Más de la mitad del empleo destruido es de jóvenes

El virus duplica el paro entre los menores de 25 en Tarragona frente a otras franjas. El colectivo perdió 46.000 contratos, el 52% del total. La pandemia agrava una situación que ya era precaria

21 febrero 2021 07:30 | Actualizado a 21 febrero 2021 17:23
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Carlos, de 30 años, lleva desde marzo sin trabajo y prácticamente sin ingresos. Este reusense regentaba un bar de Tarragona en un campo de fútbol. El cerrojazo del primer estado de alarma clausuró su negocio, que comandaba junto a su madre y funcionaba bien. «Entre los dos, ingresábamos unos 4.000 euros al mes, sobre todo por la actividad de los fines de semana, pero como no se ha recuperado, no podemos abrir», cuenta él, que llevaba dos años dedicados a la hostelería después de haber trabajado también en supermercados o alimentación.

La ausencia de entrenamientos de fútbol y, sobre todo, de competición deportiva, le ha impedido reabrir y eso enquista un calvario que dura ya 11 meses. «Mis clientes son los padres de los niños que iban a jugar, así que si no hay liga, no puedo volver a abrir. Por eso llevo tiempo buscando trabajo para poder salir adelante», se sincera. Carlos, junto con su madre, sobrevive con ayudas de amigos y conocidos, que apenas dan para abonar los 450 euros de un alquiler del piso que ya han dejado de pagar, bajo la amenaza acuciante de un desahucio.

Joven y del sector servicios. Carlos cumple con el perfil de damnificado por la pandemia que está padeciendo los efectos laborales más severos. Cualquier indicador muestra cómo los jóvenes, ese grupo mucho más liberado de la gravedad del SARS-CoV-2 en la salud, es el colectivo que peor lo está pasando desde el prisma socioeconómico: el paro en general ha subido un 27,6% en Tarragona, mientras que en la franja de los 16 a 29 años se dispara al 42,4%. La comparación indica un desajuste aún mayor con el grupo de los que tienen más de 45: en ese caso el incremento es del 21,6%.

Entre dos crisis

A edades más tempranas, más zozobra e incertidumbre, pero también más preocupación por el futuro y más dudas sobre cuánto se demorará la esperada recuperación. La crisis provocada por la Covid-19 no solo aniquila las oportunidades profesionales de los que tienen entre 16 y 29 sino más allá, cortando los proyectos vitales de la generación que va hasta los 35, maltratada por la recesión financiera de 2008 y ahora por este nuevo socavón económico.

Más datos sobre la realidad de Tarragona: el 52% de los contratos que no se han realizado en la provincia entre marzo y diciembre del año pasado, el periodo impactado por la pandemia, es de menores de 35. Por lo tanto, es más de la mitad del empleo destruido. En ese tiempo, esa franja ha dejado de firmar 46.019 contrataciones, del total de 88.289 que se han perdido durante un completamente 2020 aciago.

«Una tercera parte del empleo destruido es de menores de 25 años. Los jóvenes son ahora mismo la franja más vulnerable, más que la gente mayor», explica Josep Lladós, profesor de Economía y Empresa de la UOC. La recuperación económica va por barrios. «Tenemos un mercado de trabajo que ha reaccionado de manera muy asimétrica, muy desigual, de forma muy segmentada. La crisis está afectando a la contratación temporal, ese mecanismo que daba flexibilidad a las empresas pero que se ha usado ampliamente. Es la modalidad de empleo que más tenían los jóvenes. La destrucción de ocupación se ha concentrado en estudios no profesionales», apunta Lladós. Por último, toda la actividad relacionada con la movilidad es la especialmente golpeada. «Ahí tenemos los servicios, vinculados al transporte, pero también a la restauración, al turismo, al ocio y a la cultura», cuenta el profesor de la UOC.

Los de menos de 25, peor

El Departament de Treball, en su Butlletí del perfil de l’atur de diciembre, expone: «La intensidad del aumento del paro ha sido decreciente con la edad, siendo las personas más jóvenes las más afectadas. El tramo más afectado es el de menores de 25 años (un 43,2%), que registra un ascenso el doble de intenso que el de las personas de más edad (45 y más años, más 20,9%). A continuación se sitúa el grupo de 25 a 29 años (más de 40,5%) y el de 30 a 44, con una tasa del 34,3%».

Los datos en las regiones tarraconenses son similares. En el Camp el paro de menores de 25 ha crecido un 46% y el de más de 45 un 22,1%. Más abultada es aún la diferencia en el Ebre: un 69,5% en el caso de los que tienen menos de 25 y un 18,9% en los de más de 45.

En Tarragona, el 30% de los contratos que firmaban los jóvenes se ha esfumado, según la comparativa de 2019 con 2020, con los datos del Servicio Estatal Público de Empleo. Un informe reciente de Adecco sostiene, igualmente, que el empleo juvenil ha sido el más perjudicado por la pandemia: el número de ocupados catalanes de menos de 25 ha caído en un 18,5% y el de mayores de esa edad en un 2,9%.

Lladós indica que «veníamos de un momento en el que incluso el trabajo cualificado era temporal entre los jóvenes». La pandemia ha venido a agravar una situación que ya era vulnerable. «Antes empezabas a trabajar y había un rendimiento a la ocupación. El hecho de tener estudios superiores favorecía las oportunidades. Ahora continúa siendo así pero hay mucha más competencia. Hemos hecho un esfuerzo muy grande por enviar a mucha gente a la universidad. Eso es una competencia añadida. Estás condenado a seguir estudiando, por un lado, pero por el otro hay un factor clave que es el modelo productivo», explica Lladós desde la UOC, que agrega: «Estamos ante un desencuentro entre las necesidades del sector productivo y la formación. Los jóvenes se incorporan a trabajos para los que no han estudiado».

Cambiar el modelo productivo

Lladós cree que la solución para reducir las elevadas tasas de paro entre los jóvenes pasa por un cambio de sistema, sobre el que es optimista: «Tenemos que cambiar el modelo productivo y eso pasa por una transición energética y digital que podrá ofrecer nuevas oportunidades de ocupación».

Lladós apuesta por «acelerar la modernización productiva para corregir esos desajustes», algo que hay que hacer también «reforzando la provisión de un aprendizaje más técnico, a nivel educativo medio, como puede ser la formación profesional dual». Por último, considera que la apuesta por las nuevas tecnologías generará «muchas oportunidades de ocupación» y que también «hay que invertir los fondos de ayudas que nos lleguen en aquellos sectores en los que la rentabilidad sea más alta».

La tendencia es generalizada. La tasa de paro juvenil en Catalunya alcanzó el año pasado el peor dato en un lustro, el 27,3%, y constató que uno de los problemas estructurales del mercado laboral empeora en vez de mejorar. La última Encuesta de Población Activa descubrió 185.500 personas de entre 16 y 29 años sin trabajo. Son 55.000 más que hace un año. Todo ello supone también un golpeo emocional, en la medida en que lastra a las generaciones que pensaban en la emancipación o en impulsar determinados proyectos de vida.

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