¿España está en quiebra?

La economía nacional se basa en que las decisiones sean las mismas para los habitantes de este país en lugar de ser beneficiado o perjudicado en función de su región de residencia

08 noviembre 2021 08:35 | Actualizado a 11 noviembre 2021 19:04
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España está en quiebra. Así se refería hace unos días el principal líder de la oposición a la situación económico-financiera del país. Dada la excelente salud financiera de la comunidad de Madrid –concentración de empresas y altas rentas, reducción fiscal de impuestos, etc.-, haciendo un ejercicio de sinceridad suponemos que debía referirse a la parte de España que no es Madrid dentro del juego de palabras de su correligionaria presidenta de aquella comunidad: «Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?».

No debía referirse al conjunto de España, incluyendo Madrid, debido al aumento de la deuda pública hasta el 120% del PIB y el cierre del ejercicio 2020 del estado con un déficit público superior al 10% a causa de la pandemia.

En situación similar hemos tenido a países tan cercanos como Francia (deuda del 115,7% del PIB y déficit del 9,2%), Portugal (133,6% y 5,7%) o Italia (155,8% y 9,5%) y no han sonado las trompetas de la quiebra ni se han movilizado ‘hombres de negro’ a estos países.

España está lejos de estar en quiebra

Asimismo, diversos artículos y análisis periodísticos se han encargado de rebatir que España estuviera en quiebra por la deuda y déficit públicos actuales. La quiebra se da cuando un país no puede hacer frente a los pagos ni le compran deuda.

Con los niveles de bajos tipos de interés actuales, España afrontará unos pagos de intereses de la deuda de 30.000 millones de euros el próximo año –incluidos en la propuesta de presupuestos del estado para 2022-. Una cifra algo inferior a los  31.500 millones de euros que ha sido la media de los últimos cinco años. Y tendrá capacidad de refinanciar parte de su deuda gracias a que el mercado confía en que puede hacer frente a su coste. Por dos razones: lo incluyó en la Constitución –reforma en el 2011- y la Unión Europea mantendrá durante tiempo los bajos tipos de interés para que los países puedan rehacer sus economías después de la pandemia.

Definitivamente nos inclinamos a pensar que, con aquella frase, el líder de la oposición se refería a la parte de España que no es Madrid. Pero tampoco creemos que la parte de España que no es Madrid llegue a estar en quiebra. Sí que está condicionada y limitado su crecimiento a la succión de recursos que la concepción centralizada del Estado y Madrid, como capital, ejercen sobre el resto de regiones. Es una concepción en la que Madrid siempre será solvente aspirando la riqueza del resto.

El debate político ha convertido la economia del país en un asunto de nacionalismo necio

Y cuando nos referimos a riqueza, no nos referimos sólo a la económica sino también a las personas. Una tierra entrañable, con una personalidad propia, es lugar de residencia de miles y miles de personas que acuden simplemente allí por el llamado efecto ‘capital’: trabajo en algún organismo de la organización general del estado o trabajo en alguna de las grandes empresas que viven del BOE o en alguna de las empresas acólitas de alrededor. Es un gran capital humano que deja de aportar en sus lugares de origen para hacerlo en la capital de un país tan centralizado como éste.

Esta concentración por el efecto ´capital´ con la aportación de tanto personal cualificado, con rentas que se sitúan en la banda alta, genera una sensación de riqueza que ha permitido a Madrid rebajar los impuestos en comparación a los de otras regiones del estado: IRPF, sucesiones y donaciones y práctica exención del 100% en patrimonio, además de otros que, asimismo, ha conllevado a la creación de un nacionalismo político que entra en el juego de la política de este país.

Una práctica que rompe con la progresividad de los impuestos en el conjunto del país en función del nivel de ingresos y que, según la Consejería de Hacienda de la propia comunidad, ha evitado el pago de 46.000 millones de euros desde el 2006. 

No se trata de ver si hay que aplicar más impuestos o rebajarlos. De lo que se trata es de hacer que las decisiones sean las mismas para los habitantes de este país en lugar de ser beneficiado o perjudicado en función de su región de residencia.

Al final toda la recaudación va a una caja única. Si alguien recauda menos la caja única recibe menos y se ve obligada a endeudarse en la que ha sido menor recaudación pagando entre todos este mayor endeudamiento.

Definitivamente, se mire por donde se mire, España no está en quiebra. Quizás esté en quiebra la concepción uniforme del país –confusión de unidad por uniformidad-y el aprovechamiento interesado de aquellos aspectos que permiten la diferencia desde el poder, pero esto no se reconocerá.

Joan Pedrerol es Ingeniero Químico

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