en los fines de semana.

¿Por qué? La justificación oscila entre que se sienten «obligados» o que pretenden ayudar a sus compañeros/as que siguen al pie del cañón, pasando por los que «necesitan» estar al día de lo que se cuece en la oficina o porque simplemente son «incapaces» de dejar de pensar en el trabajo.

Otro motivo es que «mi puesto de trabajo lo requiere». Un ejemplo es el director de la FEAT, Josep Lluís Aymat: «Consulto regularmente el móvil y en caso de emergencia contacto con la oficina. No me importa hacerlo, pues considero que está dentro de mis responsabilidades el supervisar e intervenir si es necesario».

15 encuestados
Aymat es una de las quince personas a las que el ‘Diari’ ha preguntado sobre su capacidad de desconexión. La mayoría forma parte de los (casi) permanentemente conectados/as.

En el extremo opuesto de Aymat, está el escritor multipremiado Jordi Folck: «Vacaciones significa cambio de costumbres, de hábitos de vida, dejar en reposo lo que me inquieta o me estresa. Si sigo conectado a las redes y los móviles, no son vacaciones, sino dependencia. Si me quedo en casa, sigo conectado pero a otro ritmo. Si salgo de viaje respondo whats o respondo emails o subo material a redes por las noches. No puedo entender a aquellos que viajan y siguen pendientes de lo que ocurre en su mundo. Esto no es desconexión».

También sabe desconectar el periodista tarraconense Gustau Alegret, director de noticias en Estados Unidos de NTN24: «Desconecto porque cambio de horario, rutinas y obligaciones, que no me vienen impuestas por mis responsabilidades. Soy dueño de mi horario, y eso me ayuda a desconectar. Consulto el móvil, pero si no hay una urgencia imperiosa, me autoimpongo no contestar. Sí quiero estar informado».

En la misma línea se expresa la presidenta de Òmnium Cultural en el Tarragonès: «Desconecto mentalmente de la rutina diaria. No me supone ningún problema seguir lo que pasa porque televisión y móvil forman parte de la realidad que vivo. El tema es absolutamente diferente cuando viajo lejos de Catalunya. El día a día y la realidad que se vive me provocan una total evasión. Quedo impregnada de aquel mundo. No hay ni móvil ni televisión».

La decana del Col·legi d’Advocats de Reus, Encarna Orduna, cree que «evidentemente las vacaciones son para descansar y desconectar del día a día. Lo intento, pero es muy, muy complicado. Sería lo deseable, pero con el teléfono móvil estás localizable y aunque no quieras inconscientemente consultas el WhatsApp y el mail. Al final he llegado a la conclusión de que la única forma de desconectar por completo es marchar de vacaciones fuera de tu lugar de residencia o trabajo. Si no lo hago yo, mi familia, en esos días, no me permite el uso del móvil».

También desde Reus, Mónica Balsells explica que «como presidenta del Reus Deportiu desconectar en vacaciones es muy complicado porque el Reus no para».

Su homóloga del Club Nàutic de Tarragona, Andrea Mazzanti, desvela que «no desconecto como quisiera. Viajar me ayuda mucho. No importa cuánto tiempo sea, pero el cambiar de ambiente hace que pueda cortar con la rutina».

También viaja, aunque no lejos, el presidente del PP de Catalunya, Alejandro Fernández: «Mis vacaciones son en las montañas asturianas, con muy poca cobertura. Consulto el móvil por la noche y a primera hora de la mañana. El resto del día, nada. Es poco tiempo, ya que sólo estoy una semana, pero me sirve para desconectar».

Los empresarios y autónomos tienen más complicado desconectar. La exnadadora y técnica de patrocinio Sylvia Fontana así lo confirma: «Siendo autónoma, se hace muy complicado desconectar al 100%. Prefiero dedicar un rato al día, incluso en vacaciones, a responder mails que la sensación de tener cosas pendientes. Es el peaje de estar tan comunicados, pero no lo llevo mal».

El barítono Àngel Òdena coincide con Fontana: «Cuando tu vida es de ‘autonomo’ siempre sientes esa dependencia de que te llamen o escriban para algún concierto o contrato».

El empresario Josep Joaquim Sendra explica que «este último fin de semana he estado gestionando un problema de un cliente. Incluso navegando por medio del Atlántico tuve que hacer alguna gestión vía satélite. Los clientes y la administración son quienes no nos dejan desconectar. Pero, claro, todos somos clientes, proveedores y trabajadores; y cuando somos clientes queremos que nos resuelvan nuestros problemas».

El empresario Eduard Borràs afirma que «me gustaría poder apagar totalmente el móvil, pero no seamos ingenuos. No puedes tener una empresa de primer orden y desconectar al 100%. No porque tú pares el mundo se para. Puedes tardar años en conseguir un cliente y perderlo en un hora. Si no quieres responsabilidades, no tengas una empresa de cierto tamaño. Uno se acostumbra».

«Una empresa que cierra por vacaciones es diferente a cuando eres tú el que estás de vacaciones y la empresa continúa en actividad. No puedes apagar el interruptor. Por suerte tengo un gran equipo de profesionales», precisa Maria Esther Fernández, empresaria y comerciante. 
La rectora de la URV, Maria José Figueras, confiesa que «la verdad es que no recuerdo haber desconectado nunca totalmente, al menos desde que soy científica. Y este año tampoco será una excepción. ¿Si me gustaría desconectar del todo? ¡Claro!».

La restauradora Mary Herrera explica que «ser una pequeña empresa dificulta que otro esté pendiente de pagos, consultas de pedidos, caterings pendientes, reservas de mesas...», pero se lo toma con filosofía. «¿Desconectar?¿Eso qué es? Ni lo hago ni quiero. Me encanta todo lo que engloba mi mundo gastronómico», concluye.

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